NO FUE UNA PESADILLA
Un grito de terror me despertó de un sueño profundo, abrí los ojos y vi como el cielo se tornaba de color negro y azul. Estaba cayendo como si nevara en invierno, miré a mí alrededor y observé seres despedazados y quemados, acompañados de aturdidores gritos de dolor.
-¡Es una guerra!exclamé.
Aun no terminaba la frase cuando la tierra comenzó a abrirse. Mi cuerpo quedó paralizado. Debo correr, pensé en voz alta.
Estaba tan asustado que solo pude dar unos cuantos pasos hacia atrás, me resbalé y comencé a gatear un poco tembloroso. Estaba aterrorizado, todo era dolor y sufrimiento.
Había naves bombardeándonos y disparando sin piedad. Me levante y comencé a correr pero caí nuevamente al suelo bruscamente y me golpeé la cabeza. . .
Cuando me levanté vi a las galaxias peleando entre sí. Pero eso no era todo, se veían diferentes a cómo eran antes, habían tomado forma de guerreros, guerreros legendarios con cascos alas y armas que jamás hubiera imaginado, estaban luchando y destruyéndose entre sí.
Yo me encontraba justo en medio de la épica batalla.
Derrepente una espada atravesó mi pecho quede inmóvil y una pequeña luz azul comenzó a salir de mí, todos estaban tan ocupados luchando que nadie lo notaba.
En pocos instantes el cielo estalló y produjo una lluvia de ácido que comía las armas de hierro y metal. Un sonido espantoso se escuchaba a lo lejos, los seres del universo quedaron inmóviles y el tiempo se detuvo.
No tenía idea de que estaba pasando, tampoco sentía dolor, así que cerré los ojos por unos segundos y todo comenzó a oscurecer. . .
Cuando abrí mis ojos, me vi en un rincón del planeta tierra, descansando tranquilamente en mi hogar, como si nada hubiera sucedido. Una luz blanca y tenue me absorbió rápidamente devolviéndome rápidamente al lugar del caos.
El tiempo volvió a la normalidad, todos comenzaron a gritar y a pelear, unos luchaban y destrozaban a quien se atravesara, otros escapaban y corrían.
No sabía qué hacer. Estaba herido pero no sentía dolor, mire a mi derecha y vi como una niebla negra a toda velocidad me golpeaba inesperadamente, arrasando y absorbiendo todo a su alrededor, el impacto me lanzo hacia atrás, pero la extraña luz me protegió del golpe.
En pocos segundos escuché una voz como de truenos que me dijo:
-Haz algo, antes que esto pase. . .
Mis ojos se abrieron como si me estuviera ahogando, pasaron tan solo unos minutos desde que me acosté, pero me pareció una eternidad, mi respiración era como la de un paranoico y mi corazón latía aun mas fuerte.
Me levanté, fui por un vaso de agua, entré a la sala principal y traté de concentrarme en la pesadilla, pensé y pensé hasta que me dije;
- Tal vez no es una pesadilla, tal vez es real, tal vez todo sea real. Quizá deba hacer algo por las galaxias y luchar por defender lo poco que queda...
Después de algunas horas de espera estaba más decidido que nunca, fui a la salida, recogí el aparto, me senté en mi cuarto y comencé a preguntarme: ¿y ahora qué?
Tal vez vuelva a salir el mapa si lo muevo. Pensé.
Movi el aparato un par de veces, parecía que lo hubiuera memorizado, moví y moví sus piezas hasta que lo abrí nuevamente, todo el mapa del cosmos se abrió, pero esta vez una de las galaxias estaba en un color más oscuro, algo dentro me dijo que debía ir allí.
Rápido recogí un bolso y metí lo necesario para un viaje, me despedí de Avcko.
-!Encárgate de la casa! Le grité.
Estaba emocionado, agarré el triángulo, creo que el holograma había dicho que se llamaba Cicrew o algo así.
Y sin conocer cómo, ni donde, me monte en mi B13; una de las naves más rápidas del espacio. No sabía cuál era mi obligación, ni cómo debía hacerlo, simplemente confié en mi instinto, algo en mi cabeza me decía que hacia lo correcto.
Era el momento de darle un giro a mi vida y estaba decido a cambiar el rumbo de la historia. Encendí el motor e ingrese las coordenadas.
Miré fijamente al vacío y suspiré
Sin pensarlo dos veces encendí las turbinas, redirigí los motores, abrí los portales y subí las energías. Ya todo estaba listo.
Pasaron un par de segundos, pero se me hizo eterno.
Había escogido seguir mi instinto ya estaba más decidido que nunca. Esta vez mi corazón estaba tranquilo, pero la adrenalina me corría por todo el cuerpo.
Levanté la palanca de mando y despegamos. Decidí encender los propulsores de reserva y en unos pocos segundos me encontraba viajando a la velocidad de la luz, y aún quería ir más rápido, no tenía tiempo que perder.
Me dirigía a una galaxia desconocida, no sabía que me encontraría allí, ni si quiera sabía si llegaría. Según las leyendas nadie que entraba podía salir. El único conocimiento que tenía del lugar, es que; eran planetas de selvas y extrañas especies de plantas.
El sudor bajaba por mi frente, unos nervios incontrolables comenzaron a invadirme, tenía que ir por ayuda, o por lo menos por armas para el viaje a lo desconocido.
Después de pensarlo unos minutos, coloque el conductor manual, giré la nave y apague los motores.
Me di cuenta que un viejo amigo se encontraba cerca de allí, en un asteroide llamado Estela; una zona de veteranos de guerra. Tal vez allí me podrían ayudar, pero no era nada fácil tratar con esos ancianos.
No podía perder tiempo ni hacer mucha bulla sobre el asunto, solo le debía decir lo necesario.
Subí el máximo de los propulsores y en unos pocos minutos me encontraba en Estela.
Dejé la nave oculta detrás un aviso. Me encapuché para que no me reconocieran, parecía un vándalo en busca de recompensa pero en ese lugar estaba seguro que no iba a tener problemas con la policía. Tal vez me metería en problemas con mercenarios, pero debía ir a la zona de veteranos, aunque la seguridad era mínima debía arriesgarme, comencé a caminar rápido y desesperado, todos, o la gran mayoría de Estela eran corpulentos y fornidos, no hacían más que beber, discutir, bailar y rochelear entre ellos.
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el regreso de los heroes
Ciencia Ficción¡Por favor! ¡Por favor! No lo hagan; es mi hijo, no pueden quitármelo. Gritaba la pobre mujer mientras la golpeaban y tiraban al piso. Es mi hijo; gritaba desenfrenadamente desgarrando su garganta. El extraño ser miraba fijamente al niño con los rar...