Capítulo 9

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Draco apareció en su departamento junto con Grabger en brazos. Astoria se exalto al verlo y se puso en pie caminando hacia ellos.

_¿Qué le sucedió?-preguntó ella mirando a Hermione.

_La drogaron, luego te contaré, ¿Dónde está Cissy?

_Durmiendo se cansó de esperarte.

_Bien.

_¿Necesitas que te ayudé?

_No yo me encargaré de ella, Astoria.

_Bien, creo que mejor me iré, debo entregar unos documentos al Ministerio.

_Astoria-le llamo él.

_¿Sí?

_Hasme saber si él te explota.

_Draco ya hablamos de eso, el señor Percibal es muy exigente, ya sabes su nuevo puesto de ministro le demanda mucho trabajo.

_Aún así no se como lo soportas.

_Es un buen hombre, Draco-le sonrió ella algo sonrojada.

_Solo cuidate-dijo él entrado a su habitación. Recosto a Hermione y le quitó los zapatos.

_¿Cómo puedes caminar con esto, Granger?

_Tom-murmuró ella.

Draco se inclinó hacia ella para poder escuchar lo que decía.

_¿Por qué lo hiciste?-murmuró ella.

Él camino hacia el armario busco en una cajita de madera y sacó un frasquito, cerró la tapa y volvió hacia ella.

_Granger-le llamo él, venga despierta palmeo su rostro suavemente. Ella abrió los ojos pero volvió a cerrarlos.

_Venga no te duermas, mirame-dijo tomando su rostro. Bebe.

_No quiero.

_Vamos, Hermione te hará bien-le hablo está vez con una voz más suave, ella le miró.

_Dilo otra vez.

_¿Qué?

_Mi nombre.

_Hermione, bebe. Ella lo obedeció y bebió de la poción.

_Sabe horrible-dijo ella arrugando su rostro.

_Lo sé. Yo la preparé, es para sacar la droga de tu organismos-contestó poniéndose en pie.

_Quédate conmigo, no quiero estar sola, Draco.

_Recuestate volveré enseguida.

_¿Me lo prometes?

Él asintió con la cabeza y salió de la habitación, camino hacia el cuarto de su hija y se asomó dentro para mirar a su pequeña abrió la puerta adentrándose cogió la manta y la cubrió hasta los hombros.

_Buenas noches, cariño-dijo dándole un beso en la frente.

Salió de la habitación y camino por la sala apagando las luces del pasillo sólo dejó encendida la de la cocina. Volvió al cuarto busco en su cajonera sacando una camiseta que le tendió a ella.

_Gracias.

_Puedes cambiarte en el baño.

_No hace falta-dijo ella poniéndose en pie y aflojando el cierre de su vestido se bajo las tirillas el cual se deslizó por su cuerpo dejándola en ropa interior. Tenía un conjunto de lencería negro que dejaba fantasear a cualquier hombre, su cintura de pera, sus caderas y su busto era perfecto parecía tallada por los mismo dioses. Se quito el prendedor que sujetaba su cabello dejándolo caer por sus hombros tomó la camiseta y se la paso por los hombros.

Tacón y punta. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora