04. Rumores.

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Son casi las siete de la tarde cuando Wooseok y Seungyoun se detienen frente al barandal de uno de los puentes que atravieza el río Han. El cielo tiene tintes purpuras y rojizos y la temperatura comienza a volverse aún más fría que antes.
Entre sus manos, un expresso y un latte humean y dan calor a sus pieles de gallina mientras lo ven todo, menos a ellos mismos.
No hace falta que se vean el uno al otro mientras hablan de cosas banales como el hecho de que el río parece tener menos agua que el año pasado o que han estado subiendo el precio de los barquitos de paseo desde el nuevo gobierno. Son cosas tontas, intentan ignorar el hecho de que Wooseok tiene una respuesta que dar.

- Se supone que tengo que estar estudiando para mi examen del Lunes. -Dice Kim Wooseok antes de darle un sorbo a su expresso.

- Puedes hacerlo mañana. -Wooseok niega.

- Tengo que trabajar y por lo regular llego a casa sobre la una.

Seungyoun no quería meterse de más en su vida, sobre todo porque acababa de conocerlo. Así que se guarda sus preguntas y le da un sorbo a su latte tibio.

- Si repruebas, le diré a tu profesor que todo fue culpa mía. -Wooseok niega mientras se lame los labios para limpiarse los restos de café.

- No, en lugar de eso, deberás hacer todas mis tareas por una semana.

- ¿Estás seguro? Sólo sé cómo componer sonidos y hacer música. No conozco mucho de otras cosas.

- Ah... tienes razón, ¿qué podrás hacer entonces?

Hay una pausa, después de cuatro o cinco segundos, Seungyoun jadea.

- Lo tengo. -Wooseok lo mira por primera vez en espera de que hable. - Seré tu chófer por una semana ¿qué dices?

Si es su chófer por una semana, podrá darle un descanso a Seungwoo, también podría pasar tiempo con él todos los días hasta el viernes, aunque fuera sólo un poco. La idea lo pone nervioso.

- Uhm. Bien. Vale. Me gusta la idea. -O más que eso. De pronto desea reprobar el examen.

Seungyoun le dice que estará allí el Lunes y ni siquiera le pide la dirección de su Universidad, así que piensa que todo ha sido una broma y no puede evitar sentirse decepcionado al final.

Ya casi no queda nada en su vaso y es lo mismo para la luz del día cuando el atardecer está en sus últimas. Los últimos tragos siempre son los que tienen el sabor más concentrado, los últimos rayos del sol son los que hacen ver el perfil de Cho Seungyoun aún más hermoso.

A Wooseok le asusta que le esté gustando tanto. Así que antes de que anochezca se bebe todo su expresso.

Al otro día despierta antes de las seis, con los vagos recuerdos de la tarde pasada y con una sed mortal trapándole la garganta.
Va descalzo por toda la casa hasta la cocina, y aunque no es muy grande, basta para transmitirle el frío. Poco rato después tirita mientras sirve un poco de leche en un tazón y añade todo el cereal que queda en la caja.
Lo come todo con los ojos cada vez menos cerrados. Su cabello está totalmente revuelto y aún no está seco por completo después de haber tomado una ducha la noche antetior antes de irse a la cama. La playera le queda grande porque pertenece a su papá, así que se le cae por un hombro y ni siquiera está usando algo más que un short que le llega por encima de las rodillas.

A las seis y media, después de lavar su rostro y sus dientes, desliza toda su ropa por su cuerpo y guarda su uniforme del trabajo en su mochila. Sale de casa a las siete menos cuarto, las luces apagadas y todas las habitaciones vacías. A veces se pregunta cuando es que dejó de ser un hogar para convertirse en un hostal, luego se golpea la frente porque la respuesta es bastante obvia, y no tiene ganas de recordarla.

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