-Despierta pequeña, tienes que comer para tomar tus medicinas-dice Alexis, zarandeandome con cuidado.
-Estoy cansada Alexis, quiero dormir un poco más.
-Tienes que tomar tus medicinas, sino te dolerá más la herida. Anda vamos, luego te dejo dormir.
Él me ayuda a incorporarme, y quedo sentada con la espalda en el cabecero de la cama. Apoya la bandeja en mi regazo, y pone la televisión. A continuación se sienta a mi lado, y me vigila mientras como.
-¿No teníais que estar de viaje durante un mes?-le pregunto.
-Sí, pero cuando Ángelo nos llamó, vinimos enseguida. No podíamos estar allí, sin saber qué había pasado con nuestra pequeña-me sonríe, y toca la puntita de mi nariz.-La verdad, es que creímos que había pasado algo mucho peor. Ángelo nos llamó llorando, y muy angustiado, no podíamos casi entender lo que decía.
-¿Y cuando llegasteis que pasó?
-Fuimos al hospital corriendo, Ángelo estaba llorando en tu regazo y nos contó lo que había pasado. Desde ese día, él no salió del hospital. Se duchaba allí, comía allí, y dormía en tu habitación. Adriano y yo, veníamos a casa. Pero él no, se negaba a irse de tu lado-se queda callado, mirando un punto fijo y después se acerca a mi oreja.-Yo sé que tú y Ángelo tenéis algo.
-¿C-cómo? ¿D-de qué ha-hablas?
-Lo he notado por cómo te mira él, y porque eres su máxima adoración. Es obvio, que le gustas. Pero tranquila, no le diré nada a Adriano. A mi no me importaría, que vosotros estuvierais juntos.
-No le digas nada, a Adriano.
-No le diré nada, al igual que tú no le has dicho nada de mi amor secreto.
Cuando se separa, él me hace una seña para guardar el secreto y yo asiento. Termino de comer, y él se asegura de que tome las pastillas para luego ayudarme. Apaga la televisión, y me recuesto poco a poco. Él toma la bandeja, besa mi frente y se va cerrando la puerta. Unos ruidos suenan en el vestidor y, de repente, aparece Ángelo. Me sonríe, y se recuesta a mi lado en la cama.
-¿Cómo te encuentras, piccolina?-me pregunta, acariciando mi pelo.
-Estoy algo cansada, pero ya he comido y me siento algo mejor-veo que él se levanta, y le pone el pestillo a la puerta.-¿Por qué le pones seguro?
-Los hombres oscuros han venido a tener una reunión, mi padre me dijo que debía cuidarte. Pero que no podía entrar por la puerta, sino por el escondite.
Por unos segundos, nos quedamos mirándonos a los ojos. Y sé que él tiene ganas de besarme, tanto como las tengo yo. Pero no podemos, ya se lo dije.
-¿Puedes llamar a Maggie?-le pregunto.-Necesito que me ayude, a bañarme
-Vamos, yo te ayudo-responde él, tomándome en brazos.
-No, no, no. Ángelo, no.
-Vamos piccolina, ya te he visto todo. No hay nada, que deba darte vergüenza.
Él me lleva al baño, y me deja de pie mientras prepara la bañera. La llena un poco con agua caliente, y echa algún que otro jabón. Después se gira hacia mí, y comienza a deshacerse de mis zapatos junto a los calcetines. Trato de quitarme yo la camiseta, pero la herida me duele a rabiar.
-Tranquila, yo te ayudo no te esfuerces-Ángelo deja un beso en mi frente, y quita mi camiseta con cuidado.
Baja mis pantalones, junto a la ropa interior, y los tira a un lado. A estas alturas parezco un tomate, de mi sonrojo, y a él parece hacerle gracia. Él toma algo de su bolsillo, lo que parece ser una tirita grande, y la coloca por encima de la que llevo. Según me explicó, es acuática y protege la herida del agua.
Ángelo toma mi mano, y me dirige hacia la bañera, ayudando a sentarme con cuidado. El agua caliente me relaja, y hace que cierre los ojos momentáneamente. Él comienza a mojar mi cabello, y después toma el champú para empezar a lavarlo. Su masaje es espléndido, y me hace relajar mucho más. Después de lavar mi cabello, pasa con mi cuerpo. Toma la esponja, vertiéndole gel, y la pasea por todo mi cuerpo. En algunas zonas trata de no pararse mucho, pero ambos sabemos que nos gustaría volver a llegar más allá.
Cuando terminamos con el baño, él me envuelve en una toalla y me deja en pie en el baño. Toma un pijama cómodo del vestidor, junto a la ropa interior, y regresa. Como esta mañana, yo comienzo vistiéndome sola y en algunas cosas me ayuda él. Luego toma el cepillo, y comienza a desenredar mi cabello. Antes de que comience a secar mi pelo, un mareo invade mi sistema y me agarro de la pica.
-¿Estás bien, píccola?-me pregunta, preocupado.
-No... Me estoy mareando...
Él me toma entre sus brazos, y se sienta en el suelo conmigo.
-Relájate, ya verás como se pasa. Respira hondo, y relájate-Ángelo acaricia todo mi rostro, y yo me agarro de su camisa en un intento de parar mi mareo. Cuando las ganas de vomitar se apoderan de mí, me levanto corriendo y expulso todo en el retrete.-Tranquila, estoy aquí contigo. No me voy a ir.
Al terminar, bajo la tapa y él se encarga de tirar de la cadena. Me lanzo a abrazarle, y él me acuna en sus brazos. Canta una cancioncita en mi oído, y me relajo hasta el punto de quedarme casi dormida. Noto como él se levanta, y se dirige hacia la habitación para dejarme en la cama.
-Duerme, piccolina-dice él, tapándome con las sábanas.
-No te vayas...
-No me voy a ir, aquí estoy contigo mi amor-Ángelo se tumba a mi lado, y acaricia mi cabello aún mojado.-Eres mi dulce Ángel de la guarda, que reina en mi corazón. Dulces sueños, princesita mía.
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Mi Ángel De La Guarda
Romance"-Te quiero, Píccola" "-Yo también te quiero" "¡¿QUIERES QUE TE VIOLEN?! ¡¿ESO ES LO QUE QUIERES?!" "Aguanta amore por favor, no te vayas. No me dejes amore, te quiero" "Eres el amor de mi vida, te amo" "¡ESPERA, NO TE VAYAS!" "Me has salvado la vid...