capítulo 22

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Hola, que tal?
Soy el chico de las poesi­as
Tu fiel admirador
Y aunque no me conoci­as

Hoy es noche de sexo
Voy a devorarte, nena linda
Hoy es noche de sexo
Y voy a cumplir tus fantasi­as





Lanzándose hacia el individuo que sostenía el arma, Teena sólo podía esperar que su habitual mala suerte quisiera atacar.
¿O tenía razón Dmitri? ¿Ella tal vez sólo tenía un tipo diferente de suerte?
A medida que se elevaba por el aire, muy consciente de que sus pechos sin
restricciones abrían el camino, ella sólo esperaba poder asustar al humano con el arma lo suficiente como para obtener un margen de ventaja.
Ella lo sorprendió bien.
Sólo la parte blanca de sus ojos se mostró, y su boca se abrió mientras se
tambaleaba hacia atrás, cambiando la trayectoria de su objetivo. Se recuperó lo suficiente como para apretar el gatillo, pero ese tipo de arma tenía un enorme retroceso. La pistola se resistió, el cañón se abrió, y por el tamaño de ella tenía muchas
probabilidades de acertar. Era imposible que fallara.
Ay.
Él me disparó.
Sólo el roce de una bala, sin embargo, fue suficiente para hacer una incisión en su piel y hacerla sangrar.
Él bien podría haber ondeado una bandera roja delante de su marido.
Al parecer, no sólo los tigres podían saltar una docena de pies de un solo salto.
Su marido enrosco esos muslos musculosos suyos y se elevó por el aire para aterrizar
sobre el cazador.
Mientras golpeaba la cabeza del humano contra el suelo, gruñía,
—Tú. — Golpe. —No. — Golpe. —Disparas. — Golpe. —A mi mujer. —
Seguido de un par de golpecitos rápidos y continuos.

—Humano malo. Humano muerto. Juicio realizado. —
Con un golpe final, la causa de sus problemas miró ciegamente el techo, donde una enorme águila flotaba colgada de un sedal.
La parte consciente de Teena encontraba la violencia repugnante, pero al depredador en ella –y sinceramente, ella era más cazador que presa– le gustaba que su
pareja se hubiera ocupado de la amenaza.
—Buen gatito. — Ella ronroneó las palabras.
Él lo escuchó. El cuerpo masivo se volvió, todavía en cuclillas. Con un gruñido,
dejó caer a su enemigo muerto, pero el peligro aún irradiaba de su piel, una tensión
vibrante que era realmente atractiva.
Mira la piel desnuda. Tan cerca y pidiendo una caricia.
¿Qué tal un masaje incluso? ¿Fue algo en su expresión, el hecho de que sus
pezones se endurecieran, o él sentía lo mismo? No lo sabía ni le importaba.
No necesitaban una excusa para unirse juntos en un choque de cuerpos. Sus
brazos enrollados alrededor del otro, sus labios conectaron con pasión y falta de aliento.
—Tenemos que dejar de vernos de esta manera, — dijo él.
—¿Cómo? ¿Quieres decir pasar de una calamidad a otra? Acostúmbrate a ello.
Esto es lo que sucede a mí alrededor. Hay que tener nuestros momentos cuando y
donde podemos. — Ella mordisqueó su cuello.
Ella no pudo omitir el estremecimiento que paso a través de él.
—Envuelve tus piernas alrededor de mi cintura. —
Ella hizo lo que le dijo, pero aún le preguntó,
—¿Por qué? —
—Nosotros no vamos a ninguna parte hasta te haya reclamado. 
—Um, Dimitri, odio tener que señalar lo obvio, pero vamos a alguna parte, y,
adivina qué, todavía no he sido reclamada. —
—No me confundas con detalles, gatita. Estoy demasiado excitado para pensar
con claridad. Encontraremos un lugar donde pueda darte la noche de bodas que nos
saltamos. —
—¿Qué hay de malo aquí? — preguntó mientras Dmitri corría a través de una
cocina con preciosos mostradores relucientes, y donde una mujer mayor hacia rodar la
masa. O al menos hasta que se congelo en la acción de, amasar la bola harinosa, con la
mandíbula colgando.
—Hola, cocinera. Voy a corromper a mi mujer, que está muerta de hambre.
Voy a duplicar su salario si tiene un desayuno de buen tamaño para mí y mi gatita en
una hora aproximadamente. —
—¿Una hora? — chillo Teena.
—Tienes razón. Eso es mucho. Dado el nivel de mi necesidad de ti, más como
un cuarto de hora. Pero puedo esperar por lo menos treinta minutos para la comida.
Podemos abrazarnos mientras esperamos. —
—Dmitri. Eso es tan... tan... —
—¿Ruso? — le suministro con una sonrisa.
Ella rió.
—¡Perfecto! —
Dmitri demostró que su único pensamiento era encontrar un dormitorio. ¿Dos
tramos de escaleras? Ni siquiera respiraba con dificultad al llegar a la parte superior.
¿Tenía pánico o se quejo cuando el enemigo apareció a la vista con un cuchillo? No, él
simplemente lo esquivó hacia un lado. El matón se lanzó, tropezó con su cordón
desatado –hablando de mala suerte– y cayó por las escaleras. Ella hizo una mueca
cuando vio donde había aterrizado el cuchillo.
Dmitri gritó.
—Mira eso, gatita. Eres como kriptonita para mis enemigos.
—Estas citando cosas de superhéroes de cómics ahora? ¿Qué pasó con las
novelas románticas? —
—Los superhéroes siempre consiguen a la chica. — Le hizo un guiño cuando él
abrió una puerta y luego le dio una patada cerrándola con un pie.
—¿Ya llegamos? — bromeó ella.
—Lo hicimos. Te presento, una cama. — Cruzando la enorme habitación, y con
una sonrisa, la dejó caer sobre el colchón.
Ella golpeó los muelles. Rebotando a continuación, con un boing casi audible,
ampliado, enviándola hacia arriba, lo que podría no haber sido demasiado malo excepto que Dmitri se lanzó a agarrarla, golpeó el lado de la cama, y cayó. Él no la aplasto, simplemente aterrizo en el colchón, pero una insignificante cama hecho-para-
humanos no era rival para un tigre y una leona.
Crujido. Golpe. La cama se derrumbó en un lado, y Teena rebotó de nuevo,
esta vez cayendo fuera.
Esto había pasado bastantes veces para que ella supiera hacer tictac, rodar, y
luego tumbarse sobre la piel gruesa que cubría el suelo.
—¡Gatita! Vuelve a esta cama inmediatamente. —
Ella alzo su cabeza para ver que Dmitri había rodado sobre su espalda en la
desgraciada cama. Teniendo en cuenta que todavía tenía tres patas más con el riesgo de desmoronarse, ella se quedó donde estaba a salvo.
Pero sola.
Ella acarició el lugar junto a ella.
—Oh. Dmitri. —
—No. Hay una cama perfectamente bien aquí. —
Crujido.
Otra pata se quebró, y la inclinación cambio el ángulo y Dmitri rodo. Él no tuvo que esperar para ver donde aterrizaba. A sus pies, saltó, elevándose sobre ella.

La Novia Del Tigre •||Saga El Orgullo Del Leon 4||•( Terminanda)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora