Capítulo 12

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Los finos troncos de los árboles me rodean difuminados por la oscuridad tan densa como la tinta y el silencio más absoluto

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Los finos troncos de los árboles me rodean difuminados por la oscuridad tan densa como la tinta y el silencio más absoluto. Mismo bosque. Mismo sueño. La única diferencia es que, esta vez, él no acecha entre las sombras.

Tan sólo hace falta un lento movimiento a mi espalda, que remueve varios mechones sueltos de mi cabello, para saber que está detrás de mí. Me niego a cometer el mismo error que la última vez. ¿Dejarme atrapar sin oponer resistencia como un niño asustadizo? No, ese no soy yo.

Con un movimiento rápido, me giro y lanzo el puño hacia delante. Inclinando su cuerpo hacia un lado, él lo esquiva fácilmente y a continuación contraataca. Se lanza hacia mí intentando atraparme entre sus fuertes y voluminosos brazos, pero de forma hábil me escabullo y le asesto una patada en el estómago. Apenas consigo moverlo del sitio, pero emite un quejido de dolor que me hace sentir orgullo. A pesar de mi golpe certero, no pierde el ritmo y antes de que pueda darme cuenta caigo duro contra suelo. El aire se escapa de mis pulmones dejándome sin aliento. Involuntariamente, mis ojos se han cerrado durante la caída y, cuando los abro, él está sobre mí.

— Eso ha estado bien, pero debes trabajar más en tu defensa —su voz suena divertida y demasiado próxima a mi oído.

Tomo una gran respiración intentando recuperar el aliento perdido con el fuerte golpe y, al ascender, mi pecho se encuentra con el inamovible muro que forma su cuerpo a mi alrededor. Apenas soy capaz de ver algo más de él que sus anchos hombros y la parte superior de su espalda desnuda. Su rostro se mantiene oculto en la curvatura de mi cuello y la oscuridad que nos rodea se interpone como un velo dificultando mi visión. Durante la breve pelea, mi mente intentaba buscar una debilidad que pudiese explotar y mis ojos caían allí donde intentaba dirigir los golpes, por lo que no me fije en su aspecto. 

— No lo comprendo —confusión y frustración nunca fueron una buena combinación —. Este es mi sueño. Se supone que yo lo controlo. ¿Por qué estás aquí?

Su cálido aliento se desliza sobre mi piel mientras que su respiración profunda se escucha junto a mi oído. El calor que desprende ahoga mis sentidos y me remuevo sobre la tierra ligeramente húmeda intentando no rozarlo. Su proximidad me impide pensar como quiero o, más bien, como debería.

— Este no es tu sueño —murmura —. Es nuestro.

— ¿Nuestro?

Las palmas de sus manos manchadas por la tierra se mantienen a ambos lados de mi cabeza. Flexionando los codos se suspende en el aire sin dejar caer su peso sobre mí y durante todo este tiempo su rostro permanece oculto a mis ojos.

— Yo también pensé que estos sueños me pertenecían. ¿Qué otra explicación podría haber para que aparecieses en mis fantasías? Tú... mi más oscuro deseo... Pero he acabado dándome cuenta de que no es posible.

— ¿Por qué estás tan seguro?

— Porque, si únicamente yo tuviese el control de lo que ocurre en este sueño, hablar...—su nariz se desliza delimitando la sensible piel bajo mi oreja e inhala como si quisiese atrapar mi esencia —...no es lo que estaríamos haciendo en estos momentos.

El señor de los lobos -YoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora