03. Honestidad.

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"...y querían saber si fumabas. De todos modos les dije que te llevaría, y dijeron que si ibas tú, ellas irían. ¿Qué dices?"

Park Jimin era usualmente necia y repetía las cosas al menos treinta veces antes de detenerse por completo.
Esta vez intentaba convencerlo de ir con ella a una feria junto a la costa que, se suponía, intentaba ser una copia de Santa Mónica beach.
Y no es que ella quisiera ir con él, sucede que ella y Jaehyun, su novio, irían solos este fin de semana. Pero Jaehyun sólo podía ir si llevaba a su hermana menor con ellos, y su hermana menor sólo quería ir si sus amigas iban también. Pero sus amigas tenían un extraño crush con Seungyoun, así que si este no iba, ellas tampoco.
Por lo que Jimin llevaba casi cuarenta minutos pidiéndole que fuera.

- Ya te dije que tengo planes, Jimin.

"Oh vamos, ¿qué planes puedes tener si eres el bicho más ermitaño que he conocido en toda mi vida? Apuesto lo que quieras a que en este momento estás pegado a la consola."

Seungyoun ignoró el hecho de que tenía el control de la play entre sus manos y que sus ojos se movían como locos por la pantalla plana de su sala.

- Eso no significa nada. Creelo, tengo planes con un chico.

"¿Un chico?"

La voz de Jimin se vuelve extrañamente más gruesa de lo normal.

- Ajam. A las cinco. Así que lo siento, esta vez no, Jimin.

" Seungyoun, anda, hazme este favor y te juró que te deberé una grande, ¿sí?"

- Ya me debes muchas muy grandes, niña.

Escucha como Jimin gruñe al otro lado y quiere reír, pero retiene las risas en su garganta para no enfurecerla.

"Ugh, bien. Ya veré qué hacer. Sólo espero que el chico sea una belleza. Y tendrás que darme pruebas, o me enojaré un montón contigo."

- Sí, sí.

La línea se corta y Seungyoun aleja el teléfono de su oreja dejándolo caer sobre el sofá. Son posiblemente más de las cuatro de la tarde, y tiene poco menos de tres horas que se despertó. Cuando lo hizo, su madre ya estaba en casa y había hecho el desayuno con las compras que ella trajo. A veces no sabía a qué hora llegaba y a qué hora se iba. Las veces que coincidían eran pocas, pero cada quien respetaba sus asuntos y no preguntaban más de lo debido. Así ha sido desde hace dos años, cuando su papá murió. Por aquel entonces también conoció a Seungwoo.
Ahora su mamá dormía en su habitación y la casa estaba en silencio (salvo por los sonidos de batalla que salían del televisor) y Seungyoun sabe que esta es su última ronda si quiere llegar a tiempo a los planes que tiene con Kim Wooseok.

Evaluándolo, revisando lo que pasó ayer, Wooseok no parece ser el niño rico que todos creen que es, y se pregunta si es una mentira o un simple malentendido. Seungyoun no piensa mucho en ello porque, para ambas situaciones, debe haber una razón, y no quiere ser un entrometido con una persona que acaba de conocer hace unas horas.
Pero a pesar de eso en su mente, no puede evitar pensar en cuánto Seungwoo lo amará, y eso lo lleva a pensar si está mal o no salir a comer con él. Suena demasiado inocente para ser llamado una traición pero lo suficientemente malo como para llamarlo algo completamente bueno. Él aun no encuentra el término correcto.

La batalla termina y se coloca número uno en el tablero. Suelta el comando, apaga el televisor y se dirige al baño para una ducha rápida de la cual sale 15 minutos después.

Al fondo de su armario, hay un suéter beige que no había usado desde hace mucho, así que lo saca y se lo pone sobre la playera blanca de algodón que tenía en un inicio. En su reloj marcan las cinco menos cuarto, así que lleva su cabello hacia atrás porque no tiene tiempo de secarlo y se pone unas botas (también de color beige) y sale de su habitación. Antes de irse, pasa a ver a su madre y le da un beso en la mejilla a cambio de una razón por la cuál él no estará en casa cuando ella despierte.

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