i. outside the wall

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capítulo uno: fuera de la pared

capítulo uno: fuera de la pared

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El sol estaba en su pleno apogeo.

La mañana era fría aunque no lo suficiente, estaban llegando al final de la estación de verano, el otoño estaba por arribar nuevamente. Bajó los lentes que se encontraban sobre su cabeza para poder cubrirse del brillo, la bolsa de las compras se balanceaba en su mano izquierda para cuando se encaminaba hacía el auto por el estacionamiento del supermercado. No podía pensar una actividad más domestica que esa, durante mucho tiempo no se preocupó por aquellas tareas tan mundanas, sin embargo, ahora ese era su presente.

No obstante, entre su pensar, la sensación de que estaba siendo seguida se alojó en la base de su cabeza. No movió su cabeza más si sus ojos para asegurarse de que la simple paranoia que había desarrollado era lo que la había activado. Empero, un hombre con gorra que pudo ver por el rabillo de su ojo izquierdo fue quien le aseguró que su paranoia estaba más que establecida. La mujer inhaló mientras continuaba caminando hacía la camioneta, tomó las llaves de su bolsillo con tranquilidad para activar la alarma del auto permitiendo que pudiera abrir la puerta de copiloto dejando la bolsa ahí, fue ahí cuando sintió a su persecutor.

La mujer, en un movimiento lo suficientemente rápido para el ojo humano, tenía al hombre tomado por el cuello gracias a que su antebrazo y su brazo hacían la mayor parte del trabajo, miró a los lados notando que nadie se hallaba cerca para cuando sintió que el hombre ponía resistencia por lo que aplicó aún más fuerza.

—Escogiste a la mujer equivocada. —anunció. Después le dio en la parte de atrás de las rodillas para hacerlo caer al suelo obligándolo a arrodillarse. Ella todavía tenía la mano alrededor del cuello del hombre.

—Espera...espera. —pidió entre bocanadas. La mujer apretó aún más duro, no le importaba de quien se trataba pero si alguien la había encontrado eso significaba que iban detrás del individuo al cual ella protegía.

—¡¿Qué quieres?! ¡¿Quién te envió?! —interrogó. Al ver que el hombre no soltaba palabra apretó con más fuerza el cuello. Este le dio leves palmadas al brazo de la joven para que esta lo soltara, sin embargo, eso no parecía que iba a ocurrir en un pronto futuro.

—Ale... Alexandría. —pronunció. Esa palabra dejó a la mujer con el entrecejo fruncido por lo que la curiosidad de quien era le ganó esta vez, soltó a el hombre llevándolo a caer al suelo por completo para que el mismo buscara el aire que le faltaba en los pulmones. Alexandra lo miró desde arriba, si intentaba algo raro no dudaría por un segundo en deshacerse de él.

—¿Cómo sabes ese nombre? —cuestionó. Era de dominio publico, sí, pero no había razón de llamarla de esa manera para que esta apelara a su curiosidad o quizás aquel era el punto de todo ese teatro. Como aclaró antes, la paranoia era un mal sentimiento que había desarrollado. El hombre tenía la mano sobre su cuello para cuando se volteó a verla.

² 𝐖𝐈𝐂𝐊𝐄𝐃 𝐁𝐋𝐎𝐎𝐃 | Klaus Mikaelson ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora