☆Capítulo 23: Entre nosotros.

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Enfermos Mentales. Capítulo 23: Entre nosotros.

Los chicos caminaban por el pasillo después de salir de Terapia de comportamiento en dirección a la habitación de Sheyla y, anteriormente, Sara y Eli. El silencio caminaba con ellos, poco habían hablado desde que encontraron a ese hombre con el arma en su mano, sin vida. Sabían que no había sido exactamente un suicidio, pero de lo que si estaban seguros es que era su última pista, y estaba muerta.

—Aún no entiendo como diablos supo ese maldito que teníamos esa pista —se quejó Erick rompiendo el silencio.

—Es OX, siempre sabe todo —respondió Jenn entrando a la habitación de ultimo y cerrando la puerta tras de ella.

—Pero es que es imposible, estábamos aquí cuando la descubrimos. Solo sabíamos nosotros —dijo Alex más para él mismo que para el grupo, tomando asiento frente al anterior tocador de Eli.

—Entonces, ¿Sugieres que uno de nosotros es el desconocido? —preguntó James frunciendo el ceño.

—Yo no dije…

—E-es exactamente lo que dijo —se cruzó Ben de brazos.

—¿En serio piensas eso, Alex? —preguntó Shey—. ¿Qué uno de nosotros, tal vez yo, fue capaz de hacer todo esto?

Antes de que Alex pudiera defenderse, tres golpes en la puerta detuvieron la conversación.

Jennifer, cruzada de brazos y con la espalda apoyada en la pared, frunció el ceño, empujándose hacia adelante para girarse y abrir la puerta. Afuera no había nadie, pero del techo colgaba una carta sostenida a dos globos de helio. Jenn miró a los chicos para comprobar si ellos veían lo mismo que ella. Tomó la carta y la jaló hacia adentro, con los globos detrás siguiéndoles hasta el interior.

Jennifer abrió la carta, sacando una nota azul de ella. La leyó para todos.

“Maldito sea el enemigo disfrazado de compañero. ¿Cómo distinguir a un traidor? Es difícil, pero no imposible. Por ejemplo, vuestro traidor me informó de la pista que habían encontrado para mí. ¿Nadie le avisó a Elizabeth que es de mala educación revisar las cosas ajenas? Si vuelven a hacer algo que no esté bajo mi consentimiento… Sara y Eli las pagarán” —concluyó Jenn mirando a Shey y tratando de ocultar su preocupación.

De la carta también sacó un CD y, luego de observarlo por unos segundos, lo levantó para que el grupo lo viera. Benjamín corrió hasta Jenn y lo tomó, acercándose hasta su laptop para reproducir el video en la televisión de la habitación y colocándolo para que todos pudieran verlo.

Era Sara, estaba sentada sobre una silla de madera, atada de pies y manos e iluminada con un círculo de luz que venía de arriba, justo como la vez anterior. Pero esta vez estaba despierta. Tomó aire repetidas veces, asustada, mirando con temor algo detrás de cámaras. A ella se acercó una figura con capucha negra y una máscara de bebé rota, colocándole una bolsa de plástico negra en la cabeza mientras ella suplicaba que no lo hiciera. A continuación, OX trajo una cubeta con agua y, antes de echarla encima de Sara, miró a la cámara amenazante.

Tiró el agua sobre la cabeza cubierta de Sara mientras agarraba la bolsa por detrás, dejándola sin aire en el interior mientras el plástico se pegaba a su cara, impidiéndole respirar. Sara pataleaba desesperada tratando de escapar mientras OX vaciaba el agua sobre ella tan lentamente como podía. Mientras más sufriera, mejor. No tiró la cubeta a un lado hasta que no cayó la última gota de agua, dejando a Sara respirar forzadamente. OX se alejó de ella y caminó hasta la cámara.

—Imagina saber que la persona que le acaba de hacer esto a su amiga…también es uno de sus amigos —dijo la voz distorsionada de OX en el video mientras miraba a la cámara—...que duro debe ser —dijo entre una inquietante risa—. Todo lo que hagan, lo sabré. Cada paso, cada parpadeo, cada respiración, yo estaré ahí. Es más, ahora mismo…estoy ahí.

Enfermos Mentales: Edificio del terror. [Libro 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora