Capitulo 01

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[QUEDA PROHIBIDO LA COPIA/ADAPTACIÓN]

[Liz en multimedia]

Parpadeé confundida cuando el sonido de un trueno me despertó

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Parpadeé confundida cuando el sonido de un trueno me despertó. Me aclaré la garganta y me enderecé en el respaldar de la cama para poder levantarme.

Me acerqué a mi único rincón favorito y me quedé allí, sentada en el pequeño banco junto a la ventana. Las gotas golpeteaban con fuerza el vidrio de la única ventana que tenía mi habitación.

Por desgracia, ya desde hacía un año, el vidrio tenía una rajadura en uno de sus costados que hacía que el viento invadiera de manera brusca el interior.

El aire frio ingresó por la fina textura de mi vestimenta causándome escalofríos. Subí y bajé las manos por mis muslos con la intención de irradiar un poco de calor. Hacía demasiado frío y la ropa para dormir que nos otorgaban en invierno, no era para nada gruesa.

Unos golpecitos en la puerta me sacaron de mis pensamientos.

Inmediatamente me levanté de mi asiento y me acomodé el calzado que no servía de mucho. La suela era tan extremadamente fina que era como si estuviera tocando el mosaico frío. Al principio fue un completo infierno acostumbrarme pero no me quedó otra opción que aceptar la idea de que no iba a recibir ni siquiera calzado decente ni un abrigo adecuado para la estación.

Quité la traba de la puerta y abrí un poco para echar un vistazo por el pequeño espacio corroborando que al otro lado se encontrara la pequeña Liz.

-¿Otra pesadilla?- miró voz salió en un pequeño susurro dado que estaba prohibido deambular por el establecimiento en horarios nocturnos.

La pequeña pelirroja asintió a la vez que llevaba el puño a su rostro para secar las lágrimas.

Cada vez que la veía así, mi pecho se apretujaba.

No me gustaba ver a las personas llorar, y mucho menos a una niña de siete años.

La miré nostálgica. Desde el principio siempre nos tuvimos la una a la otra.

Cada vez que teníamos la oportunidad, conversábamos aunque a decir verdad, varias veces se nos hizo complicado por las reglas de la señora Johnson. Esa mujer era demasiado estricta y hacía todo lo posible para que estemos el mayor tiempo cumpliendo sus órdenes en soledad.

Siempre ordenaba a cada uno realizar algún quehacer, ya sea limpiando u ordenando y por eso mismo no teníamos demasiado tiempo para charlar entre nosotras. Y a pesar de que un sitio esté limpio, nos mandaba igual a fregar. Quería cada rincón resplandeciente.

-Liz, sabes que no puedes caminar a estas horas por los pasillos.- ladee la cabeza.- recuerda la última vez que se enteraron que saliste de tu habitación.-le recordé.

ORFANATO SPRINGFIELD © (En proceso)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora