Sempiterno

284 48 1
                                        

Me quedé mudo aquélla noche en el barco. Frente a ti, llevando ese traje negro al que tanto estuve acostumbrado a verte portar, rodeado de Mafiosos, Agentes y Policias. Militares en las orillas. De repente la luna me pareció un astro fantasioso, de esos que las luces parecen estrafalarias y alucinantes, bailando con su aura luminosa entre tus cabellos que se veían brillantes, aún cuándo siempre me parecieron opacos. Por un momento la piel de tu rostro me pareció tan tersa, delicada y perfecta.

Tú respingada nariz se veía tierna y tus pómulos palidos se veian calidos bajo una piel resplandeciente. Me quede mudo, dándome cuenta de aquello por la brisa acariciando mis cabellos sin el sombrero que había estado portando. Mudo sin poder alejarme de ti. Tenía una razón para estar allí, arrancado de la rabia, curiosidad e incertidumbre me movi entre la multitud, arrastrandome entre los cuerpos oscuros de mi organización —y cuánto me costó acostumbrarme a llamarla así—, de nuestra organización hasta llegar a ti que me dabas la espalda frente a un par de hombres que no reconocí. Dejando una copa sobre la charola de la mesera. En ese instante, aún cuándo no me atreví a avanzar, sentí la rabia burbujeando en mi garganta pronta a hacerme explotar en improperios sin fundamentos. Sentía que me lo habías arrebatado de nuevo.

Que la corona me había sido robada... otra vez.

Pero entonces, antes de dominar a mis demonios, te giraste. No sé si fue porque aquellos hombres te avisaron o si por alguna razón que desconozca pudiste notarme, pero de pronto ahí estabas tú. Sin que lo notara siquiera. A menos metros de distancia de los que habían y sin aquélla mirada divertida pero amarga que siempre has hecho cuando me veías.

Entonces no lo supe, Dazai. Pero mi cuerpo lo sabia y, si es cierto lo que Kouyou-nee ha dicho esta mañana, nuestras almas lo sabían.

Y por supuesto, como siempre fuiste tan brillante, tú lo sabías.

Estoy seguro que, mientras yo te escrutaba en silencio, debiste mirarme igual, delineando mi silueta, cada pliegue, tinte y sombra sobre mi ropa y piel que acariciaban las lineas palidas de la luna.

Yo no sé lo que habrás visto en mi. Ni siquiera es remotamente similar a lo que yo vi en ti.

Y esa razón que me había impulsado se volvió obvia dejandome comprender que no era aquella rabia injustificada que yo fingia justificar la que me había impulsado, aquella latía en mi corazón que se había detenido palpitando en mi garganta y picando en mis manos.

Te veia tan joven esa noche pero cuándo recorrí tu piel simplemente me atasque en ths ojos. Esos orbes oscuros que al igual que tus cabellos siempre me parecieron opacos.

Titilaban deteniendo mi respiración esa noche.

Y por un momento sentí que había encontrado algo que había perdido.

Tenías los labios ligeramente curvados pero no sonreías en realidad, no. Símplemente, y aún ahora me cuesta creerlo, parecias completo con tan solo mirarme. Yo no lo entendí. Creo que aún no soy capaz de hacerlo, no otra vez. Y sentí tanta rabia después de verme obligado a marchar, de romper aquella conexión que parecia tan sureal, que los sentimientos me abrumaron, manchando aquélla amarga resolución por la que tanto luche por sepultar.

Enfadado, fuiroso y envuelto en un completo pánico cuándo me quedé solo en la habitación del barco después de verte, dejando fluir mi verdadera naturaleza rabiosa, herida y sola. Así lo comprendí.

"Chuuya... " dijiste, como si el aliento te fuera robado por la brisa y ma neblina de mis ojos te hubiese consumido con tan solo mirarnos.

Cubierto en negro descubrí que tu sangre ya no lo era.

Y en esta oscuridad maldigo, frente a la ventana que tinta tú ciudad, lo mucho que seguiré amandote.

Con una copa en mis manos.
Los rascacielos coloreando mi rostro. Postrado en esta silla vieja.

Cubierto por mi tristeza manchada.

Algente. ||Soukoku||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora