†9† Admiradores secretos†

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†9† A D M I R A D O R E S           S E C R E T O S †

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9A D M I R A D O R E S
           S E C R E T O S

Después de varios días hospitalizada, ya me encontraba en casa. No sabía decidir cuál de los dos lugares era peor.

Lo bueno de volver a mis cuatro paredes era que mi abuela estaba allí. Ella estaba firmemente decidida a cuidarme hasta que mi brazo sanara.

En cierto punto me disgustaba que estuviera tan pendiente de mí, que no me dejara sola y le llevara la contraria a mi padre, pero no podía negar que me hacía falta ese tipo de atención.

—¿No estás feliz? —cuestionó mi abuela sentándose a mi lado en la cama.

La miré de reojo y fruncí el ceño.

—¿Por qué?

—Estás bien, de vuelta a tu cama y no en aquella habitación donde esas enfermeras entran cada dos segundos y no te dejan descansar. Estás recuperándote muy rápido, eso es algo por lo que estar feliz, cariño.

—Sí, eso creo. —Me recosté en la cama y me quedé viendo el techo, un poco distraída.

—Esa cara me preocupa.

—No pasa nada.

—¿Qué sucede, mi vida?

Respiré profundo. No tenía remedio que siguiera negando lo que me pasaba.

—Todas estas noches he tenido pesadillas, y eso me tiene muy pensativa.

—Son solo eso, pesadillas. Un mal sueño que no tiene ni tendrá participación en la realidad. —Apretó mi hombro con afecto.

—Sí. ¿Por qué no vemos una película? Quizás eso me distraiga un poco.

—Es una buena idea. Pero yo la elijo, lo más probable es que si lo haces tú termines poniendo algo de terror que me haga morir de un susto. Recuerda que soy una vieja que por cualquier cosa le sube la presión.

Negué con la cabeza y solté una suave risa.

—Está bien. Iré por helado, cuando venga espero encontrar una buena comedia romántica.

Salí disparada de la habitación. Sí iría por helado —¿quién le dice que no al helado?—, pero en realidad quería saber sobre Axel; mi abuela había mencionado que él llevaba días sin salir de su habitación. No era algo nuevo, por temporadas mis hermanos se volvían más extraños de lo normal. Sin embargo, hoy era uno de esos días en lo que no me importaba nada y quería meterme en problemas.

Pasé por la habitación de Neón y la puerta se encontraba abierta, dejando ver sus paredes y decoraciones elegantes. Mi hermano mayor le gustaba que su entorno se viera igual que él, sofisticado y prolijo. Ese era un aspecto por el cual lo admiraba, aunque era obvio que yo no lo admitiría en voz alta.

Rodeada de monstruos ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora