Saturno necesita pasivos (BL)

El día de la cosecha

El día llegó.

El sol apareció en el horizonte junto con una marcha de tambores, la musica era transportada por la gentil brisa matinal. en el exterior se respiraba un ambiente de festejo y regocijo, pero en la habitación solo estaba oliver, su mirada clavada a el amanecer, tan hermoso y tan terrible. jamas había sentido algo por el mundo que lo rodeaba, la belleza de la naturaleza nunca logro conmoverlo, pero por primera vez en su vida sintió aquella abrumadora sensación tan humana, el estremecimiento absoluto de ser parte de algo mucho mas grande que uno mismo. contemplo el amanecer con toda la esperanza de su corazón, dispuesto a luchar por quien quería, dispuesto a pelear por la futura felicidad que jamas imagino tener el derecho de esperar... esta era su vida, solo a el le pertenecía.

se limpió las lágrimas y bajó de la cama, se dirigió al baño donde al tomar una ducha lo inundaron los recuerdos, las gotas de agua chocaban contra su sensible piel y evocaban el tacto de las manos del capitán, su boca recorriendo cada parte, hasta el rincón mas recóndito de su anatomía, el tamaño de aquellos brazos musculosos y como eran capaces de levantarlo en el aire, como si no pesara nada, se sentía tan protegido y amado. lo que mas lo atormentaba eran sus enormes ojos azules, intensos y apasionados, la mirada mas fuerte y decidida que había visto nunca, eran capaces de derretir los muros que protegían su corazón y de robarle el aliento.

ya todo estaba listo, los enfermeros juntaron a todos los terrícolas en la sala de preparación, tuvieron su ultimo chequeo y no se presento ninguna complicación. un equipo especial de belleza los preparo para que lucieran radiantes, cada terrícola tenia una vestimenta hecha a la medida diferente en cuanto a diseño y textura pero compartían el mismo tono de blanco puro, representando simbólicamente a los vestidos de novia. oliver fue ataviado con un discreto vestido griego, falda larga y rasgada en el lado derecho, permitiendo así tener una vista de las delgadas piernas de oliver, sensual pero no vulgar, con detalles dorados en los breteles cruzados. por la simpleza de la vestimenta, los asistentes insistieron en añadirle joyería y pedrería a el atuendo, junto con otros adornos, pero oliver se negó rotundamente a usar cualquier tipo de collar, corona, brazalete o cualquier otro complemento, a duras penas lograron desenredar su cabello antes de ser rechazados violentamente. oliver buscaba a su amigo entre el tumulto de terrícolas emocionados y alborotados, finalmente lo encontró sobre una plataforma de 3 espejos, 5 asistentes lo ayudaban a terminar de vestirse, parecía una obra de arte. en esencia su vestimenta constaba de unos pantalones hindú con un degrade de celeste a blanco con oportunas transparencias que dejaban ver sus hermosas piernas y un top bordado con pedrería azul, dejaba a la vista su delicado vientre y sus brazos. zein al contrario de oliver, amaba los adornos, llevaba un collar de diamantes que le cubría casi todo el pecho, tambien brazaletes de oro tanto en sus muñecas como en los tobillos. su cabello rubio delicadamente trenzado con anillos de plata y un maquillaje con tonalidades pastel que resaltaban sus ojos azules. zein mantenía la vista fija en su propio reflejo, con ojo critico contemplaban cada detalle de su atuendo, hasta que noto a su amigo cerca y le dedico una sonrisa complacida.

— ¿que te parece?

zein extendió los brazos y dio un par de vueltas para lucir su traje por completo.

— ... radiante — deslumbrado, atinó a sonreirle a pesar de estar bastante confundido, su amigo era el primero en luchar por volver a la tierra, rechazo a cada visitante de la forma mas violenta y rotunda posible, el siempre aclamaba que lo unico que deseaba era volver a la tierra y retomar su carrera de bailarín, entonces ¿por que? — te ves muy feliz.

zein lo tomó de las manos y dio un pequeño saltito de emoción.

— hoy es el día, finalmente conoceré a mi admirador secreto.