Éramos muy jóvenes para saber que era el amor.
Éramos muy jóvenes para darnos cuenta de que no era un juego de infantes.
Éramos muy jóvenes para darnos cuenta de que el amor no significa eternidad y las esperanzas no significan realidad.
Éramos tan jóvenes, tan inocentes, tan ilusos.
Éramos tan inmaduros que nos aferramos a algo que no tenía futuro.
Éramos tantas cosas, éramos tu y yo, con mi café matutino y tu cigarrillo a medio terminar.
Éramos vendedores de almas rotas y profesionales en corazones partidos.
Éramos...