xvii. deep dark truthful mirror

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capítulo diecisiete: profundo espejo oscuro veraz

capítulo diecisiete: profundo espejo oscuro veraz

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El miedo la invadió.

Pensar con claridad no era una opción. Su cuerpo temblaba más no detenía su caminar, le era imposible. Ella solo sabía que debía seguir. El aire comenzaba a escasear con el paso de los segundos a medida que sentía como la vista se nublaba, su pecho también dolía. Su alrededor revisó más lo único que lograba divisar eran árboles que por la oscuridad que la rodeaba le era imposible saber si eran infinitos. Sin embargo, un tarareo suave atrajo su atención llevándola a seguir el mismo, a medida que sus piernas la llevaban hacía donde su oído dictaba el tarareo se escuchaba más cercano pero no fue hasta que sus ojos la obligaron a detenerse cuando en su campo de visión se presentó algo que por inercia la llevó a temer.

Lobo blanco.

Alexandra tragó grueso para cuando los ojos del animal conectaron con los de ella, el azul magnético de los mismos los cuales le regalaron esa sensación fría la cual le molestó de inmediato, era como si estuviera mirando hacía el vació. Eso la asustó, pero aquel miedo no era como ningún otro que había experimentado. 

—La oscuridad es algo difícil de evitar cuando ella siempre vivió en ti —con rapidez se volteo identificando a la dueña de la voz que se hallaba a sus espaldas —. Somos producto de la oscuridad, somos hijos de ella. Solo debes abrazarla, Alexandría —tragó grueso. Un escalofrío le recorrió la espina dorsal, la mujer frente a ella portaba el rostro de su amiga —. Una vez que lo hagas, serás completamente libre.

—¿Qué quieres? —intentó que su voz sonara lo más dura posible durante aquella pregunta. No le dejaría ver el miedo que claramente habitaba en ella. Ella sabía que se trataba de Arthemisa, puesto que, era ella quien ahora controlaba el cuerpo de su amiga. Alexandra tensó la mandíbula.

—Oh, querida —dio un paso —. Dijiste que viniéramos por ti, he venido —aquella sentencia le provocó escalofríos a la lobo —. Ahora, presta mucha atención —se detuvo —. He venido por lo que me pertenece por derecho, nada me podrá impedir tomar lo que es mío. La oscuridad no es fácil evitar cuando yace en ti.

El tarareo escuchó una vez más, la mujer había sido la provocadora de ello.

Con desesperación sus ojos abrió. Al sentarse sobre la cama miró a su alrededor antes de entender que aquello había sido simplemente una pesadilla, cerró los ojos con suavidad mientras pasaba sus manos por sus hebras de cabello, necesitaba calmar su respiración. Solo había sido eso, una terrible pesadilla. Empero, cuando sus ojos se desviaron a su derecha, donde yacía la mesa de noche, su miedo incrementó. 

Una flor de pétalos negros se encontraba sobre la misma. 



² 𝐖𝐈𝐂𝐊𝐄𝐃 𝐁𝐋𝐎𝐎𝐃 | Klaus Mikaelson ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora