T R E S🥀

3.6K 256 70
                                    

Y así había comenzado lo que se convertiría en el nuevo más grande atraco de toda la historia.

Boston estaba aturdida debido a la explosión que había causado.

El Banco de España ha quedado cerrado.

—Aunque el banco quede sellado, el edificio es muy grande Profesor, muchas ventanas, pocos hombres, no podremos defender todo— dice ella mordiendo la parte trasera de su lápiz.

Muy bien visto Boston —le responde él con una sonrisa— pero este edificio tiene truco —saca dos partes de aquella maqueta— esta es la parte del Banco de España que nos interesa, toda su estructura está revestida por muros de hormigón y planchas de acero con más de 180 centímetros de grosor, así que desde fuera es una auténtica caja fuerte, pero es que desde dentro es un fortín inexpugnable, una vez activado el protocolo rojo, nadie, nadie podrá entrar ni salir en una hora y ese es el tiempo del que dispondremos para hacernos con la pieza clave, para la fase dos del plan.

(...)

—Aquí estaréis seguros —dice Palermo desde el segundo piso— entre literatos y poetas, no hay nada que temer, tranquilos... —le sonríe a Boston la cual está desde el primer piso viendo el show que el Argentino se estaba a punto de montar— levantad las manos, sí, así como estuviesen en un atraco, vamos..., excelente —mueve la cabeza, señal de cambiar de uniforme, Boston mira de reojo a Denver y juntos van hacia atrás para empezar el show— Señores y señoras, mi nombre es Palermo y tengo dos noticias para daros —le sonríe a la gente, mientras desabrocha aquella chaqueta militar que llevaba— una buena y otra mala, la mala es que el Banco de España está sufriendo un ataque y la buena —ríe sarcásticamente— ¡Es que los atacantes somos nosotros, muchachos!

Era evidente que todos conocían aquel enterizo rojo, enterizo que causó furor y miedo años atrás.

Los gritos de terror de todos los rehenes era indicio de que ella junto a Denver tenían que cruzar esa puerta y obligar a cada uno de ellos a calmarse.

Y fue así.

—¡Todo el mundo tranquilo!— gritaba ella debajo de la máscara de Dalí al igual que Denver.

Pero seamos sinceros.

No puedes pedir tranquilidad cuando estás con la máscara de Dalí y un arma en manos.

—¡Boston! quiero a todos vestiditos— le grita Palermo a la mujer y le sonríe sarcásticamente.

—Quiero recordarte que no eres el único que da ordenes aquí& dice ella cargando una maleta llena de ropa.

—A partir de este momento, forman parte de nuestra maravillosa familia de rehenes —dice el bajando las escaleras captando la atención de todos los rehenes— vamos pasar unos días de desconexión absoluta, así que vayan poniéndose los antifaces por favor, ¡Pónganse los antifaces, carajo, vamos! 

—Para que nadie caiga en la tentación de hacerse el héroe —dice esta vez la mujer sacándose la máscara de Dalí— van entregarnos vuestros teléfonos móviles a mí y a mi compañero Denver, por cierto, soy Boston.

—Vamos hacer una cosa, todo el que sea Padre y Madre, que levante la mano— dice esta vez Denver.

—Pues vale, les vamos a etiquetar los teléfonos de rojo y vais a poder hacer una llamada al día—

—¿Eso de dónde lo sacaste, boludo?— pregunta Palermo cerca de Denver.

—Eso lo digo yo —le responde él— que para eso soy el coordinador de rehenes. 

BOSTON〈Palermo〉Donde viven las historias. Descúbrelo ahora