Mi insensatez e imprudencia casi me cuestan la vida en territorio dominado por lobos. ¿Quién pensaría que hay algo de compasión en su naturaleza animal? ¿O es que acaso hay mucho más oculto tras sus garras y fauces? Ahora estamos enlazados de una fo...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Actualmente, mi embarazo ha progresado hasta su cuarto mes y cada día que pasa se me nota más. Pronto la gente va a empezar a preguntarse el porqué de mi reciente obsesión con las chaquetas anchas cuando siempre he tratado de llevar mis brazos al descubierto para sentir la brisa en mi piel cubierta por las marcas de unas garras.
Hoy he decidido que ya lo he retrasado lo suficiente y es por ello que me encuentro en casa de mis padres. Sentados alrededor de la mesa de la cocina trato de masticar los guisantes de la cena a pesar de que los nervios revuelven mi estómago matando así mi apetito.
— ¿No tienes hambre, cariño? —pregunta Kim Seokjin, mi padre, observándome con perspicacia a mi derecha —. ¿Va todo bien?
— Si te has cansado de vivir en el bosque puedes volver inmediatamente a casa —interviene mi padre sentado a mi izquierda.
— ¡Namjoon! —exclama mi padre indignado dejando su arrugada servilleta con fuerza sobre la mesa provocando el tintineo agudo de los platos y vasos —. Me habías prometido que dejarías el tema.
Mi padre coloca las palmas de sus manos sobre la madera deteniendo así la vibración y mira a mi padre doncel con intensidad.
— Lleva meses ahí fuera rodeado de bestias y pasando Dios sabe cuántas penurias. Creo que ya ha dejado claro su punto... ¡Tiene la tregua que quería!
Los labios de mi padre se presionan con fuerza claramente molesto por la actitud de mi padre.
— Habíamos quedado en que no lo presionaríamos. Jimin volverá a casa cuando él lo desee, ya es un hombre adulto.
Sus voces se vuelven cada vez más elevadas avecinando una fuerte discusión, así que me veo obligado a intervenir para calmar las aguas antes de que se desate el vendaval. Me aclaro la garganta y, entonces, recuerdan que sigo ahí sentado junto a ellos.
— Cuanto lo siento, cariño —se disculpa mi padre inmediatamente con su rostro inundado por la vergüenza —. No queríamos hacerte sentir incómodo, ¿verdad, Namjoon?
Mi padre se encoje ante la mirada que le lanza mi padre doncel y refunfuña de forma baja. Jin resopla.
— No puedo volver a casa — confieso tras unos minutos de incómodo y denso silencio.
— ¿Cómo que no puedes? — pregunta mi padre frunciendo el ceño y girando todo su cuerpo sobre la silla para prestarme atención.
Suspiro. Sabía que esta conversación no sería fácil. Lo que he venido a decirles no va a gustarles.
— ¿Jimin? —susurra mi padre cada vez más preocupado cuando no contesto a la pregunta.
— No puedo dejar la manada
Mi postura es recta sobre la silla mientras me enfrento a la penetrante y confusa mirada de mis padres. Mi torso está cubierto por una pesada chaqueta.