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Deliciosa perdición.

 Me maldigo por casi decir que él era caliente. Joder, sí que lo era. Y hoy más que el otro día, se ve candente, sus rulos café están despeinados y un par de ellos se aferran un poco a su frente por el sudor, y su torso ¡Ni a hablar! su gran y fornido torso estaba cubierto por una camisa azul marina con las mangas arremangadas. Pero su actitud de un atractivo pero patético arrogante e impredecible es estresante, él es igual a mí.

— ¡Carajo, que trasero! —Escucho detrás de mí—. Un buen culo, delicioso para...

 No quise escucharlo, pero sí me iba a voltear para arrancarle los ojos al pervertido aquel. Pero algo me detuvo.

 Auch.

 Un. Asqueroso. Azote. En. Mi. Trasero.

— Estás muerto, infeliz —Escucho un grito, y cuando miro de nuevo al frente, Harry está junto a mí.

 Bueno, ya no, él ha pasado de mí para ir al tipo que me azotó el trasero. Éste último abre bien grande sus ojos al ver al idiota, a mi idiota. No se desde cuando tengo tanta posesividad pero voy a culpar al alcohol por ello.

El tipo se queda embobado mirándolo, porque le saca una altura considerable y es dos veces más fuerte, o eso se nota. Harry le frunce el ceño y se para casi chocando torsos, frente a frente.

— Eres hombre muerto, cabrón —Le repite, y casi puedo ver flaquear las piernas del tipo.

— Perdón... no sabía que estaba contigo, hermano —Susurra él, casi tartamudeando.

 Y yo estoy congelada. Nunca nadie antes había saltado en mi defensa, normalmente me defiendo sola.

— Perdón —Balbucea de nuevo.

 Y yo me quedo estática ahí. Tengo que detener esto, Harry tenía una cara de querer golpear al tipo, y no solo eso, sus manos se habían convertido en puños. No quiero problemas, no ahora.

Antes de que pueda reaccionar, empuja al tipo y estaba por proporcionarle un puñetazo, pero no lo logra ya que me interpongo entre los dos y lo sostengo por el pecho.

— Ya, calma, idiota —Le digo, y bueno, se me hizo costumbre decirle así—. Ya aprendió.

 El tipo apenas tuvo su oportunidad salió disparado, desapareciendo para salvarse del idiota.

— Cobarde —Le grito.

 La gente seguía bailando tranquilamente, muy pocos se habían percatado de lo que ocurría pero no hicieron nada más allá que mirarnos.

— Siempre te metes en problemas ¿Eh? —Se burla, sin diversión.

 Yo seguía confundida. 

— Lo tenía todo bajo control —Murmuro apenas con mi mirada fulminante.

 El alcohol me estaba pasando factura, me dolía un poco la cabeza y más la confusión que Harry había provocado. ¿Qué rayos le sucedía? Oh podría aprovechar para ir al baño, ya que estamos

— Mira, muñeca, si puedes mantener tu culo lejos de los problemas un momento, espérame —Me sonríe y enseña sus dientes. Y, madre santa, creo que es la sonrisa más seductora y sexy que he visto—. Déjame invitarte un trago, dulzura.

 Me guiña un ojo y continúa diciendo antes de marcharse.

 — Ya regreso. Sé una niña buena —Y se va.

Dios, no sé si pueda aguantar tanto sin ir al baño.

 Ah si, claro. Y piensa que voy a obedecerlo y quedarme esperando como tonta. Después de todo solo es el idiota arrogante.

Niñas Mal (I) EN EDICIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora