No podía hacer nada que no estuviese pactado dentro de las listas. De hecho ninguno podía y si algún niño por alguna circunstancia o por alguna simple rebeldía hacía algo indebido, se venía lo malo.
Nadie podía salir del orfanato Springfield a no s...
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Por la mañana me desperté con energía. Me sentía ansiosa por ir a contarte a Cooper las novedades de aquí dentro.
Cuando llegó la hora de la visita, coloqué mi calzado y me dirigí hacia la sala de invitados.
A través de las grandes ventanas, pude observar el cielo encapotado. Tomé asiento y me quedé allí un buen rato esperando a Cooper.
Fruncí el ceño.
Me pareció raro no verlo cuando ingresé porque cada vez que llegaba, él ya se encontraba esperándome.
-Oye.- oí decir a Tessa en voz baja.-Pronto vendrá, no te preocupes.
La miré e intenté creer en sus palabras.
Pero luego de un rato no pude seguir creyendo en aquellas palabras.
Cooper no había llegado.
Y aquello me puso triste.
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El sonido de un golpe en la puerta me sacó de mis pensamientos.
-¿Si?-le pregunté a la persona frente a mí.
-Kiara, tienes una llamada.- dijo el niño antes de salir corriendo por el pasillo.
-¡Kiara! ¡ Kiara!- oí a Liz venir corriendo hacía mi habitación.-¡Alguien pregunta por ti!
-¿Sabes quién? Recién ha venido un niño a decírmelo.- le pregunté cerrando la puerta detrás de mí.
-¡No lo sé pero ve rápido!- dijo emocionada.
Cada vez que sonaba el teléfono, todos corrían hacia allí con la intención de averiguar quién era.
Siempre estaban atentos por si alguien llamaba preguntando por alguno de ellos. Pero no siempre ocurría debido a que el teléfono sonaba en muy pocas ocasiones lo cual desanimaba a la gran mayoría.
-¿Si?- pregunté al otro lado de la línea.
-¡Kiara! , lamento no haber ido. No me sentía bien.
