Saturno necesita pasivos (BL)

Telepatía

El cuerpo de Oliver descansaba sobre el césped, la noche era tan fría e invernal que congelaría su corazón en el acto, pero al contrario era cálidamente resguardado por las ropas térmicas que Wheren le había obsequiado.

Sus ojos se iluminaban con el deslumbrante cielo nocturno que jamás soñó que podría contemplar. Vetas violetas y verdes se entremezclaban en saltarinas ondas juguetonas que surcaban el cielo entre salpicaduras salvajes de brillantes estrellas intermitentes, numerosos cuerpos plateados gigantes resaltaban en el mar de ensueño. Lunas, asteroides y cometas, navegaban sin rumbo fijo, todos de diversos tamaños y formas, algunos incluso de brillantes colores. Oliver suspiró, tenía la vista fija en una luna de color bermellón rodeada por sus propios asteroides que giraban a su alrededor aletargadamente.

- ¿No es lo más hermoso que has visto?

Preguntó la cantarina voz de Oliver, mientras Wheren observaba atónito la belleza de su pareja, amaba ver esa preciosa expresión de asombro casi infantil, Oliver estaba tan lleno de ternura e inocencia, era a sus ojos la criatura más perfecta sobre la tierra.

- si, es precioso.

Oliver seguía concentrado en el deslumbrante espectáculo nocturno, maravillado por lo que sus ojos eran capaces de ver.

- esto es tan irreal... Hace tiempo que estoy aquí pero todo es tan parecido a la tierra que normalmente olvido que ya no estoy allí.

Wheren se rascó la barbilla incómodamente y volteó a ver el cielo, escapando de Oliver y la culpabilidad que sentía cada vez que le revelaba información.

- nosotros... - sus labios se despegaron aletargadamente para dejar fluir la congestionada voz del capitán, ronca y profunda como un narrador de antaño - es intencional, nuestra arquitectura está basada en las grandes ciudades de la tierra, llenamos los alrededores con múltiples especies de flora y fauna terrestre, el interior de nuestras casas contiene amoblado similar al estilo humano e incluso cuidamos la comida... Usamos recetas populares para que ustedes no... Para que ustedes... - la última frase murió en su garganta, eran pensamientos muy oscuros, partes aterradoras de la historia que los Saturnianos se esforzaban en borrar a los ojos humanos, pero la mirada de Oliver era incluso más persuasiva que cualquier castigo real, su sola presencia presionaba los nervios y la culpa en el capitán - hace mucho tiempo, varias generaciones atrás, durante los primeros intentos de repoblar el planeta, muchos terrícolas entraban en una profunda depresión, colapsaban o se suicidaban al poco tiempo de parir, los registros dicen que sin importar cuánto lo intentaran, jamás se adaptaban al nuevo ambiente, pasaban por tanto estrés que sus mentes enfermaban y jamás sanaban... A veces tengo miedo de que tú también...

Oliver enmudeció conmocionado por la noticia, no sabía qué decir o hacer para apaciguar el dolor de su amado. wheren se atragantaba con sus palabras, tenía los ojos clavados en el cielo, específicamente en una luna brillante opalina dos veces más grande que el resto. Sus ojos parecían llenos de recuerdos lejanos, eran hermosas bóvedas impenetrables que resguardan tantos secretos... Oliver confiaba en que algún día, a su tiempo, el capitán le revelaría poco a poco cada uno de ellos, pero por ahora le bastaba solo estar a su lado. Tomó la mano del capitán y entrelazó sus fríos dedos. El silencio reinó el ambiente y dejaron que el sonido de sus respiraciones llenara el espacio. Oliver se llevó la mano de wheren a sus labios y besó dulcemente el dorso.

- tú me haces felíz.

El capitán contempló a su pareja perplejo, no encontró rastros de mentira en sus palabras, solo una mirada brillante y limpia. Fascinado hasta los huesos, Wheren sonrió y acarició la blanda mejilla con cuidado. La suave y fría sensación de su piel le confirmó que aquel precioso ser era real.