Los 2 hermanos se encontraban hablando de cosas triviales y caminando por los grandes y largos pasillos del castillo los cuales eran decorados por diferentes retratos de ellos y de su padre, pero los retratos eran más que nada de Meliodas, ya que como todos saben él era el favorito de su padre sin duda alguna.
Algo que a muchos hasta el mismo Meliodas les dejaba miles de dudas, ya que no era el hijo más ejemplar que tuviera en cuanto a actitud y a obediencia, pero claro el rey actual de aquel mundo no buscaba esos caracteres en su sucesor, pues a palabras de él, si el futuro rey era obediente no funcionaria tanto a la hora de gobernar, ya que este sería fácilmente manipulado por otros gobernantes, no podría tomar decisiones firmes y que crea correctas para su reino, y sobre todo sería blanco fácil para ser traicionado, humillado y un montón de cosas más que atentan contra él y su gente.
El actual gobernador quería a alguien que supiera bien lo que quiere y que no se dejaría pisotear por otros tan fácilmente, uno que sabe cuándo obedecer y a quien obedecer, que cuando se le intente manipular o traicionar este lo mande a comer mil hectáreas de tierra y de paso a ejecutar, y que sobre todo este listo para la acción y para tomar decisiones difíciles, en breves palabras, el buscaba a un sucesor fuerte, no sólo físicamente sino también psicológicamente.
Contados con los dedos de una sola mano eran los que sabían sobre esos caracteres, carácteres que fueron los que ocasionaron el nacimiento de Meliodas, Meliodas fue creado y moldeado con esas características porque el mismo rey demonio sabía que iba a ser el único hijo suyo que realmente tuviera un poder descomunal hasta para otros demonios.
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Meliodas detuvo su andar cuando vio que Estarossa lo hizo, estaban frente a la puerta que separaba la sala de juntas del pasillo, una sala que sólo se ocupa para dar noticias/informes sobre lo que pasó o lo que pasará en un futuro con el reino, una que sólo era y es ocupada por los 10 mandamientos, pues los demás atendían la información en el despacho del líder de los demonios.
Estarossa tocó 2 veces, la primera fue con algo de fuerza y algo ruidosa y la segunda fue con algo más de calma, como intentando decir a los que estaban dentro que ya estaba ahí, qué pasaría y que traía compañía.
Abrió la puerta después de aquellas acciones, dejando así ver poco a poco a los demás integrantes de los 10 mandamientos, los cuales se encontraban en su mundo, eso era bueno para ambos hermanos, puesto a que significa que estaban relativamente tranquilos y muchos más razonables que en otros tiempos.
Estarossa fue el primero en pasar a aquella habitación repleta de gente, para después ser seguido por Meliodas, el cual se estaba muriendo por dentro. No es para más esto, puesto a qué no es nada fácil estar en una habitación repleta de gente a la cual traicionaste sin alguna razón que sea simplemente razonable ni lógica, claro que no, o bueno al menos que estés es un mal estado psicológico.
Meliodas siguió a Estarossa, el cual le indico su asiento, el cual estaba en medio de este mismo y de Glayroad, ok, eso era fácil pues hasta donde él sabe uno de ellos no le hará ningún daño pues ya ha estado estos últimos días con él, pero con el otro aunque su mandamiento era el pacifista nunca se sabía que haría con exactitud.
Meliodas se sentó en el lugar indicado, nadie se había dado cuenta de su presencia en aquella habitación, algo que internamente agradece a mares pues no estaba muy preparado mentalmente en esos momentos como para recibir bastantes palabras hirientes de aquellos seres que alguna vez traicionó. El sabe que se las merece y más, porque el mismo se las busco matando a dos de los mandamientos antiguos y traicionar a su raza al mismo tiempo, lo sabe, pero no era el momento adecuado para eso, pues en esos momentos él está muy débil emocionalmente, y no creé poder aguantar un insulto sin tener ganas de llorar al primer momento o de aniquilar a la persona que le insultó, sea lo que sea no acabaría bonito para nadie.