Capítulo 5

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Cuando pasa un rato, escucho el sonido de la puerta abriéndose. Me giro viendo que es uno de los hombres, que estaba abajo. Me vuelve a mirar de forma lasciva, y cierra la puerta de nuevo.

-Pero mira, a quién tenemos aquí...-dice él, acercándose a mi.

-¿Qué hace usted aquí?-le pregunto, tratando de alejarme de él.

-Vamos..... Muñequita, podemos pasar un buen rato-continúa acercándose a mí pero, cuando yo trato de alejarme más, choco contra la pared.-Y por lo que veo, estás entera. Verás que lo vamos a pasar genial, tu y yo.

Se acerca para besarme, pero trato con todas las fuerzas de alejarlo de mi. Me toma por los brazos, y me lanza a la cama. Antes de que pueda levantarme, se posiciona encima mía dejándome sin escapatoria. Me remuevo como un gusano, pero toma mis manos y las sujeta con las suyas.

-Maldita sea, estate quieta-gruñe él, toqueteándome con su mano libre.

-NO, DÉJAME-le grito. Él restriega su parte, contra mi y yo no puedo sentirme más asqueada de lo que ya estoy. El imbécil, está muy excitado.-¡ADRIANO! ¡ALEXIS!

-No grites, niñata-me da un bofetón, y sujeta mi cara para besarme.

Trato de mantener mis labios cerrados, pero enseguida vuelve a abofetearme para que los abra. Cosa que consigue, ya que trato de volver a gritar para que alguien me ayude. Muerdo sus labios fuertemente, y le hago una herida que comienza a sangrar.

-¡PUTA! AHORA TE VAS A ENTERAR-comienza a desabrocharse el cinturón, y el pánico siembra en mi cuerpo.

-¡AYUDA! ¡ADRIANO! ¡ALEXIS! ¡ÁNGELO!

El hombre pone ambas manos en mi cuello, tratando de ahorcarme, mientras yo trato con todas mis fuerzas de quitármelo de encima. Mi vista se comienza a nublar, y antes de perder la conciencia se escucha un disparo en la habitación. Él cae sobre mi, y yo recupero de nuevo el aire.

-Maldito idiota-escucho la voz de alguien, y enseguida me quitan al hombre de encima. Veo que es Ángelo, con la pistola en una de sus manos.-¿Estás bien?

Comienzo a llorar desconsoladamente, mientras trato de alejarme de nuevo todo lo que puedo de el hombre. Adriano, y Alexis, también entran en la habitación mirando todo sorprendidos.

-¿Qué ha pasado?-pregunta Adriano, rodeándome con sus brazos.

-Este imbécil, ha intentado abusar de Alessandra-responde Ángelo.-Voy a pedir, que retiren el cuerpo y limpien todo esto.

-Tranquila Alessandra, nadie más volverá a hacerte daño. Te lo prometo-dice Alexis.

Ambos me ayudan a levantarme del suelo, y después me vuelven a abrazar para calmarme. Abandonamos la habitación, y Alexis me dirige a la suya. Adriano ha vuelto al despacho, dónde aún están los hombres.

-Ven pequeña, duerme un poquito y ya verás como luego te encontrarás mejor-me dice Alexis, señalándome su cama.

Me tumbo en la cama, y él toma asiento a mi lado. No puedo dejar de temblar, la escena no se borra de mi mente. Alexis comienza a acariciar mi pelo, y yo poco a poco me relajo quedándome dormida de momento.

Noto que alguien me sacude levemente, y enseguida salto de la cama asustada.

-Tranquila, tranquila-veo a la persona que está allí, Ángelo.-¿Estás bien?

Me relajo levemente, y enseguida mis ojos se llenan de lágrimas de nuevo. Muerdo mis labios, y trato de calmarme. Pero no lo consigo, la escena no deja rondar en mi cabeza sin parar. Las lágrimas comienzan a caer por mis mejillas, como una cascada, y me siento en la cama de espaldas a él para que no me vea. Él me sorprende, arrodillándose frente a mí y abrazándome.

-Tranquila, ya pasó todo-toma mi rostro, entre sus manos y seca mis lágrimas.-Mientras estés en esta casa, no te va a pasar nada malo.

-¿Alessandra?-dice Adriano, entrando de imprevisto en la habitación. Nos mira a ambos, y frunce el ceño.-¿Todo bien?-seco mis lágrimas rápido, y asiento.

-No pasa nada padre, sólo está asustada-le dice, Ángelo. Adriano toma asiento a mi lado, y acaricia mi espalda de arriba a abajo.

-Mira pequeña, mientras estés en esta casa no te va a pasar nada. Nosotros te vamos a proteger, ¿verdad Ángelo?

Ángelo asiente, y se levanta para después abandonar la habitación. Adriano se queda a mi lado, acariciando mi espalda y contándome historias para animarme. Al final, ambos acabamos riendo sin parar. Había acabado riéndome, como nunca.

-Vaya risitas que tenéis los dos, yo también me quiero enterar del chiste-dice Alexis, apoyado en el marco de la puerta.

-Ah no, no, esto es cosa de nosotros dos. ¿Verdad, Alessandra-le dice Adriano, a lo que yo asiento.

Los tres nos echamos a reír, y después abandonamos la habitación para ir a almorzar. Adriano me pide que le suba la comida a Ángelo, ya que al parecer no se encuentra muy bien. Tomo la bandeja, con su plato, y me dirijo hacia arriba. Cuando llegó frente a su puerta, sujeto al bandeja con una mano y doy unos suaves golpecitos a la puerta.

-Adelante.

Abro la puerta como puedo, y entro para dejar la bandeja a un lado. Él no dice nada, solamente está acostado en la cama con su brazo cubriendo sus ojos.

-He traído tu almuerzo, Adriano me pidió que lo hiciera-él quita su brazo, y se pone de pie para acercarse a mi.-También quería darte las gracias, por salvarme antes.

Él se queda mirándome fijamente a los ojos, y después de un rato asiente tomando su bandeja. Yo abandono la habitación en silencio, y bajo hacia el comedor donde me esperan los chicos. Tomo asiento al lado de Alexis, y comenzamos a almorzar con normalidad. Ellos hablan de unos clientes, que vendrán a casa esta tarde. Supongo, que debo quedarme quieta en la habitación.

-Alessandra-me llama Adriano, a lo que yo dirijo mi mirada hacia él.-Esta tarde van a venir unas personas, pero si quieres puedes estar con nosotros. Ellos no te van a hacer nada, solamente los vamos a conocer.

-¿No tengo que estar encerrada en la habitación?

-No hace falta-habla ahora Alexis.-Sabemos que ellos no son peligrosos, además cuando terminemos te llevaré a un sitio especial. Seguro que te gustará.

Le sonrío a ambos, y continuamos con el almuerzo. Hablamos de cosas triviales, dejando de lado el tema de los clientes. Ya está claro, que no es nada importante y que no hay peligro. Lo que me deja más tranquila, ya que no quisiera revivir lo que pasó con ese hombre.

Nada más terminar, el timbre suena y vemos aparecer a Ángelo en el comedor con su bandeja. Los otros dos ya se han levantado, en dirección a la puerta. Pero yo, me he quedado observando sus movimientos. Al llegar a la cocina, su bandeja cae al suelo y me levanto enseguida para ayudarle. Él recoge algunos pedazos del vaso, ya roto en el suelo, y se corta con uno de ellos.

-¿Te has cortado?-él lanza un gruñido, lo que me da a saber que si.-Ven, hay que curarlo.

Tomo los pedazos de cristal que restan, y la bandeja, para después dejarlo todo a un lado. Él saca un botiquín del armario, y lo deja sobre la encimera. Saco todo lo necesario y cuando tomo su mano, siento una corriente recorrer mi cuerpo lo que hace que le suelte de inmediato. Alzo mi rostro para mirarle, y él me observa con el ceño fruncido.

Sacudo un poco mi cabeza, y comienzo a curar su mano. Por suerte, los cortes no han sido profundos y no necesita puntos. Limpio con cuidado su mano, escuchando como sisea cuando paso el alcohol con el algodón. Cuando termino, vendo su mano y le dedico una sonrisa. Ángelo mira su mano, y después se acerca a mi oído.

-Podrás tener una sonrisa de niña buena, pero voy a descubrir todo de ti. Te voy a hundir-me susurra.

Él me empuja para atrás, y sale de la cocina dejándome cabreada. Pero, ¿quién se ha creído? Recojo todo lo que he utilizado, y lo vuelvo a poner en su sitio. Lo que él me ha dicho, me ha dejado mosqueada. Pero no me preocupa, porque sé que no he hecho nada malo.

Mi Ángel De La Guarda Donde viven las historias. Descúbrelo ahora