— ¿¡Dónde está!? ¡Quiero verlo!
La voz de mi padre resuena desde el exterior del bar.
Sin saber dónde llevarme, ya que mi casa no era una opción, los cazadores pensaron que lo mejor era traerme a la pequeña y única taberna que hay en el pueblo. El dueño casi se ahoga con su pipa cuando me ha visto entrar flanqueado por el hombre barrigudo y su compañero. Unos pocos minutos le han bastado para sacar a patadas a los cuatro clientes dispersos por el local que llenaban sus estómagos de cerveza aguada y vino caliente.
— Aquí tienes, cariño —el tabernero, con voz amable y mejillas sonrojadas, por los diversos tragos de vino que le habrá dado a su bota durante mañana, me ofrece un vaso de agua que bebo bajo su atenta mirada.
— Gracias
El hombre asiente y se aleja volviendo a su lugar tras la barra. Todo a mi alrededor está hecho de madera. Desde el suelo hasta el techo, incluyendo mesas y sillas.
A pesar de su aspecto algo descuidado es acogedor... si no nos fijamos en las numerosas cabezas disecadas que cuelgan de las paredes. Después de todo, este es un pueblo de cazadores y es costumbre exponer la pieza más impresionante que se haya conseguido tras la temporada de caza. Osos, alces, ciervos, jabalíes e, incluso, un solitario lobo. Sus ojos oscuros y sin brillo me obligan a apartar la mirada al imaginar a Hoseok en su lugar.
— ¡Es mi hijo, joder! ¡Apártate de mi camino!
Se escuchan ruidos de forcejo y después un golpe sordo. Los pasos resuenan hasta que finalmente la puerta de la taberna se abre de forma brusca golpeando la pared. El sonido atraviesa las tablas de madera del establecimiento sobresaltándome y sacándome fuera del asiento rígido sobre el que me encontraba.
Frente a mí, mi padre se detiene con las piernas separadas y los pies bien clavados sobre el suelo. Contiene el aliento cuando sus ojos caen sobre mí y ambos parecemos quedarnos congelados. Demasiados meses han pasado desde la última vez que lo vi, aun así, todo parece igual. Sobrepasando los cincuenta años es un hombre delgado pero con algunos músculos y de estatura alta. Suaves arrugas surcan su frente y el número de canas que pueblan su cabello oscuro parece haberse incrementado, siendo este el único cambio que llego a atisbar.
— ¿Jiminie ? —susurra finalmente dudoso.
Mis manos tiemblan al escuchar su voz y las lágrimas inundan mis ojos. Lo he echado tanto de menos.
— Papá
En pocos segundos acorta el espacio que nos separa y me estrecha entre sus brazos. Me aferro a él como si fuera un salvavidas que me mantiene en la superficie y, enterrando mi rostro en su vieja camisa de algodón, me permito hacer algo que he estado conteniendo durante mucho tiempo.
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El señor de los lobos -Yoonmin
FanfictionMi insensatez e imprudencia casi me cuestan la vida en territorio dominado por lobos. ¿Quién pensaría que hay algo de compasión en su naturaleza animal? ¿O es que acaso hay mucho más oculto tras sus garras y fauces? Ahora estamos enlazados de una fo...