Maldita la forma en que la deseaba.
Ahora.
Aquí.
¿A quién le importaba si no había cama y su intimidad era dudosa? Su pequeña
gatita había hecho el primer movimiento. Se había sentado en su regazo como si
perteneciera ahí, lo cual hacia.
A pesar de su inocencia, y sus métodos, ella parecía dispuesta a hacer que el matrimonio fuera real.
Ella aceptó y le quería.
¿O era sólo una estratagema?
La sospecha era una bestia fea. Contaminaba la más inocente de las acciones
con la duda. Dmitri había tratado muchas veces en su vida con personas que mentían,
y mentían bien. Quería creer en la candidez de sus acciones y de su mirada, pero que pasaba si ella lo engañaba. Después de todo, su gemela había estado rotundamente opuesta a la unión, una buena cosa también.
Ahora podía ver cuán erróneamente eran el uno para el otro. Pero eso no
significaba que Teena sintiera lo mismo. Sus palabras y acciones parecían indicar lo
contrario, ¿o estaba él dejando que su propia esperanza y atracción por ella nublase su
juicio?
No estoy equivocado.
Simplemente no estaba permitido. Si dejaba que las dudas se filtraran en él
ahora, él siempre se lo preguntaría, y Dmitri no era alguien que viviera con ese tipo de incertidumbre sobre su espalda.Él confiaba en que su pequeña gatita quería que este matrimonio funcionase,
sobre todo porque, aparte de unas pocas palabras –en realidad una protesta simbólica– no había hecho nada todavía por luchar contra ello.
El estruendo y la sacudida del avión cuando luchó contra las corrientes de aire viciosas demostraba ser calmante sobre todo porque, ahora en territorio ruso, él sintió gran parte de la tensión que lo había seguido cuando escapó de los Estados Unidos con su premio.
Él bostezó y sonrió cuando notó a Teena tratando de ocultar la tensión de su mandíbula detrás de una mano. Tal vez una breve siesta bastaría para recuperar
control antes de aterrizar y comenzar la tarea de cortejar a su esposa.
El estallido en sus oídos lo despertó. Debían de haber comenzado su descenso,
excepto, que cuando el miro detenidamente por la ventana, en lugar de los familiares
ranchos y las vías de carreteras que esperaba ver, terrenos montañosos y cimas
forestales gruesas, espolvoreadas en blanco, lo saludaron.
Esto no es correcto. Había volado esta ruta demasiadas veces como para pensar que esto era normal. ¿Su piloto se había desviado de su curso?
Se desabrochó el cinturón de la cintura y se puso en pie como Teena, con su voz espesa por el sueño, ella preguntó:
—¿Ya llegamos? —
—Pronto, pequeña gatita. Debo hablar con el piloto un momento. Descansa un poco más. —
Dejó que sus dedos de deslizaran por su mejilla al pasar, y sus pestañas se agitaron para hacerle cosquillas a la parte superior de las mejillas. Ella no se inmutó
ante su contacto. Por el contrario, una pequeña sonrisa curvó sus labios.
Le hubiera encantado pasar un momento con ella, sobre todo con ella tan suave y deseable. Sin embargo, la sensación de que algo no estaba bien le molestaba.
Al llegar a la puerta de la cabina, tiró de la manija, sólo para encontrarla cerrada. Que extraño. Gregori y Viktor generalmente nunca se bloqueaban.
Un golpe seco en la puerta no arrojo ningún resultado. Frunció el ceño y golpeó
de nuevo.
Aún no había respuesta, lo cual no era un buen augurio.
Esto es por lo que odio volar. Al menos en el suelo, controlaba lo que pasaba.
Aquí, estaba a merced de los pilotos.
—¿Algo está mal? — preguntó Teena, después de haber llegado por detrás de
él.
—¿Mal? Por supuesto no. — Mintió con delicadeza. —Simplemente un problema con nuestro plan de vuelo, que tengo la intención de resolver en breve.
—¿Problema? ¿Qué tipo de problema? —
—Simplemente no estamos donde deberíamos estar. Pero estoy seguro de que
hay una buena razón para ello. — Y si no, Gregori y Viktor sentirían su ira.
Ella se rió.
Extraño porque él no había querido hacer una broma.
—¿Qué tiene de divertido? —
—¿Sólo que no sería irónico si tú me secuestraras, sólo para terminar siendo secuestrado tu mismo? —
—Nadie se atrevería. — No si querían vivir. Pero, de nuevo, la mayor parte de sus enemigos tenían deseo de muerte.
Él llamó a la puerta de nuevo, y esta vez, obtuvo una respuesta. Pero no una que le gustara.
Mierda, compañero. No podemos dejarle entrar.
—Lárgate, compañero. No te dejare entrar. —
Ese no era Gregori. O Viktor. O cualquier persona que trabajara para Dimitri.
Antes, cuando alguien le había hablado, había estado distraído y no había puesto en
duda la voz apagada. Sin embargo, ahora tenía que preguntarse quién demonios
estaba sentado en la cabina.
—He sido secuestrado. — Los nervios lo aturdieron por un momento.
—¿Por terroristas? — pregunto ella.
Bueno, eso saltaba a extremos. Se puso rápidamente recto.
—Bah. Yo no, los llamaría así. No estoy aterrado, ¿verdad? —
Ella parpadeó.
—Tú conoces el significado de terrorista, ¿verdad? —
—Sí. También sé el significado de cadáver, que es un nombre más apto para el idiota que está en esa cabina. —
—Ese idiota está pilotando el avión. —
—Lo que significa que casi no va a hacer nada para hacernos daño mientras estemos en el aire. — Sí, una vez más, su gran intelecto encontraba el hecho más
relevante.
Ella expuso la realidad de forma más aguda.
—No, tienes razón, lo que significa que va a llevarnos a un lugar en el que se
sientan en control antes de decirnos lo que quieren. Supongo que hay que esperar y
ver. —
—¿Esperar? — se burlo Dmitri. —Apenas. ¿Lo has olvidado? No soy un hombre paciente. —
—Excepto cuando se trata de desflorar a tu esposa, — se quejo ella, sólo un segundo demasiado tarde se dio cuenta de que lo había dicho en voz alta. Sus mejillas se tiñeron de color.
—Esperar en este caso es bueno.
—Por qué, ¿para hacer crecer el cariño? —
—No, porque te hace más deseosa de mi tacto. — Su boca se redondeo con un
O de sorpresa, él hizo un guiño. —Ahora, pequeña gatita, necesito que des un paso
atrás mientras yo le hago una visita a nuestro piloto equivocado. —
—¿Cómo? La puerta está cerrada con llave. ¿Tienes una llave? —Probablemente, pero maldito si sabía dónde se encontraba. Antes de volar de
nuevo, se aseguraría de mantenerla en su persona. Mientras tanto, sin embargo, tenía una puerta que abrir.
Teena se alejó, dándole un amplio espacio. Dando un paso atrás, levantó un pie
y dio una patada.
Ruido sordo. Hizo un ruido impresionante, dejó un poco de mella, pero la puerta se burló de él al no abrirse.
Bang. Bang. Bang. Una y otra vez le dio patadas a la maldita cosa. Mientras que
las estrictas reglas de seguridad aérea habían hecho el revestimiento de las puertas de
las cabinas de los aviones comerciales prácticamente impenetrables, en los jets
privados más pequeños, al igual que su Cessna Citation, la puerta servía más para
proporcionar privacidad a los ocupantes.
La puerta cedió, la estructura metálica que la sostiene se doblo lo suficiente
para hacer estallar la cerradura. Tardó sólo un momento en darse cuenta de que la
cabina del piloto llevaba a bordo a dos personas. Uno ni siquiera se molestó en darse
la vuelta y mirar, pero no era la mayor amenaza de Dmitri. Eso estaba reservado para
el hombre de pie delante de él con una pistola.
Su felino resultó estar menos que impresionado. Traer un arma a una lucha entre cambiaformas. Algunas personas no tenían honor.
—Retrocede, colega. — Palabras puntuadas por una onda de la pistola.
Por lo general no dado a obedecer, Dimitri, por el momento, hizo lo que le dijo.
Podría haber tenido mucho que ver con el arma apuntando a su frente. Mientras que
él podía curar a un ritmo más rápido que un ser humano, una bala tan de cerca lo
mataría.
Totalmente inaceptable. Aun tengo que irme a la cama con mi nueva esposa.
Pero a este idiota –olio– que apestaba a reptil, ¿le importaba? Aparentemente
no, cuando él gruñó,
—Desplázate a la parte trasera de la cabina, o te vuelo los sesos.
Unas pocas cosas sucedieron a continuación. Por un lado, Teena se movió, pero
teniendo en cuenta que ella tenía la mirada con los ojos abiertos sobre el secuestrador, no le importaba donde estaba pisando.
Su pie quedo atrapado en el borde de un asiento. El avión eligió ese momento
para temblar, el viento mismo lo sacudió. Esto le hizo perder el equilibrio a su nueva
esposa, y ella cayó hacia la pared de la nave. También resulto ser la pared con la
puerta de entrada.
Ella cogió la palanca que la mantenía cerrada, y todo podría haber estado bien
si el atacante no le hubiese ordenado,
—Ponte de pie y pon las manos donde pueda verlas. —
El avión todavía se bamboleaba, aunque no intencionadamente –o por lo menos así lo suponía Dmitri– provocando que ella no se moviera ni soltara la palanca.
No hizo un sonido al girar. Sin embargo, una vez que la palanca alcanzo un cierto
punto, el sonido de la puerta del avión siendo abierta resonó.
El hombre armado ladró,
—Alejarte de la puta puerta. Ahora. —
Y fue entonces cuando la mierda se puso muy interesante.
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La Novia Del Tigre •||Saga El Orgullo Del Leon 4||•( Terminanda)
General FictionCuando al principio no tengas éxito intenta con el secuestro