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Me tomé una ducha antes de irme al colegio, mi ropa era del mismo estilo que la de ayer. Aún estaba preocupada por aquel diario, no faltaron las pesadillas donde todos me señalaban por a ver leído mis secretos íntimos. Tenía vértigo y estaba asustada. Me fui más temprano de lo habitual para irme a paso lento y verificar si no lo olvidé en los mismo lugares que pasaba. Tenía que encontrarlo.

Salí de casa a toda prisa y con el paso acelerado. Pasé por la tienda de los Señores Jones, pero tampoco había nada. En el parque no había señales e incluso pregunté a señores de puestos que circulaban por ahí. Era inútil, entre en un período de pánico.

Llegué al instituto, esperaba y deseaba con todas mis fuerzas que el diario no lo hubiese olvidado aquí, Renata tenía acceso a mis cosas personales por ser la presidenta de clase. Entre al aula mirando detenidamente cada rincón.
Las clases iniciaron y me distraía para mirar incluso el lugar de Renata en busca de algo...

Estudiantes, presten atención... -El profesor Richard interrumpió con unas palmadas de sus mismas manos. Todos prestaban atención excepto yo, no podía tranquilizarme a menos que encontrará mi diario. - Adelante., Bien. Tenemos una nueva alumna que se integra a nuestra clase. Preséntate, por favor. - Mi mirada no se ocupaba de ver hacia el frente. Hasta que esa misma voz se repetía... Fue así como preste atención. - Soy Zara, vengo de California... - Escuche algunos murmuros por la parte de atrás, era más que obvio. Incluso yo quedé perpleja, el profesor no dijo nada más señalando un pupitre justo al otro extremo. - Renta, me gustaría que le guiará y le pusiera al tanto de lo que hemos hecho.. - Renata se levantó asintiendo para luego sonreírle a la chica nueva. Me atareaba, el mismo brillo en su mano seguía ahí. Me cruce de brazos al no encontrar nada. Las clases del primer tiempo se terminaba, el profesor salió. Fui hasta mi casillero para seguir con mi búsqueda sin cansancio. -

Acaso, ¿buscas esto Samira? - Ella levantó mi diario con una expresión malévola. - ¿qué haces con eso?... - Me contuve para no molestarme y tampoco llorar, seguro que lo ha leído. - Me lo encontré casualmente, sabes, uno nunca debe distraerse y dejar sus cosas a la mano de todos. ¿Tu brazalete esta bien?. - Por supuesto, tomaba la misma ruta que yo para ir a casa. Mi palpitar se aceleró cerrando mis manos con fuerza. - Devuélveme eso, es mío. Por favor... -dio unos pasos a mi dándome un empujón. - ¿qué harás pequeña lunatica?, ¿los hilos del destino?, ¡qué estupidez!, la pequeña desea ser amada por alguien. Pero sabes, eres anormal. No encajas aquí, las locas no tienen el derecho de estar en este mundo.. - Tomo mi diario y justo frente a mis ojos despedazaba mis ilusiones, cada hoja la rompía sin tener compasión. El resto solo miraba riéndose a su par... Me aguante las ganas de reaccionar, las sombras volvían, venían detrás de ella. Me tire al suelo y comencé a temblar.... Sus rizotadas se llenaban en mis oídos en alto volumen, no las podía hacer parar. - ¡basta!... - Alguien finalmente se intrometío poniéndose en el medio de Renata y mío. - ¿Qué ganas con hacer eso?, eres muy poca cosa. - Todos callaron y Renata también, se quedo quieta tirando el diario para luego venir hacía mi. - Esto no se queda así. - La persona que tuvo la molestia de defenderme frente al resto, se incaba a mí altura para levantarme. - ¿estás bien?.. - Susurro como el día anterior, yo me protegía con mis manos para no ver más las sombras que habitaban cada rincón. Cuando escuché la voz ajena pude sentir un poco de seguridad y las baje. Su rostro fino y su mano iluminante se extendía a mi, Zara. No pude decir nada por aquel nudo entre mi garganta, me levante con su ayuda e ir en dirección a mi preciado diario que solo ahora quedaban trozos. Me arrodille a su lado juntando los pedazos.- ¿Pero quien demonios se cree?, no mereces ese trato. -. Le mire de reojo, solo por la vergüenza de que me viese llorar. Jamás había llorado frente al resto por mis propias inseguridades. Zara me ayudó a recoger cada trozo y me los entregó. - ¿necesitas algo más?... - Esta vez parecía ser sincera y preguntó con él afán de que yo respondiera algo. Le mire detenidamente ocultando la mitad de mis rostro con el flequillo, solo negué con la cabeza. -

Corrí por los pasillos hasta llegar al jardín trasero, entre los arbustos me escondí para mirar de nuevo el caos que le habían hecho a mi pequeño diario. Mis esfuerzos estaban postrados en miles de pedazos.
No tuve la agonía de volver a llorar. Sólo sentí lástima por mi misma y por no poder haberme defendido.
Me acosté en el arbusto, tomé de nuevo el brazalete de Kali que reconstruí entre mis manos y mire el cielo...

Era fatiga, me sentía perturbada. No era capaz de dañar a otras personas pero, ¿por qué venían contra mi?. Suplique de nuevo a Kali.

No me quería quedar dormida una vez más, me levante después de meditar teniendo como testigo el silencio y aquel cielo armonioso.

Camine sigilosamente para no encontrarme de nuevo con el resto, camine de prisa y encogida.

Sami..ra.. - Me rezumbo, mi nombre pronunciado entre algunas cortas. Me gire un poco para ver. De nuevo Zara. - ¿Qué sucede?.. - Se acercó un poco a mi, aún tenía en su rostro una expresión de agonía y preocupación. No podía creermela, a pesar de que era nueva e interfirio entre ese incidente... No quería dejarme llevar. - ¿puedo acompañarte?, tu dirección esta por la mía. - tan pronto sabía donde vivía, era lo más mínimo que podía hacer para intercambiar lo que había hecho por mí. - De acuerdo. -Contesté con la voz ronca aún por haber llorado. Fui a su par con mi manos escondidos entre mis bolsillos.-
Renata... ¿Por qué te trata así?... - Cuestionaba mi acompañante con cuidado en sus palabras. - No sé... - quería evadir el tema pero parecía que seguiría insistiendo. - Entonces, es de esas que solo fastidia al resto por ser reconocida... - Asentí con la cabeza suavemente sin decir mucho. - Entiendo, algunas vez me paso. Solo que aprendí a defenderme y a pesar de todo... Tal y como me puedes mirar, ya casi nadie me pregunta cosas personales. - Le mire de reojo, me paso por la cabeza el que también hubiese pasado lo mismo que yo ahora. - Verás, si sigues haciéndolo, tu miedo no se terminará... -. Sentí un poco de coraje ante sus palabras. La gente comúnmente me decía eso, tener que vencer miedo, no puedo ser capaz y como el resto. - Lo sé. - Apresure un poco el paso cuando el semáforo se puso en rojo, ella iba recuperando mi paso después de todo. - Se que mis palabras no significan nada, pero realmente te vi indefensa... Ese tipo de gente, no me agrada. -Detuve un poco mis pizadas para mirar su mano izquierda. Ahí seguía su hilo y ese brillo. - Desgraciadamente, me toca convivir con ellos. -Suspiró también guardando sus manos en sus bolsillos. - Entiendo, pero podríamos ponerlos en su lugar. Si se trata de hacer justicia puedes contar conmigo.. - Alce la mirada y fríamente me detuve. - Gracias, pero no la necesito. Me voy de ese lado... Hasta luego. - Retome mi caminata para irme a la calle de mi casa. Solo cuando estaba cerca de mi hogar mire una vez más para atrás. Ya no estaba. Me comporte muy frívola, pero no sentía ánimos de nada. -

Subí las escaleras, mi madre estaba en la cocina con música en alto volumen. Me pasé directamente a mi habitación. Me senté como siempre frente al ventanal... Puse el diario en mi escritorio intentando volver a armarlo. Todo estaba destruido. Solo ciertas piezas que logré armar otra vez. Una de esas, era mi dibujo último, mi persona con un hilo que destellaba hacía otra...

Mi cabeza se recargo en mis brazos sobre el escritorio y ahí me quedé. Con pequeñas lágrimas que corrían por mis mejillas.

...
Estaba sentada en medio de un fondo negro, las sombras gritaban y susurraban como siempre. Yo me tapaba los oídos con fuerza alzando la voz para evitar escucharles.

Fue algo distinto, apareció una lucecilla que venía hacia mi jalando con fuerza... Me cubrió en una especie de burbuja y todo se calló. Podía verlas pero no escucharlas, estaba alterada aún pero no tenía miedo. Trague saliva y me encoguía. Finalmente se detuvo y empezó una melodia suave dentro de la burbuja de múltiples colores. Era como un feto, me acurruque y pude dormir.

...

Mi cuerpo reaccionó , mire mi reloj... Era demasiado tarde. Corrí al baño para lavar mi cara y peinarme un poco. Así me fuí.

Tenía un poco de vergüenza, jamás había llegado tarde a clases. Ese sueño me brindó armonía, finalmente dormí lo que se supone que debía mantener. Solo que mis pesadillas me despertaban frecuentemente y para no tenerlas me ponía activa. Toque la puerta del aula, el profesor me miro de arriba a abajo dejándome entrar.

Fui hasta mi sitio sacando lo primero que tomaron mis manos. Aún tenía duda por ese sueño. ¿Será que Kali finalmente concedió mis peticiones?...

Entre Hilos del Destino Donde viven las historias. Descúbrelo ahora