La fiesta
(Marcus)
Tres días más pasaron sin ninguna noticia de Sean.
La tarde después de su desaparición, me aventuré en ir a Las Cloacas en solitario para ver si tenía suerte y sacaba alguna información por mi cuenta; pero lo único que conseguí fueron un par de portazos en la cara y una pelea con un trío de vampiros enviados por Sera. Así que preferí dejárselo todo a los amigos de mí novio.
John, leal como acostumbraba, era el que más informado me mantenía de sus infructuosas incursiones a la zona. Aunque ni que decir tiene que por parte de Ben no sabía absolutamente nada.
Por suerte, Natalie fue la que me trajo buenas noticias a media mañana del cuarto día sin Sean.
A esas alturas, yo era un alma en pena hundido en el sofá, aferrado al teléfono móvil y a las fotografías que ya no estaban sobre la mesita de centro, sino entre mis manos. Apenas había conciliado el sueño en esos días, esperando y suplicando por lo que por fin Natalie me proporcionó.
Su pelo era de distintas tonalidades de azul. Su mullido abrigo de color lila suave y llevaba unos pantalones azul cobalto metidos por dentro de las botas de lluvia de un brillante rosa.
–Traigo información muy interesante—dijo palmeando mi pecho al cruzar la puerta y se sentó cómodamente en el sillón.
–Pues ya estás tardando en contármela—cerré la puerta y la seguí.
–He tenido que hablar con muchas personas, como ya sabrás. Pero nadie decía una palabra.
–John me dijo exactamente lo mismo. Parece que a Sean y a su madre se los tragó la tierra. Eso... O la señora Láng ha hecho callar a todo el mundo.
–No andas desencaminado—dijo Nat alzando los pies y apoyándolos sobre la mesita. –Las brujas sabían perfectamente a quién estaba buscando. Rehuían responderme, me daban largas e incluso cambiaban de tema. Una hasta me vendió un talismán. Mira qué bonito—añadió y sacó de su bolsillo una piedra redonda de color blanco y reflejos azulados. –Me dará buena suerte en el amor.
Alcé una ceja cuando ella me lanzó un beso volado.
–¿Puedes ir al grano? –Nat entrecerró los ojos. Le había molestado que no elogiara su nueva adquisición y la volvió a guardar en el abrigo.
–Resumiendo. Que intentar averiguar algo en el mundo de las brujas es como intentar infiltrarse en una organización mafiosa. Prima la ley del silencio.
–Omertá—añadí plenamente consciente de lo que eso significaba: otro día perdido. Decepcionado, me senté en la mesita, colocando los pies de Natalie sobre mis muslos.
–Aunque eso no quiere decir, que ésta que está aquí no haya conseguido escuchar por casualidad una conversación que no debía escuchar—dijo en un tono de fingida inocencia. Yo tuve que sonreír.
–¿Conoces el paradero de Sean?
–Oí algo sobre una fiesta de cumpleaños la noche de Halloween. ¿Se te ocurre alguien que cumpla ese día?
–Mucha gente cumple años ese día, Nat.
–Una de esas magas hablaba de la fiesta. No creo que sea el cumpleaños de cualquiera—aclaró con sorna.
–No sé yo—dije nada convencido.
–Oye, en vista de que no nos hablarán de esa celebración, Ben ha decidido pedir ayuda a alguien más. Alguien no tan apapachable y peludo como nosotros los licántropos, pero también mola.
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Colmillos Rotos (Slash//Yaoi)
RomanceEsta es la segunda parte de la historia titulada ''Colmillos de Plata''. Marcus y Sean por fin pueden disfrutar de su relación de pareja. Las cosas parecen irles realmente bien, y el vampiro no puede creer que tenga tanta suerte. Hasta que alguien d...