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Me ajuste en mi silla, baje un poco la cabeza. La situación del día anterior me tenia aún un poco incómoda. Las miradas eran como espadas puntiagudas hacia mi. Muchos reían en bajo volumen.

Me incline para no poder ver al resto. Solo así me sentí mejor. Las horas pasaban rápido, la hora del descanso llegó. Me levante antes que todos para no ser molestada e irme a la biblioteca. Esta vez, cambié mi sitio rutinario, me fui a un lugar un poco más cerrado alumbrado solamente con la luz del sol. Extendí mis piernas dejando que mi cabeza se recargara en la pared.

¿Dormirás también aquí?.. - mi silencio fue corrompido. Zara me miraba desde arriba. No tenía la idea exacta de como sentirme ante su presencia. Acomode mis rodillas para que ocuparán poco espacio. No mencione nada, solo agache la cabeza y me dedique a escucharle. Cuando menos sentí Zara se sentaba frente a mi en la misma posición. - A mi también me gusta el silencio. - No sabía a que se debía su forma de ser tan afable para conmigo. No le veía la razón, mucho tiempo duré sola sin que nadie lo quisera notar.- ¿Buscas algo especial en mi?...- Me atreví a preguntar de manera directa, no quería presencias en vano. - ¿Especial?, no... Siento que podríamos llevarnos bien. Eso es todo... - Puse mis manos entrelazadas en mis rodillas.- No entiendo por qué. -Se giraba para inquirir mi aspecto. - Se me da natural, la gente de allá afuera es absurda. Hay algo diferente, algo me dice que eres distinta. - Sentí un golpe, la palabra "Distinta", era habitual para mi. El tener ciertas habilidades que para mi eran una pesadilla, lo hacían así. - No creo que sea así... Pero de todas maneras, gracias. - Me mentalice para no creer en todas sus palabras que soltaba. Nos quedamos en silencio un rato, hasta que señaló en mi mano. - ¿Kali?, eh escuchado mucho sobre ella... Una protectora infinita. - Por constancia la gente no conocía a Kali, solo las personas más internas. Sin embargo, sentía que ella daba esa libertad. Buscaba en ella compasión. - Si, Kali. La traigo todo el tiempo... - Busco en su bolsillo un dije en forma circular con la imagen de Kelia. - La mayoría suele decir que luce aterradora. No lo creo así ; es una belleza distinta. - Su mentalidad se asemejaba con la mía. Era impresionante encontrar a una primera persona con la que quizá podía comunicarme. - Pienso lo mismo. Es preciosa... -Me hizo entrega de su dije, lo inspeccione con cuidado comparando con mi brazalete de perlas azuladas. - Debes tener algo que te aleje del resto... No cualquiera busca la ayuda de Kali. - Me miraba de reojo cuando le devolví su pertenencia. No supe que decir, mi única respuesta fue un suspiro profundo que duró unos cuantos segundos. - También la busqué por distintas circunstancias... - Estaba atascada, no tenía las palabras. Parecía que no tenía la costumbre de comunicarme con alguien a menos que fuese obligatorio. - Cuando me mudé pensé que no conocería a alguien de mi agrado. - No me cabía en la cabeza, era irracional. No me sentía coherente... Muchas cosas extrañas comenzaban a surgir que me sentía en un desértico. - Recién me conoces, los demás se encargan de mantener la costumbre. Soy la que menos atención recibe... - Ella alzó lo hombros y sonrió de lado. - No creo que suceda conmigo. Tiendo a ser necia, no puedo entender por qué lo crees así en todas las personas. - Si esto fuese real, consideraría que Kelia se volvía de mí lado. - Si lo crees así, no reprochare.
- Zara asintió con la cabeza varias veces, posteriormente se levantó. - Tengo que ir a dejar unos documentos por mi transferencia.. Te veo después, Samira. - Solo vi su silueta irse. Me quedé otra vez en silencio.-

Es extraña la sensación, mire la imagen de Kelia preguntando internamente si esto era ayuda que finalmente me regalaba. Me levante para regresar al Aula donde la mayoría se encontraba ya.

Renata se adentraba junto con su grupo de charlatanes. Me miro desde su distancia aun con esa misma expresión de burla... Rogué para que se detuviera y no viniera. Presione mi cabeza al pupitre, una caricia suave paso por mis cabellos, me causó un escalofrío en toda mi piel.

Samira, ¿pudiste recuperar tu Diario?... - La voz de Renata se sumergía en mi mente como sonidos fastidiosos. Quize mirar un poco, su grupo estaba tras de ella con sonrisas arrogantes y tediosas. Sentí repulsión que me enderece para poder contestar. - Deja de molestar, estoy cansada de ti y de tu estúpida forma de actuar... - Sus acompañantes se quedaron perplejos, finalmente tuve la valentía de enfrentarme para callarle. Parecía que a Renata no le causó gracia y río sarcástica. - ¿Qué piensas hacer?... - Me atragante con mi saliva, el cólera se frecuentaba. Mi paladar supo amargo y esta vez le empuje. - No pienso hacer nada. - Salí de prisa, actúe por instinto. Sabía que vendría tras de mí y me apresure. Corrí cómo una pequeña indefensa sin paradero, las sombras empezaban a aparecer detrás de los árboles, cerré mis párpados para evitar los molestos ruidos que venían junto con ellas. - ¡Samira!... - Renata gritaba mi nombre, venía con paso apresurado para cobrar mi actitud repulsiva. Simplemente comencé a temblar, buscaba alguna escapatoria que me fuese de ayuda...

Tropecé con un trozo de madera, soltando un gemido, la herida ardía y una humedad instantánea se llenaba en ella. Renata estaba más cerca, me intenté arrastrar por el suelo para no ser alcanzada. Me sentí desesperada, una mano sujeto mi tobillo regresandome para dejarme boca arriba. Mire su puño aproximado en mis mejillas, solté un grito entre llanto... Fobos estaba frente a mi, mi temor incrementaba y no podía hacer nada más que envolverme como un capullo. Al próximo golpe Renata cayó en el suelo, Zara le empujó con la suficiente fuerza. Creí que le lastimarían por hacerlo, sin embargo, sus amistades eran tan cobardes que no quisieron ayudarla. - ¡Vete, ya!... - Escuche por primera vez el furor envuelta en una voz. Me absutve entre mi bloqueo mental, pude sentir unos manos que sometían mis brazos, me levantaba. No comprendía lo que sucedía, temblaba con fervor. - Tranquila, te llevaré a enfermería. - Su tono de voz bajo, entre mis llantos continuos me ceñía a su figura con presión. Mi cuerpo sintió la comodidad de un colchón. - Samira, necesito que me mires. - Me sentí aterrada. La enfermera me aplico un tranquilizante, de esa manera pude calmarme y descansar. -

Kelia estaba frente a mi cama, me miraba compasiva mientras acariciaba mi cabeza. El ambiente era cómodo, tuve esa misma sensación que la del sueño pasado. La burbuja que me protegía.
Recién abría mis párpados, moví uno de mis brazos... En mi intento de mover el resto dolía, solté un quejido mirando el techo fachado. Zara estaba en una silla con un libro entre sus manos... Balbuceé para llamarle. - ¿Zara?.... - De prisa me miro dejando su libro en la mesa y acercarse. - ¿Te sientes bien?... - me senté con cuidado, asentí con la cabeza. De alguna manera empezaba sentir que su actitud era sincera. Era mi heroína hasta ese momento.
Las lágrimas se me acumularon y me enganche a ella. Simplemente me solté sentimentalmente, tenía la protección de Kali conmigo. Zara me dio algunas palmaditas en la espalda hasta que me aleje por voluntad propia y escondí mi cara enrojecida e hinchada por el llanto imparable. - Debía hacer algo para que se detuviera... - Me miraba con curiosidad manteniendo su cabeza inclinada para poder verme. - Gracias... No se como agradecerlo. - tome un pañuelo que estaba en mi sudadera para secar y limpiar mi rostro. - ¿Por qué soportarlo?... - Se sentó en una esquina de la cama. - Yo tampoco se porqué. - Ambas nos callamos, parecía que Zara no quería tocar el tema por mi sensibilidad. - Quiero irme a casa... - Musité bajando mis piernas para poder levantarme... - De acuerdo... - Mis pasos eran lentos y un poco torpes a la vez. El tranquilizante aún me tenía con un cierto mareo. Zara me miraba, colocando sus manos a los lados míos con cierta distancia. -

Así mantuve mi paso calmado, con paciencia Zara me acompaño hasta estar a una cuadra de mi hogar. La chica de cabellos castaños cada vez me hacía sentir una parte de seguridad, aunque tenía la angustia de que fuesen contra ella por defenderme. Sin duda alguna consideraba que estaba a salvo, quizá completamente no... Pero así quería creerlo.

Entre Hilos del Destino Donde viven las historias. Descúbrelo ahora