Capítulo 27

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Tres fuertes golpes en la puerta se propagan como eco dentro de mi cabeza.

El dulce sueño con mi familia está siendo interrumpido, trato de cubrir mis oidos con mis brazos pero la intensidad aumenta.

-¡Helena, abre la maldita puerta!-escucho de fondo gritos desesperados, es la voz de Alexánder, dios mio ¿este hombre siempre debe andar enfadado por algo?

sin abrir mis ojos me incorporo en el asiento, donde un punzante dolor en mi espalda se manifiesta con dureza, mientras los fuertes llamados de advertencia de Alexánder se intensifican abro lentamente los ojos, lo primero que veo son las copias de los resultados del análisis de sangre, me debí quedar dormida mientras los imprimía, trabajé toda la noche en las muestras y finalmente cuando tendría los resultados de ADN la resistencia de mi cuerpo desapareció.

-¡Helena! sacare a mi lobo y tumbaré la cabaña si es necesario- escucho a Alexander gritar desde fuera ¿que es esto?¿el cuento de los tres cerditos?

-voy-respondo con mi voz ronca, sin poner mucha atención en mi apariencia pronto abro la puerta, enfrentándome a Alexander con su respiración alterada, su ceño fruncido y sus puños apretados.

-¡maldita sea Helena! ¡creí que te había pasado algo, no puedo dejarte sola por que mira lo que sucede!- me grita tomándome fuertemente del brazo.

-suéltame, me estás lastimando- le grito, es la única manera en la que entre en razón, su fuerza es brutal, siento como las venas y arterias se taponan por la presión que ejerce.

-¿te parece que te estoy lastimando?-grita aun más fuerte seguido de clavar sus uñas en mí, veo sus manos y el lobo interno que tiene sale a luz, sus uñas han crecido, le miro a los ojos y son de color rojo sangre.

-Alexander por favor, me estás haciendo daño, perforarás mi piel-las lágrimas por desesperacion y nerviosismo inundan mis ojos ¿que he hecho? me quedé dormida con la puerta cerrada, tan solo eso, no he hecho nada malo, debo salir de aqui, debo encontrar la cura.

-Alexander, hijo por favor cálmate, la vas a matar si sigues- la madre de Marie toma a Alexander del brazo llamando su atención, como si fuera una orden Alexander me suelta de su agarre y sin decir una sola palabra da la espalda y se va.

mirando con nerviosismo mi inflamado brazo veo las marcas que empezaban a dejar las uñas del lobo, la figura de su mano sigue plasmada en mi piel, esto es tóxico, es un loco, no me quedaré a ver lo que puede hacer en un momento en el que estemos a solas nadie podrá salvarme de sus garras.

lo peor de todo es que no estaba solo, uno de sus omegas estaba trás de él, junto con un hombre que solo se limitaba a observar, Tony está aquí, Marie y su madre también, y solo uno de ellos se atrevió a decirle algo, es tanto el poder de Alexánder que nadie es capaz de decir algo ante el maltrato que me da.

todos me miran callados y con cara de lástima, todos excepto uno, el hombre que jamás había visto, el aunque sin decir una sola palabra con su rostro expresa su rabia por lo que acaba de pasar.

-Luna, aquí está el biólogo que solicitó, es el mejor de la ciudad- el omega suelta el brazo de el hombre desconocido que al parecer es un científico, por fin un humano.

-bienvenido-le digo amistosamente, se cómo se siente ver estas cosas tan extrañas a la primera.

-¿Luna necesita algo?-pregunta Marie 

-¿podrías traernos desayuno por favor? a los dos- le indico mientras tomo el pomo de la puerta intentando cerrarla pero el omega pone una mano en esta evitando que termine de hacerlo.

- está prohibido dejarlos a solas, es orden del alpha- ¿que? es un obsesivo.

- qué patético ¡vamos a trabajar! soy la luna, ¿acaso no debes hacer lo que te digo?-le desafío.

El Alpha De BrookhillDonde viven las historias. Descúbrelo ahora