CAPITULO TRECE

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          POV: ANASTASIA


No sabía que estaba pasando, pero sabía que alguna mierda grave estaba sucediendo.

Muchas armas. Muchas explosiones. Mucha muerte.

Y estaba viniendo a nuestra puerta.

Escuché a Christian y a Elliot pasar por mi habitación en su camino a la entrada antes de que me cambiara de ropa y asomara mi cabeza por la puerta. Las puertas principales dobles estaban bien abiertas, y una tonelada de sus hombres estaban desplegados afuera.

Me moví hacia el centro del balcón, así tenía una visión clara de la rotonda y de la fuente. Ambos hombres estaban parados allí en sus trajes, con las manos en los bolsillos y esperando por algo.
O alguien.

Todos los hombres desplegados por la propiedad cargaban rifles de asalto y usaban chalecos a prueba de balas. Sabía que Christian nunca admitiría a nadie en su propiedad a menos que estuvieran bajo su control, pero ver a tantos hombres llevando armas me puso nerviosa. Los hombres se prepararon para mi ejecución de la misma manera.
Alguien estaba a punto de morir.

Entonces la caravana de camionetas negras hizo su entrada a través de la puerta. Una por una, estacionaron en la rotonda y las puertas se abrieron. Sacaron a un hombre de cada asiento trasero y los pusieron de rodillas frente a Christian y Elliot.

Cuando el quinto auto llegó, sacaron a una joven mujer de atrás, de mi edad, y fue colocada de rodillas como el resto

Observé con horror como Christian, sin palabras extendió su mano hacia uno de sus hombres, y una pistola era colocada en su palma.

Iba a ejecutar a cada uno de ellos.

No sabía si iba a poder mirar.

Christian fue hacia el primer hombre y se arrodilló frente a él. Era imposible escuchar lo que se estaba diciendo porque estaban muy alejados. Probablemente los estaba interrogando, buscando respuestas sobre lo que fuera que lo hubiera enojado. Cuando no consiguió lo que quería, dio un paso hacia atrás y apuntó el arma al cráneo del hombre.

Y entonces tiró del gatillo.

El sonido de la bala fue tan fuerte que hizo eco en las paredes de la casa. Fue lo suficientemente fuerte como para hacerme saltar y gritar porque pareció como si pasara justo al lado de mi oído.

Christian se movió hacia cada uno, arrodillándose en frente de ellos para conversar, y luego se alzó antes de dispararles en la cabeza.

No sabía por qué Christian pensó que ellos hablarían, si iban a morir de todas maneras.

Se movió hacia la joven mujer al final, y tuvo exactamente el mismo tratamiento. Habló con ella por unos minutos antes de pararse y apuntar el arma hacia su cabeza.

Ella sollozó. Sus palabras no podían discernirse, pero era obvio que estaba rogando por su vida. Las lágrimas caían por sus mejillas, y agachó la cabeza porque no podía mirar al cañón del arma.

Sabía que no debería simpatizar más con ella porque era una mujer, pero no pude evitarlo. Lloró y rogó, y no podía imaginarme que hiciera algo tan horrible como para merecer ese destino. No quería que Christian lo hiciera.

Pero lo hizo.

Tiró del gatillo, el arma se disparó, y ella estaba muerta en el piso.

La sangre de los cinco cuerpos corrió hacia la fuente, líneas rojo brillante que eran visibles incluso en la oscuridad.

Debí haberme quedado en mi habitación como Christian ordenó. Fue la única vez que deseé realmente haberlo escuchado. Ahora esas imágenes estarían por siempre grabadas en mi cerebro. Pensaría en la mujer constantemente, en cómo no la habían perdonado por su crimen. Ella podía haber sido una madre. Ella podía haber sido una hija. Pero Christian tiró del gatillo de todas formas.

El dictador  #2 (ella es una traidora y yo asesino a los traidores)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora