La calidez del sol

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La primera vez que te conocí, era apenas un niño completamente blanco.

Yo estaba dando un paseo cerca de la playa en Cumaná y de pronto, observé algo en el mar acercándose lentamente que me dejó consternado.

Resultaba ser que eran tus inmensos y poderosos barcos que para ese entonces yo nunca había visto. 

Me causa gracia que las canoas que diseñaba mi pueblo se quedaban pendejos a los que realizaban los tuyos.

Como sea, esa vez tuve miedo. No sabía si era algo bueno o algo malo. Así que, por el bien de mi gente, decidí quedarme en aquella costa esperándote sentado en la cálida y fina arena. Oculto tras unos arbustos silvestres y altas palmeras.

Mientras esperaba comencé a pensar a la vez que contemplaba aquellos macizos barcos de la lejanía.

'¿Podría ser posible que alguien de algún otro lado quisiera saludarme? ¿Querrá ser mi amigo? ¿Acaso nos volveremos hermanos como hicimos mis hermanos y yo cuando nos conocimos? Si eso pasa, me haría muy feliz.

Pero... ¿Y si no es así? ¿Y si resulta ser malo? ¿Cómo me defendería? ¿Los indígenas sobrevivirían? ¿Me... mataran?' El último pensamiento me hizo temblar, yo no quería despedirme de este bello lugar tan pronto.

Paré aquellos cuestionamientos pesimistas al notar algo.

Unos botes comenzaron a bajar de aquellos macizos barcos... Y en el primero que bajó valientemente...

Estuviste tú, España.

Yo estaba asombrado. Además de mis hermanos que nos solíamos ver en algunas ocasiones, eras la primera persona que conocí que era como yo.

No un humano, sino un territorio. Un hogar

Pero eras diferente a mis hermanos y yo; eras alto, con color e imponente, en otras palabras, tú ya eras un adulto con una gran historia formada.

Fuiste el primer adulto que vi.

Inocentemente me cuestioné si yo llegaría a verme como tú al ser mayor.

Claro que, sabemos muy bien que eso no será posible ¿Cierto España?

Cuatro hombres comenzaron a remar para ti haciendo que llegaras velozmente al lugar en donde yo estaba.

Tus labios formaron una gran sonrisa al verme.

Yo al darme cuenta de que fui descubierto, comencé a alejarme adentrándome más a los árboles. Estuve a punto de alejarme más pero... Me llamaste.

Volteé un poco la cabeza y estabas tras de mí siguiéndome. Al verte más de cerca me causaste curiosidad... Y yo en ese entonces no podía contra mi curiosidad.

― ¡HEY CRÍO! ¿A dónde vais?―preguntaste jadeante mientras te acercabas más a mí.

Yo al oírte arquee una ceja. En ese momento no logré comprenderte. Pensé que tenías alguna especie de retraso.

Giré mi cuerpo completamente para detallarte mejor, causando que nos miráramos fijamente. De arriba hacia abajo, de abajo hacia arriba.

―Hola.―alcé mi mano temblorosa en forma de saludo, estaba muy inseguro si debía o no hablarte.

A diferencia de mí, no me miraste extraño al escuchar un lenguaje completamente diferente al tuyo... Solo me dedicaste unos ojos comprensivos.

Claramente ya sabías muy bien de los nuevos dialectos.

La estrella quiere tener la atención del solDonde viven las historias. Descúbrelo ahora