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Confundido era poco para describirlo, un estado de shock tampoco se le acercaba.

¡¿De donde mierdas apareció ese?! Más importante, ¿Donde estaba Koya?.

Jin estaba sentado en el piso por la caída, no creía lo que veía, por varios segundos se planteó el haberse golpeado en la cabeza al caer y estar inconsciente, desecho la idea al darse cuenta de que lo empujaron, o sea, su pequeña "alucinación" comenzó antes de caer.

Unos ojos lo miraban con enfado, en la cama había sentado un cuerpo que parecía ser de su estatura, piel morena, ojos profundos, un pendiente de koala en su oreja izquierda, vestía con pantalones de mezclilla y una camisa negra, su pelo... Su pelo era gris, y Jin mentiría si dijera que no se preguntó cuán suave era, súper despreocupado, un completo extraño en su casa y el quería saber la suavidad de su pelo, Jin se autofelicíto y recrimino por su excesiva calma.

-¡No te nos acerques cuando nos dejaste abandonados por un idiota!-. Su voz, su grave voz hizo que a Jin le dieran escalofríos y reaccionará.

¡Habia un desconocido en su casa! Pero no tan desconocido.

Podía ver sus ojos y reconocerlos igual que la mirada de Koya, le transmitían los mismos sentimientos, lo cual era muy raro y de cierto modo normal.

Pero era confuso, ¿Por que su amiguito se transformaría en una persona?... Aunque, teniendo a un Koala que cambia de tamaño, sus amigos con otros animalito raros que también hacen cosas raras, no le costo mucho adaptarse a esa rara y confusa idea.

-¿Por qué me empujaste imbécil?-. Jin se levantó y lo miro, dudó de si era buena idea llamarlo por el nombre de Koya.

-Creó que varias veces te demostramos el desacuerdo que teníamos a que nos besarás, fue tu culpa, te lo ganaste-. El tono de su voz se suavizó pero lo seguía viendo con molestia.

-Tal vez si me hubieran... o hubieras, no tengo la menor idea de como referirme a esto ahora pero si me hubieran dicho que se transformarían cuando lo hiciera, tal vez no lo habría hecho.

-Mentiroso, lo hubieras hecho sólo para acallar tu curiosidad, te conocemos lo suficiente para saber eso, no mientas con cosas que ni tu te crees.

El silencio reino en la habitación por varios segundos, Jin no lo quería admitir pero aquel sujeto tenía razón, él lo hubiera besado sólo para saber si se transformaría, que cosas tan alocadas pasaban en su vida.

El silencio se mantuvo hasta que el sonido del estómago del moreno interrumpió. Jin recordó que Koya se fue sin comer y se volvió a sentir culpable.

-Ven conmigo-. Se dirigió a la puerta y se detuvo al ver que el contrario sólo se quedaba en la cama abrazando sus piernas-. ¿Que esperas? Ven, te preparare algo de comer.

-No... -. Su voz fue baja y lenta-. No te preocupes, estoy bien.

-Tu estómago no deja de sonar, no han comido desde el almuerzo y ya es muy tarde.

El contrario sólo se quedo quieto apretando sus labios, parecía hacer muchos esfuerzos para no decir lo que sea que fuera a decir, suspiro y lo miró.

-¿Que tienes?-. Jin se acercó con lentitud, aquella actitud le recordaba mucho a Koya cuando despertó y se escondió entre los cojines la primera vez que lo trajo-. Sé que están enojados pero no es motivo para no comer nada.

-Tú... -. El moreno lo miro y se notaba apenado-. Una vez dijiste, que es una tontería cocinar sólo para una persona tan tarde.

Jin sintió retorcijones que no pudo explicar, no creyó que recordará eso, lo había mencionado entre muchos otros temas, ni siquiera él recordaba con exactitud cuando lo dijo o si lo dijo realmente.
Se conmovió por un momento y luego recordó, él era lo único que aquel chico y Koya tenían, por eso se sentían tan lastimados y se negaban a darle problemas.

Como un cuento de hadas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora