Apocatástasis.

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—Ya no te creo... ¡Ya no te creo!

Azotó la puerta tras de sí y el cristal de la botella se desquebrajó junto a ella.

Me tambalee furioso en mi lugar.

Solo eso bastó. Un grito, una puerta y un viaje lejos de ti, sepultando con el tiempo eso a lo que nunca aceptamos ponerle nombre. ¿Lo habrás sabido en ese tiempo? En el que seguramente dormías bajo un techo, te cubrías con mantas y despertabas hasta que pasaba el alba. Mientras yo dormía con un ojo abierto, despertaba al atardecer y dormía al amanecer.

Un tiempo atrás, mientras conocía a nuestra familia, envolviéndome por el pelaje oscuro de la Mafia, conocí algo de ti que no imagine: No decidiste ser así. Yo decidí esta vida... pero tú no. Ahora, aunque no ha pasado mucho tiempo, puedo entender la diferencia entre nosotros. Mientras yo era libre escabulléndome de la policía, sin herir a nadie, tú disparabas a diestra y siniestra perdiendo en cada bala la empatía inocente de un niño. Pero Dazai, incluso eso tenemos en común.

Yo no nací en la luz pero aun no era engullido en la oscuridad.

Ahora que lo estoy, que vuelvo a mirar esa puerta esperando a que regreses, deseando que vuelvas a mí, logro comprenderlo al fin.

Naciste en la oscuridad de un mundo negro, yo nací en un mundo gris.

El Ejecutivo más joven, ¿Qué precio debes pagar para esos honores?

Suspire y me senté en el viejo sofá empolvado por los años. Cerca de la puerta, donde aún podía mirarla.

¿Ser el Doble Negro una vez más significó algo para ti?

Siempre me pregunto cosas que jamás obtendrán tu respuesta, cosas que nunca quisiera preguntarte en realidad. Incluso en esas ocasiones en las que los viajes nos obligaban estar lado a lado o cuando caminábamos por las calles del puerto mirando la oscuridad volverse luz. Nunca hablamos de estas cosas.

El Demonio Prodigio de la Port Mafia te llamaban. Para mí solo fuiste Dazai, el niño al que nunca puse honoríficos, el adolescente molesto al que nunca llame por su nombre, por mucho que me llamases por el mío.

No te extraño. No te quise, jamás lo hice. Pero ahora estoy aquí, admirando esa puerta que sé que no se abrirá. No volverás a mí porque te fuiste para no mirar atrás. Me traicionaste pero no exclusivamente a mí, nos traicionaste a todos. Jugaste con todos. Tus palabras son venenosas.

Conocernos no fue placentero, pelear contigo fue éxtasis, discutir y golpearnos fue exquisito.

Besarnos bajo el sol fue traición.

Besarnos bajo la luna fue complicidad.

Recargo mi cabeza contra el mueble a mi espalda y me sumerjo más en mi anochecer. El sol ilumina las ventanas y los transparentes periódicos pegados en las ventanas.

Me fundo con mi luminoso anochecer en el que siento tus labios besarme con el pecado de la luz calentándolos.

Tomas mis mejillas y ahuyentas la oscuridad.

Vuelvo a sentirme como en el puerto, Dazai, donde mi oscuridad te engulló.

Tu luz artificial me quema.

Vuelvo a ti en esta vieja habitación donde te vi por última vez cuando aún éramos niños.

Algente. ||Soukoku||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora