Quinta mentira.

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— ¿Ya nos vamos? —me pregunta Zack como un cachorro a su dueño, acaricio su cabello al colocarme de puntillas, negando con la cabeza.

— Lo siento, tengo algo que hacer, así que esta vez no volveré con todos —sonrío, y él asiente algo confundido, por ser la primera vez que ocurre.

— ¿Qué harás?

Tengo que buscar algunos libros en la biblioteca —digo, con mis orejas rojas, escondidas entre mi cabello.

— No vuelvas tarde o me preocuparé —revuelve mi cabello como yo hace un momento, dando la vuelta y yéndose con Maka y ellos.

Suspiro algo nerviosa. No iba a decirle a Zack que saldría con Kid, ya que él se toma ese tipo de temas muy en serio, y aún no había nada romántico, así que prefería evitarme la molestia.

Devuelvo mis pasos hacia el interior del Shibusen, observando a Liz y a Patty caminar fuera hablando de algo que no logro escuchar.

— ¿Saben dónde se encuentra Kid? —pregunto reteniéndolas.

— Dijo que te esperaría en el aula, ya que aún tenía que acomodar algunas cosas —veo a Patty hacer algunos movimientos como si tratase de imaginar lo que estará haciendo Kid, y logro identificar cómo empuja un mueble. Río ante esto, y luego de una pregunta por parte de Liz que respondo de la misma manera que a Zack, me despido.

Camino hacia el aula en la que ambos estudiamos, y al entrar sin tocar la puerta veo que las predicciones de Patty son verdaderas; acomoda el escritorio y algunos asientos que habían sido movidos —la banca entera— para que quede totalmente simétrico.

Cuando termina, aplaudo para reconocer su trabajo. Realmente, su obsesión hace que las cosas se vean realmente ordenadas y geniales.

— ¿Vamos? —pregunta, bajando desde donde estaba hacia mí, feliz de que alguien sepa reconocer lo que hace.

— Con gusto.

— Entonces, cuando salimos, volteamos para admirar la simetría, ¡y se derrumbó! —lloriqueó el shinigami mientras terminaba de contar el cómo tuvo que iniciar de vuelta el conteo de sus almas

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— Entonces, cuando salimos, volteamos para admirar la simetría, ¡y se derrumbó! —lloriqueó el shinigami mientras terminaba de contar el cómo tuvo que iniciar de vuelta el conteo de sus almas.

— Oh no, eso es realmente triste. Una estructura tan perfecta... —bebo un poco de mi café con mirada preocupada, y él asiente repetidamente, concordando conmigo.

— Soy una basura, destruí una pirámide que era completamente simétrica...

— Todos cometemos errores, no te preocupes —acaricio de forma superficial el cabello del chico, dándome cuenta de mis acciones poco después y separando la mano de forma lenta.

— Está bien, está bien —tomó un poco de su café, apoyando sus codos sobre la mesa—. Basta de mí, cuentame una de tus mejores anécdotas.

— Umh... —coloco mi mano en mi mentón, pensando en qué podría decir en estos momentos.

A mi mente viene el momento en el que les dije a mis padres que iría a vivir con Zack, pero lo descarto, es demasiado vergonzoso.

— ¡Ya sé! —doy un último trago a mi café antes de hablar, dejando la taza vacía de vuelta en la mesa—. Obviamente, tuve que mudarme aquí desde Japón, pues resulta que cuando iba a tomar el avión, me dijeron que el vuelo había salido hacía doce horas, porque yo había confundido las 6 am con las 6 pm.

Veo a Kid aguantar una risa, y río recordando que tuve que comprar otro boleto y mi madre me acompañó para que no cometiera nuevamente un error de ese tamaño.

— Soy bastante distraída —ambos reímos por mi confesión, y por primera vez en mucho tiempo, mi corazón realmente está tranquilo a su lado.

「Mentiras | Death The Kid」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora