capítulo 2

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Canción la mujer perfecta - kurt

Tan bonita, que le da celos al cielo
Le va bien lo que se ponga
Y no arregla su cabello

La critican porque odia usar tacones
No le gusta ir a fiestas
Y lee libros por deporte

Una mirada fija quemaba entre sus omoplatos. Un hormigueo. Se despertó su curiosidad gatuna. Hizo que Teena quisiera dar la vuelta y mirar. Sin embargo, ella sabía que se vería raro si lo hacía. Ella era, después de todo, una dama de honor ejemplar.
Aún así, sin embargo, en realidad quería saber quién diablos la observaba con tanta atención.
Había sentido el peso de la mirada casi en el instante en que ella caminaba por el pasillo. Aún más extraño, la conciencia de que alguien la observaba con avidez no la
asustó. Por el contrario, despertó la conciencia, un calor fundido que se disparó a través de sus venas despertando todos sus sentidos.

Esta híper toma de conciencia era lo que ella atribuyó a su viaje un poco
-menos-que-grácil –eso y los murmullos, que no impidieron que entendiera lo que decian, “Aquí viene el problema.”
Ellos tenían razón en su evaluación. Teena sin duda demostraba una y otra vez que era un imán para ellos, especialmente cuando se encontraba siendo el centro de atención, como ahora.
La alfombra roja, colocada sobre césped bien cuidado, tenía una pequeña arruga y, junto con sus zapatos de tacón alto, conspiró contra ella.
Si una leona se cae en la boda, todo el mundo escucha –y comenta.
—Oooh, — pronunciado por la multitud que la miraba. El crujido cuando ella se golpeó. A continuación, el gemido de pánico de su tía,
—Que alguien la levante, está aplastando al pobre tío George. —
Él no era el único que paro su caída.
Whee, mírenme, me las arreglé para eliminar a tres invitados a la boda a la vez.
Con las mejillas sonrojadas –un hábito que no había logrado evitar a lo largo de los años, a pesar de sus numerosos contratiempos– había logrado ponerse sobre sus pies, gracias a los que la ayudaron. Sin embargo, olvídense de intentar dar un paso con
sus tacones. Tambaleándose precariamente, por lo tanto, con una cara roja que sin duda rivalizaba con la de un tomate maduro, ella se quitó los zapatos de tacón y, con
ellos colgando de sus dedos, ella terminó menos-que-elegantemente de caminar por el pasillo alfombrado.

Cuando se puso a la cabeza de los invitados que asistían, en su lugar como dama de honor, tuvo la oportunidad de explorar la multitud. Al cabo de sólo un momento descubrió al culpable detrás de la mirada. Pertenecía a un hombre en la
parte de atrás, elegantemente vestido con un traje gris oscuro que se
ajustaba a sus anchos hombros a la perfección. Sus largas piernas estaban estiradas hacia un lado,
con los pies colgando en el pasillo. Un hombre alto. Un varón sensualmente atractivo con el pelo negro, tocado con un toque de rojo y oro, y los ojos fijos en su lugar.
Su estomago revoloteaba, y el sonrojo inundando sus mejillas esta vez no tenía nada que ver con la vergüenza.
Nos admira. Su leona interior se pavoneó ante el evidente elogio visual.

Teena quería encogerse. ¿No era obvio que el más guapo de los hombres vio su tropezón? Por otra parte, ¿estaba ella realmente sorprendida? Su historial con los
hombres no era muy bueno, y su propensión a los problemas no ayudaba. Para una chica que cree en felices para siempre jamás, parecía encontrarse con una gran
cantidad de  antihéroes en lugar de héroes.
Pero bueno, si Meena puede encontrar a un hombre, yo también puedo.
Su hermana gemela, con su naturaleza audaz y formas menos-que-femeninas, había sido votada en la escuela secundaria como la que más probabilidades tenia de terminar varada en una isla desierta o muerta por una de sus víctimas.
Sin embargo, Meena había encontrado a su compañero, y uno guapo, también, que, en un giro romántico, planeó la boda sorpresa a la que asistía actualmente Teena.
Una boda sorpresa que incluyó un novio plantado.
Dado que no reconocía al extraño, y que su porte aristocrático parecía fuera de lugar, Teena se dio cuenta que en ese caso, ese debía ser el hombre. No es de extrañar
que la mirara con tanto interés.
Así que este es el famoso Dmitri.
Él es caliente. Y me está echando un vistazo.
No hacía falta ser un genio, una vez que conectó los puntos, para entender de donde venia su interés. No pudo conseguir una hermana, por lo que ahora centraba su interés en la otra.
Una lástima que no la hubiera visto a ella primero. A Teena le hubiera gustado haber sido objeto de la atención ardiente de este hombre, incluso si su razonamiento
–Meena había gritado el detalle de que su atención se centraba alrededor de las caderas de parto– no era normal.
Al principio, tal vez el macho caliente ruso la hubiera querido por sus genes, pero al final, Teena habría hecho que la amara. O
accidentalmente lo mataría en el
intento.
Cuando terminó la ceremonia, Teena noto, con el aliento contenido, que se
dirigía directamente hacia ella, una trayectoria recta interrumpida por un padre muy sobreprotector.
Suspiro.
Allí se iba cualquier fantasía de que este tipo Dmitri se tirara a sus pies e
intentara convencerla de que lo aceptara como su hombre.
Una pena. A pesar de ser la segunda opción, Teena podría haber obtenido un poco de fantasía romántica.
Rodeada de sus primos riendo y haciendo todo lo posible para evitar que su hermana causara desastres, Teena trató de mantener su atención lejos de Dimitri y su padre. Pero su mirada se mantuvo fija, y así fue como terminó por no descubrir al
pobre camarero que intentó llegar a su lado para ofrecerle una bebida.
Tía Patty fue lo suficientemente amable para exclamar, después de que ella se empapó por las salpicaduras de vino blanco,
—Oh qué no te preocupes, querida. Estaba empezando a tener algo de calor de todos modos. —
Pero Teena realmente se preocupó. Pese a toda su gracia la mayor parte del tiempo, solo hacía falta un error, un giro, a veces solamente una vuelta al subir a la acera, para causar la catástrofe.
Su capacidad de causar contratiempos había dado lugar a que más de una cita la abandonara, a veces con un cheque.
Nada era más embarazoso que tener a un posible galán que no volvía de los
servicios después de que ella por casualidad lanzara un chorro del jugo de langosta en su cara cuando ella trató de romper una pata.
Ahora ella se limitaba a alimentos fáciles cuando estaba en una cita, pero eso no significaba que terminaran mejor, sobre todo teniendo en cuenta que, cuando ella
no se abría de piernas en la primera cita o la segunda, rara vez volvían para una tercera. Su postura de que ella se abriría de piernas sólo una vez que ella se casara había llevado a algunos hombres a que la tacharan de su lista.

La Novia Del Tigre •||Saga El Orgullo Del Leon 4||•( Terminanda)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora