II. El Burdel de Londinium

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Cenizas aun encendidas en llamas pintaban el aire cuando la pareja llegó al muelle, debían darse prisa si querían salir de allí con vida. El esposo dijo a su esposa que se apresurara a desamarrar el bote por el que escaparían y la dama, levantando ligeramente su vestido, bajó las escaleras de madera hacia la punta del muelle para hacer lo dicho, en cuanto un sonido extrañó llamó la atención del esposo que aún sostenía al niño.

El hombre se dio la vuelta, dejando que el niño quedara de frente a su madre, la cual se levantó rápidamente una vez que hubo terminado de desatar el bote. El hombre miró más allá a un caballero extraño, cuya piel era gris como la ceniza y su capa estaba envuelta en llamas que caían tras su espalda como humo negro. Este extraño individuo arrojó algo hacia ellos, pero el hombre no pudo ver que era sino hasta que escuchó algo chocar contra el agua a su espalda.

El niño por otro lado, vio cómo su madre lo miró con ojos apagados justo antes de caer de espaldas al mar. Era una escena que quedaría grabada en su memoria para siempre...

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Una pequeña y solitaria balsa navegaba rió arriba pasando por corrientes irregulares y viejas estructuras romano-británicas, que ahora no son más que ruinas, hasta llegar al límite de la ciudad más transitada de Inglaterra: Londinium. En la orilla de piedra que conectaba el límite de la ciudad con el Támesis, había tres mujeres lavando tranquilamente sus prendas, cuando una de ellas se dio cuenta de la balsa que chocó ligeramente contra la piedra.

Ganándoles la curiosidad, las tres se acercaron a ver de qué se trataba, pero solo la que estaba en el medio tuvo el valor necesario para quitar una manta de piel marrón, revelando a un pequeño rubio de azules ojos con algunas manchas en la piel, de seguro hechas por la deshidratación y el sol del largo viaje. Al verlo, las tres se sorprendieron y empezaron a buscar con la mirada a alguien que, a su vez, estuviese buscando a su hijo, pero claramente no encontraron ni vieron a nadie gritando con desesperación por un niño que se le hubiese perdido, así que decidieron tomar al pequeño y llevárselo a escondidas a su vivienda y lugar de trabajo.

Atravesaron los linderos de la ciudad hasta llegar a un puente que conectaba un sector con otro por encima de un pequeño río. Este mencionado puente era lo suficientemente grande como para dejar construir grandes arcos de piedra, exactos a los que se encuentran en Roma y junto con ellos varios establecimientos, uno de ellos era un burdel. Según dice Peter Conan en su libro "El rebelde Arturo"* era el burdel más famoso en Londinium, aunque no por el trato de las mujeres a sus clientes, sino por el trato de los clientes a las mujeres.

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Los días pasaron y entre todas decidieron que el pequeño se quedaría con ellas, teniendo la esperanza de que cuando creciera tuvieran a un protector. Así que, pusieron al niño en una silla y cortaron los mechones rubios de su cabello dejándolo apenas con una capa dorada visible sobre su cabeza, la cual brillaba a la luz del sol.

El niño se esforzaba por serles útil tomando pequeños oficios tales como: barrer la entrada o servirles comida, a veces lavaba los platos también (o más bien "intentaba" lavar los platos). En fin, dado a su esfuerzo, una de las chicas, a la cual las demás consideraban "la líder y administradora del burdel", le regaló un día una moneda de oro al niño y le dijo que "se la había ganado y era suya" y luego añadió "si nos sigues ayudando, habrán más" y luego de eso, el pequeño se retiró y salió del burdel para barrer la entrada como todos los días.

En eso estaba cuando dos niños, más grandes que él, se le pararon en frente con un objetivo claro: robarle lo que tuviera. Uno de ellos, el más alto y de figura gruesa, tomó al pequeño rubio de ambos brazos, inmovilizándolo completamente, mientras que su compañero hurgaba entre su ropa hasta dar con la moneda de oro. Luego de haberle robado, lo golpearon en la cara partiéndole el labio y no conformes con eso, lo lanzaron por la orilla del puente al agua.

Reyes de Camelot || Arturo Pendragon (Rehaciendo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora