o. bedtime stories

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capítulo cero: cuentos a la hora de dormir

capítulo cero: cuentos a la hora de dormir

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    Lawrence, Kansas. 2013

Sus brazos estaban perfectamente acunados sosteniendo a la pequeña con el propósito de arrullarla para que esta pudiera dormirse finalmente, aunque como todas las noches, eso casi siempre era una batalla imposible. En ese momento recordó lo que fue tomarla por primera vez lo cual fue una experiencia única además de difícil de explicar debido a que no existían las palabras exactas para aquella manifestación de calma que solamente emanaba aquel dulce retoño.

Al verla a sus grandes ojos —los cuales no había duda de quien los había sacado— rememoró la primera vez que la tuvo así, para ella sola, pero sin quererlo recuerdos acerca de todo lo que sucedía alrededor de ellas empezaron a bombardear su mente hasta que los sonidos proveniente del retoño que se encontraba en sus brazos hizo que se concentrara en ella. Por instinto sonrió al ver como ella la miraba mientras tenía su pulgar dentro de su boca.

—Veo que hoy te encuentras de un muy buen humor —dijo mientras se movía de un lado al otro tratando de que se durmiera —. Pero ya es hora de que esta princesa duerma. —agregó al aire a lo que la bebé simplemente se limitaba a reír de cada cosa que ella decía, nuevamente una sonrisa era robada de los labios de la mujer.

Su mirada se paseo por los lados del dormitorio ubicando la silla donde le contaba a la pequeña historias que definían su identidad, como una vez se lo prometió a su hermana, a diferencia de ellas la pequeña siempre sabría de donde provenía. Luego de tomar asiento y reclinarse un poco con la bebé en brazos aclaro su garganta para poder empezar la gran aventura de esa noche.

—Había una vez un majestuoso rey que vivía con su noble hermano en un reino donde se celebraban la música y el arte —comenzó —.El rey no preveía tener un hijo pero vivía en una tierra encantada donde todo era posible. Con el tiempo, fue bendecido con una bella hija, para quien sólo deseaba paz —agregó a lo que la pequeña le regalo una sonrisa a lo que la mujer respondió de manera inconsciente —. Sin embargo, el rey tenía demonios que lo perseguían. Había una bestia despiadada que quería tomar el reino para sí misma. Armada con un paquete de criaturas indomadas, ella expulsó a las otras criaturas mágicas de la tierra, junto a ello había una bruja traviesa que con piedras encantadas debilitaba al rey en cada luna llena. Al ver la amenaza que sus enemigos arrojaban sobre su casa, el rey fue obligado a enviar a su amada princesa lejos, convenciendo a todos los que quedaban, de que ella estaba perdida para siempre.

La pequeña, quien parpadeaba rápidamente al principio, disminuyó la velocidad de los pestañeos dándole a entender a la mujer que la historia de esa noche estaba cumpliendo su cometido, logrando que la bebé descansara finalmente.

—El rey, en su dolor, se apartó del mundo —alzó la vista al frente. No solo hablaba por hablar, rememoraba las llamadas secretas compartidas con el honorable en los últimos meses —. El castillo cerró sus puertas, y el reino cayó. Algunos dicen que la única luz que brilla en el castillo ilumina la sombra del majestuoso rey en la habitación que era para la princesa —la mujer podía ver como la pequeña dejaba de parpadear para finalmente cerrar los ojos cayendo en un profundo sueño —. Y como las bestias despiadadas tomaron el poder sobre el reino del rey caído, pocos sabían que él y su hermano no descansarían hasta que sus enemigos fuesen vencidos —le regaló una sonrisa a la bebé—. Porque ellos creían que un día curarían su reino y traerían a su preciosa princesa a casa para que pudiera vivir feliz para siempre.

La mujer se puso de pie abandonando la mecedora para dirigirse hasta la cuna de la pequeña, quien estaba tiernamente acurrucada contra el cuerpo de la joven, lo que la obligo a tener más cuidado de lo normal. Lentamente fue descendiendo la altura hasta colocar a la bebé cómodamente en la cuna no sin antes taparla con la sabana que ella había comenzado a manifestar como su favorita. Un beso en la coronilla a lo que el retoño se removió un poco para que luego la mujer se fuese levantando de la forma más tranquila posible.

—Y aunque las bestias piensan que ambos están vencidos, siempre habrá una promesa que los reinvente —continuó apoyada sobre la baranda de la cuna admirando a su sobrina —. Por siempre y para siempre. Por Hope. 


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² 𝐖𝐈𝐂𝐊𝐄𝐃 𝐁𝐋𝐎𝐎𝐃 | Klaus Mikaelson ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora