CAPÍTULO 11

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Adriana abre los ojos, un poco desorientada y siente el peso en su cintura. Estaba rodeada por un brazo, bastante fuerte y tenía la típica sensación que da después de pasarse de tragos.
Se remueve ansiosa y el brazo que la rodeaba cae a su lado, levanta la mirada y se encuentra con el rostro tranquilo de Fernando dormido. Se le quedó mirando y su mente solo podía recordarle los labios que ahora solo intercambiaban aire sobre los suyos.

Pasaron aproximadamente unos ocho minutos que Adriana sintió como varias horas y como si fuera un reflejo Fernando se despierta la envuelve con el brazo que reposaba cerca a su cintura, la acerca y le da un beso, con los ojos cerrados. Adriana cerró los ojos también y se dejó hacer.
—Disculpa, disculpa, no, no, no, no, estaba despierto, perdón...— le decía Fernando de manera nerviosa a Adriana mientras se levantaba de la cama y desaparecía tras la puerta del baño.

Así pasaron sin cruzar mucho palabras, mucho menos la mirada en los próximos 3 días que estuvieron en el distrito. Solo hablaron lo estrictamente necesario y de más cada uno solo escuchaba la voz del otro cuando hacían llamadas.
En el carro de regreso, ella se durmió la mayoría del viaje y solo cruzo palabras con el conductor.

— Me gusta este lugar, tienen el arroz recién hecho más sabroso del mundo. Vamos a parar unos 30 minutos, comemos y seguimos, bájese que usted también tiene que comer. — No miró hacia atrás donde estaba Fernando, simplemente se bajó del carro y camino hacia la cafetería. Cuando estaba formando la fila para ordenar su comida, se le acercó un señor algo mayor, le preguntó :

—¿Tu eres Dyjon, Adriana Dyjon, estás sola por este distrito? — Adriana lo miró al inicio con una sonrisa que poco a poco se ve apagando mientras veía la malicia crecer en los ojos de ese desconocido.
Cuando miró hacia la puerta de la cafetería se percató que estaba lejos para huir, que el conductor apenas se estaba bajando del carro.
— No, ella no está sola Ducroi, puedes quedarte quieto. Nunca ha estado sola — escuchó la voz firme, muy agresiva, de Fernando detrás de ella.

El señor se dio cuenta y empezó a reír de manera nerviosa y muy perturbadora. —¡Si es el chico, Fernando Gomen! Cómo estás muchacho muy feliz que estés de regreso en esto, en el distrito 2 y en otro bando. — Siguió sarcásticamente el señor que ahora Adriana había descubierto que llevaba como nombre o apellido Ducroi.

—El otro bando, hermano, no existe, esta facción son los que están y los que ni siquiera aparecen en las páginas amarillas — respondió nuevamente Fernando a los ojos de Adriana que no entendía nada, ella simplemente se fijó en la comida, avanzó en la fila y ordenó.

— Ya has visto que ya no es lo mismo, que no puedes estar sola por ahí y que yo estoy aquí para cuidarte — un escalofrío paso por su espalda, cuando sintió la voz de Fernando en su oreja y el calor de su cuerpo cerca de ella.
— Soy una Dyjon, lo último que necesito es que un niño como tú me cuide. — le respondió bastante fastidiada de todo el teatrito, de sus cambios de humor.

El solo se le quedó mirando, profundamente, la desnudó con la mirada, sus ojos tenían especial atención a sus labios. Pero ella lo miró, quitó la cara y siguió caminando.
Terminó de comer, se montaron al auto de regreso y siguieron en camino a casa. Adriana se quedó dormida hasta que su sub consiente escucho a Fernando decir: —Puedes irte a descansar Mario yo me encargo de subirla a casa, gracias —

Estaba muy cansada para resistirse, Fernando tomó sus piernas y la tomó en brazos, cargada entro al apartamento y llamó el ascensor.

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⏰ Última actualización: Aug 27, 2019 ⏰

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