Densos sentimientos se habían impregnando en mi alma negra, tanto así que estaban manchando mi blanquecina piel, los orbes resaltaban sombras oscuras por debajo de mis párpados... Un completo desastre para resumir.

Aquel día, solo deseaba llegar a casa y encerrarme a llorar, pero no pude.

El corazón de Hierro se apresuró a mi encuentro y me tomó por sorpresa, alertandome que no se encontraba bien.

-Debes ayudarme.- exclamó en un suspiro. Yo sin dudarlo me acerque a e y lo seguí en silencio, pensando en como safarme antes de que se me hiciera tarde... Pero, al verla recostada en el sillón y llorando, hizo que el tiempo alrededor frenara.
Como pude corrí a ella y la tomé en mis brazos, acunandola en un cálido encuentro, tratando de consolarla y entender la situación.

No estaba bien.

No se encontraba bien desde hace semanas en realidad, pero, en su negación, no quiso ser atendida.

Se pasa la vida entera tratando de ayudar a los demás, pero cuando se trata de usted, simplemente se aleja y dice estar bien.

Si de por sí un dolor agudo me acompañaba desde temprano, aquella imagen que se presentaba en mi, hizo romper mi corazón una vez más.

No dude en llevarla a urgencias, ni que, como niña cegada por el miedo y dolor se apoyara en mi.

No me importó en realidad los regalos de mis padres preguntando por mi paradero.

Solo importaba ella en realidad.

Salvar su vida y sacrificar la mía.

Creo que era momento de saldar mi cuenta.

Creo que era tiempo de entregarme a ella.

Creo que era tiempo de fundirme en el.

Querido diario, deseo con fervor que no separes este amor que se creó.

Querido Diario, no quiero despertar...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora