Querido diario:
Anoche, mientras prendía las luces e iluminaban mi ya conocido cuarto, simplemente me sentí como en la casa rentada de hace unos meses. Sola.
Aunque aquella recámara que me sofocaba por su reducido espacio, no se compara con esta, soñé que estaba de nuevo ahí, sola, pequeña, vulnerable.
Recuerdo cuando en las tardes lluviosas, recorría la cortina desgastada y me tumbaba a ver las gotas caer, chocando en el frío vidrio, rompiéndose, explotando, convirtiéndose en pequeñas partidas que tocarían el suelo virgen. Nubes repletas de reveló, negras y grises las veía correr con el viento, hasta que rompían a llorar, como yo, con la balada más melancólica se desintegraban, importándoles poco que su pureza se drenara en cada gota.
Desee por un instante volver a aquella recámara solo para contemplar a las nubes llorar.
Querido diario, no quiero despertar de este sueño.

Querido Diario, no quiero despertar...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora