contenido +18, historia finalizada.
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Esta historia puede tener similitudes con muchos libros, puesto que junté lo que más me...
En el momento que Yoongi se llevó a Jimin me sentí frustrado, da igual si somos compañeros de misión, pero no somos amigos, así que eso no me asegura que tenga que tener confianza en el. DEMOMINOS –golpeé la mesa de nuestra recamara y saque el teléfono que teníamos los amos de alta elite, cambie de chip y llamé:
—Jin —contestó una voz al otro lado de la línea.
—Joder, se han llevado a Jimin —dije preocupado.
—Lo hemos visto —afirmó serio, comenzó a sonreí—. Oye Jungkook se lo llevó Yoongi, él no le pondrá un dedo encima al menos que jimin se lo ruegue sabes que le gusta que la gente se humille ante él, además tenemos la cámara encendida de Jimin aún no llegan a la sala vip.
—Ya, gracias — me sentía más frustrado por saber que si se lo piden a yoongi lo dará.
—Sabes algo del análisis –completo silencio del otro lado- ¿Y bien? Pregunte cabreado
—Han modificado la droga. Sigue habiendo cocaína pero han equilibrado las cantidades lo suficiente como para que no provoque choques anafilácticos. La han estabilizado.
Si habían creado una droga de diseño estable, no tardaría en venderse por los círculos de interés.
—Si hay una red de narcotráfico detrás, no tardarán en promoverla y comercializarla —explicó Jin.
—¿Y del ADN de la chica?
—Nada, tío. Es gente nula. No existe. Está fuera del sistema. No la podemos identificar; además al ir con máscara no podemos reconocerla con el programa de identificación facial ni encontrar similitudes.
—Entiendo —exhalé descansando la espalda en la pared y cerrando los ojos frustrado—. le corté la llamada. Jin es un hacker experto en todo lo que tenga que ver con tecnologia, ademas de eso nunca se callaba, adicto a los videojuegos y como era de esperar muy malo en controlar su caracter, bueno nam se hacia cargo de el. Sabia que YoonGi era de nuestro bando pero eso no me tranquilizaba—.
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Estaba llegando a un lugar desconocido yoongi jalaba mi cadena y no decía absolutamente nada, Sabía que me habían llevado en yate a algún lugar; y después, todavía a oscuras, me habían subido a un coche que se desplazó por un camino ascendente hasta llegar al lugar en el que ahora nos encontrábamos.
Bajo mis pies notaba la grava arenosa, olía a mar pero no escuchaba las olas.
—Ya hemos llegado. Sube tres escalones; eso es —pidió Yoongi tomándome con seguridad del brazo para ayudarme.
—¿Puedo preguntar dónde estamos, señor?
—No. Los muebles no hablan —murmuró escueto—. Están presentes y solo escuchan. Así que cállate y no abras la boca más.
