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Quería actuar un poco más como yo, antes de que Zara llegará a mi vida a cambiarla rotundamente.

Efectivamente, así sucedió. Desde que entré al aula, Zara estaba junto al grupo que solía decir detestar. Sentí una apuñalada, no quise mostrarme débil. De todas maneras sabía que podía suceder. No era más que en vano todo lo que ha pasado hasta ahora...

Tenía que dejar ir algo que no era mío.

Suspire hondamente queriendo ignorar al resto, ignorar mis sensaciones tan absurdas. Esta vez no me miro ni una sola vez, ¿que hice mal?...

No quise prestar atención en lo que restaba de tiempo. Solo agache mi cabeza bajo un libro para disimular quedándome en un espacio diminuto que me protegiera del exterior. El descanso llegó, me levante con los hombros caídos y la mirada prensada en el suelo.

Me tope con su presencia cuando salía de la biblioteca, nuestras miradas intercambiaron sensaciones inexplicables.- ¿Qué haces?. -Tenía curiosidad, tomé su mano de manera brusca y comencé a seguir el trazo de su hilo. No dije nada, quería conocer el otro lado, quería terminarlo. La distancia no era mucha, basto cruzar unos cuantos salones y edificios. Cuando llegué a la puerta donde se detenía, tenía la mano ya puesta sobre la manija, alguien más la tomaba primero descubriendo su identidad... - ¿Qué es lo que quieres?... - Solté la mano de Zara, algo se quebraba dentro de mi. Quería romper en llanto, retrocedía unos paso sin quitar la mirada de encima entre ambas. Renata. Mi pesadilla estaba destinada a ser quien cuidaría de mi heroína, la que me protegía de ella. El dolor se incremento que me sentí agonizante, Zara me miro extrañada. Para ese entonces el empujón que recibí de Renata me tiro al suelo. Quedé seca y vacía, un hueco carcomía mis ilusiones dejándolas pisadas y heridas. - ¿Ahora que te sucede?... - Dio una pizada a mi zapato, no pude reaccionar. Me sentí estúpidamente torpe. - ¿Samira?... - Zara me miro con angustia, ahora me miraba y prestaba atención. Mi curiosidad me llevó al límite....

El destino de cada individuo es cuestionable. Pero no me cabía en la cabeza el por qué Kelia mandaría esto contra mi. Eh hecho la mejor parte de mi; me dejo vacío e intrañable, sin emociones.

Salí del instituto antes de tiempo, el clima hacia compañía con la tristeza que se acumulaba en mi ser. La mejor manera de que pudiera aceptarlo, era tomando tiempo que me alejará. Quizá al día de mañana todo se olvidaría...

Esta vez deje de mis oídos descubiertos ante el resto mientras caminaba. Tenia que ir por el pedido de mi madre con los Señores Jones, si no lo hacía, quizá se molestaría conmigo de nuevo. No tenía más intención de estropear lo que restaba del día, los señores Jones estaban en su mismo sitio. Me acerque con los brazos caídos, y el cuerpo cansado.

Salude en voz baja sin motivación, el Señor Jones me entregó el paquete de revistas que aumentaba su cantidad por las veces que no había recogido. Las tome dejando el monto acordado, cuando estaba por irme la Señora Jones se acerco hasta a mi con cierta dificultad. Su bastón se arrastró, jalo de mi prenda que me hizo detenerme.

Tu hilo es especial... -mencionó con una somrisa tierna que solo ella podría darme en ese momento, sus arrugas se encoguían con su rostro. ¿Mi hilo especial?... Le devolví la sonrisa, salí de la tienda sin darle mucha importancia. La Señora Jones perdía la vista, pudo haberlo confundido con los lazos de mi sudadera que colgaban a sus lados. Su pequeña frase se quedó en mi mente, imaginaba como fuese si tuviera ese hilo mágico que me llevaría a mi gozo continuo. Me mantuve entre mis expectativas hasta que llegue a casa... -

El aroma de mi hogar me rodeaba por doquier. Sentí paz después de que mi mente estuviera colapsando, necesitaba reposo, debía dejar de pensar en lo demás.

¿Traes contigo mi pedido, Samira? - Mi madre salía de la cocina, su trabajo era comúnmente por línea. Por ende necesitaba las revistas para guiarse un poco. Asentí dejándolas sobre la mesa de cristal y sentarme en la esquina del sofá que se hundía por mi peso. - ¿Por qué saliste tan pronto?... - Mencionó mientras hojeaba sus revistas distintas con precisión mirándome un par de veces. - Me sentí mal, es todo. - Recargue mi barbilla en la palma de mi mano, quise evadir los recuerdos cortos que tuve hace unos minutos. Me trague mis lágrimas para que no sospechara nada. - Espero que sea realmente por eso, mira... - se devolvió para traer esta vez consigo unas bolsas de compras. - Toma... Quiero que lo uses. - Las dejo a lado de mi, demore para poder tomarlas pero su insistencia en su mirada me obligó a hacerlo. Les di un vistazo, en cuanto mire lo que era lo lance lejos de mi con serenidad para no causar conflicto. - No, no lo haré... - Le mire consternada. No era capaz de soportar una burla más. - ¿Entonces que piensas hacer?, ¿cuando podrás traerme a un muchacho educado?.. - No tuve la fuerza de gritar que solo murmure sin pensar en mi respuesta. - Me enamore de una chica. - Su tez empalideció, se acerco a mi sujetando mis hombros con fuerza, me sacudió un par de veces. Mi mente estaba lejana, cuando pude captar la situación estaba frente a mi con una expresión de decepción hacia mi persona. - ¿Qué?, ¿Qué vas a hacer con eso?, ¿no podrás cumplir nuestras metas?!... - Me solté de su agarre. - ¿Nuestras?, Nunca pensaste en mi. - Me levanté, estaba tranquila después de todo. Mi confesión a mi madre no era correcta. Nuestra comunicación se perdió desde hace mucho tiempo, una gran parte se derivaba a nuestra lejanía. -

Me tumbe en la cama con las manos entrelazadas. Admire el detalle cautelo de la imagen de Kali. Le mire hasta que pude cerrar los ojos con pacificidad. La pesadilla misma se repetía como antes, dejaba de ver ese brillo que me rescataba y se alejaba en lugar de venir hacia mi.

Esta vez las sombras duplicaban su tamaño y los sonidos eran irritantes. Desperté con la temperatura elevada, mi corazón se agitaba con fuerza. Me sentí vulnerable.

Me levante dejando que mis pies tocasen el piso templado. No me importo el frío que podía entrar y abrí la ventana. Quería alejarme un poco, necesitaba pensar y mentalizar que cosas similares como las que tenia que lidiar hasta ahora, se repetirán por el resto de mi vida.

No dormí hasta que amaneció, no comprendí mi posición que se quedó desde que me senté. El tiempo pasó en un abrir y cerrar de ojos... Esta vez no fui al instituto, deje de hacerlo por un periodo.

Entre Hilos del Destino Donde viven las historias. Descúbrelo ahora