CAPITULO VEINTIUNO

6.3K 330 46
                                    


POV ANASTASIA

Ahora que ya había pasado mi primer trimestre, necesitaba un control del médico.

Usé el teléfono de mi hermano para hacer unas llamadas a Niza, para poder entrar sin ser vista. Pasarían otras dos semanas antes de que pudiera ver a un obstetra. Faltaba mucho tiempo, pero hice la cita de todos modos. Nada fuera de lo común había pasado con mi embarazo, pero pensé que era inteligente asegurarse de que todo estuviera bien.

—¿Ethan? —terminé de hacer el almuerzo y nos sentamos juntos en la pequeña mesa.

—¿Sí? —estaba desplazándose a través de su teléfono mientras comía, enviando textos a una de las mujeres que conoció recientemente.

—¿Qué vamos a hacer cuando llegue el bebé?

—¿Pensé que dormiría en tu habitación?

—No. Me refiero al parto. Si ingreso en un hospital, tendré que dar mi nombre. Si Christian quiere llevarse al bebé, estará revisando eso en todos lados.

—No pensé en eso...

Ahora que lo extrañaba, no me importaba si quería ver al niño. Pero tenía miedo de que quisiera llevarse al bebé y me dejara atrás. Ese sería peor destino que la muerte.

—Pienso que podrías dar a luz aquí. Las mujeres solían hacerlo todo el tiempo.

—Y la mayoría de las mujeres morían en el parto —contesté—.Es demasiado riesgoso.

—Entonces no sé cuál es la respuesta. Podría llamar a un tipo para que prepare documentos falsos para ti. Esa podría ser la única manera.

—Sí... —No sabía que nombre ponerle al bebé. Pero quería que tuviera mi apellido. Incluso si yo me registrara con un nombre diferente, Christian podría revisar los registros de nacimientos. También me sentía mal por ponerle al bebé mi apellido, cuando debía tener el de Christian. Parecía como que le estaba negando a mi bebé sus derechos de nacimiento.

—Tenemos varios meses antes de que tengamos que preocuparnos por eso. —Terminó su almuerzo y dejó los platos en el fregadero—. Voy a tomar una siesta. Tengo dolor de cabeza.

—Está bien. —Terminé mi almuerzo y luego lavé los platos en el fregadero. Luego lavé la ropa antes de llevarla afuera. Se suponía que iba a llover en los próximos días, así que sabía que tenía que lavar toda la ropa ahora, a menos que quisiera que oliera a agua de lluvia.

Colgué las camisetas de Ethan y sus vaqueros, luego empecé con mi ropa. También tenía todas nuestras toallas por colgar. Una por una las colgué, abrochándolas en su lugar para que la luz del sol y la brisa pudieran secarlas.

Justo cuando estaba por alejarme de la última toalla, vi la silueta de un hombre grande a través de ella. Con hombros musculosos, con treinta centímetros más de altura que yo, y piernas largas, su delineado me recordaba a Christian. Pensé lo mismo antes, cuando vi a Ethan, pero luego recordé que mi hermano estaba adentro de la casa.

Me quedé inmóvil mientras miraba fijamente la toalla, miré cuán quieto estaba el hombre. No hizo ningún ruido, ni ningún sonido.

Mi corazón comenzó a acelerarse, con ambas cosas, miedo y alivio doloroso. Si Christian estaba del otro lado, serían probablemente malas noticias para mí. Pero no pude evitar sentirme emocionada porque estaba a punto de caminar hacia sus brazos y sentirme en casa otra vez. Mis ojos se humedecieron un poco, pero no dejé caer ni una lágrima. Entonces el bebé empezó a patear por primera vez.

El dictador  #2 (ella es una traidora y yo asesino a los traidores)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora