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Dos toques sonaron en la puerta, dos toques que fueron respondidos de inmediato por el hombre de cabellera verdosa, el cual anteriormente veía como su aprendiz estaba siendo checado por última vez por las estilistas para ver si todo estaba perfecto.

_Ya llegó._ Fue directo al grano aquel gran ser que dentro de muy poco dejaría de ser el gobernador de aquel reino que era tan pacífico a comparación de los otros reinos.

No quería hacer que aquel invitado tan especial e importante esperara por mucho tiempo así que no se fue con muchos rodeos.

_Bien, en segundos estara allá, ya está más que impecable._ Dijo con una expresión sería, si de por sí no le gustaba la idea de que su aprendiz tuviera una relación con alguien menos le gustaba que se casará a la fuerza y sin ningún amor entre medio por la persona con la cual va a ser susodicho evento pero tampoco podía llevar la contraria a la palabra del ser supremo.

Pues si lo hacía, era muerte segura y el no quería hacer eso, el quería seguir viendo como es que aquel joven de cabellera rubia que era como un hijo para el avanzaba en su vida diaria, y además que sabía que aquel matrimonio fue hecho por beneficio del reino así que con más razón tenía que aparentar tranquilidad ante esta unión.

_Esta en el salón principal._ Fue lo último que dijo para después marcharse de aquel lugar e ir directo a su oficina.

Chandler suspiro pesado al ver que aquel ser ya no estaba a su vista, iba a odiar por todo lo que resta de su existencia lo que iba a hacer y pasar, se acercó al pequeño demonio que se veía al espejo mientras las damas del lugar empezaban a recoger los artículos que anteriormente habían utilizado para estilizar al príncipe.

_Meliodas, ya llegó tu prometido, está en el salón principal._ Su voz fue sería ante cada palabra que soltó de su boca para finalmente callar, no iba a hablar más pues sabía que si lo hacía tal vez soltaría palabras que no tenían que ser dichas en esos momentos.

El contrario asintió ante lo dicho por su mentor,  se dió media vuelta dejando de ver su apariencia a través del espejo de cuerpo completo para posteriormente empezar a caminar hacia la puerta de la recámara sin mediar palabra alguna, cuando llegó a esta la abrió y salió del lugar para finalmente dirigirse hacia donde se le fue indicado.

Iba a paso rápido por los grandes pasillos del castillo pues a el al igual que su padre no le gusta para nada la idea de hacer esperar a sus invitados, aunque en este caso sería a alguien con el cual pasara todo lo que resta de su vida.

Después de unos cuantos segundos después finalmente llegó y a la persona que pudo observar en aquella habitación lo dejo totalmente estático y con solo una pregunta en su cabeza...

¿Él sería con el que se casaría?...

El contrario noto su presencia y sonrió con tranquilidad, el ya sabía con quién se casaría, se le fue aviso con anterioridad, cuando el supo que la deidad suprema lo había comprometido sin su autorización, aunque tampoco le juzgaba pues era algo para unir a los dos reinos y ya no hubiera más disputas entre ambos clanes.

Asi que no le sorprendió ver quién era el hermano mayor de los tres hijos, es más cuando supo que era el con el que lo comprometieron no pudo estar más que satisfecho, pues aquel chico de cabellera rubia desde la primera vez que lo vio en batalla le interesó de cierta manera, y ahora que lo podía tener a su lado toda lo que les resta de tiempo a ambos o mejor dicho por toda la eternidad pues un matrimonio así era sagrado y para toda la existencia, no desaprovecharía la oportunidad.

_Buenas Meliodas._ Saludo cortésmente mientras se levanta del sillón en donde estaba y posteriormente acercarse hasta el demonio de estatura baja.

_Muy buenas igualmente Mael._ Respondió de igual manera, saliendo de su pequeño trance y viendo al arcángel, el cual estaba muy cerca de el. Mucho para su gusto.

Traición a MeliodasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora