Cualquier otro hombre podría haber aceptado la oferta. Su pequeña gatita sin duda lo tentaba con sus cabellos en desorden, el moño, con todo el abuso que había recibido, un desastre. No estaba vestida
exactamente con ropa de sirena, dado que había sido vestida –por una mujer miembro del personal del hotel– con algo práctico que la cubriera y fuera su ropa de boda. Sin embargo, los holgados pantalones deportivos y la sudadera, aunque no eran atractivos, no afectaron a su belleza.
Y ella lo invitaba con los brazos y los ojos bien abiertos, ignorando el hecho de que el sofá se inclinaba hacia el lado roto se asentaba sobre el suelo.
Ella lo deseaba. Así que ¿por qué dudar?
—¿Estás tratando de conseguir que me acerque para que puedas tratar de lesionar mis órganos? — Su hermana disfrutó de usar esa estratagema y luego se burlo
de él con terribles amenazas de que si él le decía a su madre, ella iba a probar que era un marica.
Los hermanos se esfumaron.
Teena sacudió la cabeza.
—Yo no haría eso. —
—¿Esperas golpearme hasta dejarme inconsciente para poder huir? —
—De alguna manera, dudo que tenga nada lo suficientemente sólido como para lograr eso. —
Cierto, tenía una cabeza dura.
—Entonces ¿cuál es tu truco? —
Otro truco que ella actualmente desplego, la cabeza inclinada hacia abajo, el torso en una depresión extraña. Era extrañamente adorable.
—Sólo quería abrazarte. No es gran cosa. Estamos casados, ¿verdad? —
Ella se encogió de hombros. Al menos ella hizo rodar sus hombros, lo que hizo
que ella se escurriera entre los cojines inclinados y cayera al suelo. Pero se recuperó
rápidamente y se sentó con una pierna extendida y la otra doblada, apoyándose hacia
tras en sus brazos, empujando su pecho hacia fuera
tentadoramente.
Los gatos siempre tenían una capacidad asombrosa para hacer que incluso el
gesto más torpe pareciera intencional.
—Sí, estamos casados. —
—Exactamente, lo que significa que debemos consumarlo, tonto. Por lo general, esto requiere dos de nosotros, en proximidad cercana. —
Dmitri frunció el ceño.
—¿No vas a discutir? —
—¿Importaría? —
—Bueno, no, pero aún así, deberías estar enojada. — Él había crecido rodeado
de mujeres que no necesitaban mucho para dejar su temperamento suelto.
—¿Enojada porque te casaste conmigo? Realmente no. Y confía en mí, me sorprende tanto como a ti. — Ella decía la verdad. Él no detectó ninguna irritación por parte de ella, y no tenía sentido. Cualquier otra mujer habría estado lanzándole algo y gritando. Fue por eso que él traslado las cosas de valor abajo y las puso bajo llave. Por
supuesto, al ver
un jarrón de valor incalculable enfrente de él, pegado a la pequeña mesa en la que
estaba, no era necesariamente una mejora.
Él decidió probar las aguas porque ella debería estar tratando de estrangularlo
con su propia corbata.
—¿Así que no estás molesta en absoluto porque yo te secuestrara y me casara
contigo? —
Ella sacudió su cabeza.
¿Por qué estoy dudando? ¿No pedí una compañera dócil? Allí estaba ella, lista
y dispuesta, excepto que él no lo estaba.
¿Cómo diablos hizo eso?
Se dirigió de nuevo a por la botella de brandy.
Es curioso cómo su negativa pareció encender un poco su ira.
—¿Qué estás haciendo? ¿No deberíamos estar llegando a toda la parte de la
luna de miel? — exigió ella.
Casi dejó caer la botella de la que se estaba sirviendo.
—Nuestro vuelo sale dentro de poco. Tengo un coche que viene a recogernos en menos de quince minutos. —
—Eso es más que suficiente. Creo. —
Se volvió hacia ella y preguntó a su semblante pensativo.
—¿Crees? ¿Cuánto tiempo duran tus amantes por lo general? — Y podía tener
sus nombres para poder darles caza y erradicarlos por haberla tocado primero.
—Yo no sabría cuanto tiempo. Sigo siendo virgen. —
El trago de alcohol le paso por mal sitio, y farfulló. Ahogado. También se quedó
sin aliento. Ella vino a su rescate, golpeando sobre su espalda con vigor.
Cuando pudo aspirar una pequeña gota de aire, preguntó, con voz ronca,
—¿Qué dijiste? — Seguramente que había entendido mal.
—Te dije que era virgen. Pero no por mucho. Estoy segura de que sabes tener cuidado con eso. —
De hecho lo hacía. O podría, si él podía juntar sus sentidos.
Cuando le había preguntado por la inocencia, nunca había esperado verdadera
inocencia. No en alguien tan espléndida como ella.77
Pura y mía. ¿Seguramente tenia trampa?
—¿Quieres que yo te seduzca? —
—Tú eres mi esposo. Seducirme, reclamarme, como quieras llamarlo. He estado esperando mucho tiempo. No puedo esperar a ver lo que se siente. — Ella le
sonrió, la espesa expectativa en el aire a su alrededor.
Expectativas en él.
¿Era él, o este matrimonio acababa de tomar un giro problemático? Esto ya no
era más que una simple unión de los cuerpos. El acto de su unión estaba ahora llena de
peligros. Tanta presión ahora residía en él. La primera vez de una mujer era algo que
ella nunca olvidaría y, a partir de lo que había oído en los últimos años, no siempre lo
recordaban con cariño.
¿Y si ella lo odia?
Su hermana había una vez dicho algo sobre el hecho de que nunca eran capaces de cumplir sus expectativas.
¿Y si fracaso y nunca anhela mi contacto de nuevo?
Inaceptable.
La primera vez de Teena tenía que ser perfecta. Absolutamente memorable. Con él.
Necesitaba más alcohol.
A pesar de que estaba lejos de ella, ella se acercó, con la mano sobre su espalda
en un gesto de consuelo.
—Me parece que te he alterado. Lo siento por ser virgen. No lo hice a propósito. —
¿Ella lo sentía por ser pura? Él casi se ahoga de nuevo. Dejando de golpe el
vaso, se giró para mirarla. Él fue absorbido por esos ojos seductores, tomado por la
mirada hipnótica y el cuerpo virginal de su esposa. Él quería rugir y gemir al mismo
tiempo.
—Encuentro tu estado increíblemente atractivo. —
—¿Por qué tengo la sensación de que ahora viene un pero? —
—Pero ahora me estoy preguntando si tal vez mis acciones precipitadas
estaban equivocadas. Una mujer como tu se merece un cortejo adecuado. Una
seducción perfecta. Y de ese modo, tú lo tendrás, — él propuso en ese momento en un
golpe de genio para obtener tiempo.
El anuncio trajo un pliegue desconcertado a su frente.
—Creo que no entiendo. —
—Como ya sabrás, estamos casados, y si bien es mi derecho marital participar
de los placeres carnales que este vínculo legal trae, me abstendré y te daré el mejor cortejo que te mereces. — Él coquetearía, provocaría y tentaría hasta que ella le pidiera la tomara. Entonces, y sólo entonces, se atrevería a poseerla mientras ella estaba en la cúspide de la pasión.
—Déjame entenderlo. Tú me secuestras y, mientras estoy todavía bajo la influencia de drogas, me unes a ti para que puedas reclamarme, pero porque soy virgen, no vas a dormir conmigo. — Cómo le gustaba su rápido ingenio.
—Exactamente. — Él le sonrió.
Ella, por el contrario, suspiró y murmuró:
—Bien, ¿no es solo como que mi suerte me jode otra vez? —
El desagrado marcó sus palabras, sin embargo, eso fue todo lo que hizo. Ella no
discutió. O tiro cosas. Tampoco trato de escapar.
Ella se sentó en el sofá, en el lado sano, que, para burlarse de ella, también se derrumbó. Pero Teena no se inmutó, simplemente escondido sus piernas en el sofá,
incluso ahora.
El sitio al lado de ella lo llamaba. Infierno, todo sobre ella lo llamaba.
Pero no, él no confiaba en sí mismo para ponerse a esa distancia, a pesar de su
aparente dificultad. La proximidad llevaría a besar. Besar llevaría a tocar. Tocar llevaría a él tomándola como un animal en el estrecho mobiliario, y arruinaría su primera vez.
Arruinaría su futura vida sexual.
No. Se esperaría. El único problema con la espera era que le dolería, y una cierta parte de su cuerpo se volvería azul. Pero al menos respetaría su nueva novia. Una pena que ella no lo apreciara.
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La Novia Del Tigre •||Saga El Orgullo Del Leon 4||•( Terminanda)
Ficción GeneralCuando al principio no tengas éxito intenta con el secuestro