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— Oh, veo que ya estás despierta —la enfermera Nygus entra a la habitación aproximadamente diez minutos después de que abro los ojos. Esta vez, soy capaz de ver con claridad todo.

Al frente mío, la estantería de medicinas está ordenada de forma simétrica, y sonrío sabiendo que fue Kid quien lo hizo así.

— ¿Cómo dormiste?

— Bien. No hay complicaciones, ¿cierto? —ella asiente ante mi pregunta—. ¿Cuánto tiempo dormí?

— Dos días entero, y diría que otro medio día, ya que son las nueve de la mañana.

— ¿Por qué ha sido tanto tiempo?

— Últimamente no duermes demasiado, ¿verdad? Se vuelve evidente al ver cómo las ojeras en tus ojos han crecido en las últimas dos semanas —revisa algunas hojas encima de un escritorio, buscando una en específico—. También te sobre esforzaste, considerando las heridas que se provocaron en tu cuerpo, debiste detenerte cuando tosiste sangre —alzó una hoja con varias cosas escritas, entregándomela—. Es tu expediente médico, avisaré a tus amigos que ya has despertado.

Asiento, sin saber qué decir realmente. Leo el papel que me entrega mientras sale del lugar. No hay mucha información relativamente importante, en realidad.

Tipo de sangre, glóbulos rojos y blancos en cantidades normales, y muchas cosas más en idioma de enfermeros. Realmente no entendía la mayoría de términos, aunque a fin de cuentas, decía que no tenía nada malo.

Me recuesto sobre la camilla, observando directamente a la ventana de la habitación. El sol brilla con intensidad, junto a aquella sonrisa que siempre tiene en el rostro.

No pasa mucho tiempo cuando la puerta se abre nuevamente, entrando por ella la razón de mis desvelos.

— Oh, es verdad que despertaste —es lo primero que dice, cerrando la puerta tras de sí y tomando asiento en una silla que se encontraba allí—. Me alegro que estés estable.

Asiento sin poder responder. Mis mejillas arden y mi corazón late desenfrenado. Luego de haber aclarado mis pensamientos, estaba consciente lo que sentía por el Shinigami, pero aquello me lo guardaría solamente para mí.

— Nygus-sensei dijo que estabas bien, pero que no debías hacer demasiado esfuerzo, ya que las heridas, aunque son pequeñas, podrían abrirse en cualquier momento y te haría daño más duradero.

— Dijo que la razón de mi desmayo fue el sobre esfuerzo —hablo, acomodando las palabras para poder formar algo coherente—. Pero estoy bien, a fin de cuentas.

— Y eso es realmente bueno —me observa fijamente, y lo veo abrir su boca con intenciones de hablar, pero es interrumpido por la puerta abriéndose.

Todos los demás entran, eufóricos de verme despierta.

「Mentiras | Death The Kid」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora