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—1:00am—
—455 Horas antes de la hora cero—
Caminaba en círculos, estaba enfadada, muy enfadada.
—¿Puedes quedarte quieta?— preguntó el hombre al borde de la cama con fastidio.
—Estoy harta de las escenitas que me haces cada vez que cruzo palabras con Palermo, ya te lo he dicho Bogotá —trató de explicarse— pero parece que lo que te digo, entra y sale de la misma manera.
Obtuvo un bufido molesto por parte del hombre, siempre era lo mismo. Palermo sabía lo que provocaba cada vez que cruzaba palabra o incluso tocaba a Boston, finalmente este como resultado obtenía una pelea segura por parte de la pareja. El robusto nunca pasaba nada por alto y Boston, dada a la experiencia; no se quedaba callada.
Fue así como una vez más, Bogotá se arrepentía y se excusaba de la misma manera:
—Puedes haber olvidado a Martín, pero él sigue detrás tuyo.—
Y eso a Melissa, le molestaba muchísimo. Que no confiara en ella, era lo que mas le jodía.
—Estoy cansada de ti Bogotá —murmuró, buscando de manera inmediata su cajetilla de cigarrillos— hasta aquí hemos llegado.
De la misma manera en la que Boston abrió la puerta de la habitación, Bogotá la detuvo entre sus pasos, mirándola de esta manera con incredulidad. ¿Estaba de coña, no?
—Me voy a dormir con Tokio.— murmuró con indiferencia, zafando seguidamente el leve agarre del hombre, dejándolo finalmente con un gran arrepentimiento y una noche reflexiva.
Por la mañana de aquel día, se había levantado nuevamente con una gran ilusión. Después de esperar con ansias de que pase una semana y unos cuantos días, tomó la prueba de embarazo entre sus manos, pero desgraciadamente, volvió a ser negativa. Estaba de mal humor y los celos de Bogotá fueron la gota que rebalsó el vaso.
Fue así que descalza se dirigió a la habitación de Tokio y aunque, la pelicorta no le caía bien, era su única opción. El frío pasillo se le hizo largo y apenas visualizó la habitación de la mujer, tocó esta dos veces y sin obtener respuesta, entró.
