Un cerebro, un corazón y una pata

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Meses después.

Era un día frio y nevado, probablemente una de las tormentas invernales más crudas de la temporada. Guyman iba de regreso de haber comprado un módulo de prueba para el estudio que había comenzado a armar meses atrás.

Aun siendo más sintético que orgánico, sus sistemas resentían el helado ambiente al detectar pequeños cortos circuitos, sobre todo en sus extremidades. Aunque no era grave por ahora, era una señal que debía apurarse, pues de manera lenta, el frio iría escalando y pudiese llegar hasta su corazón y cuidarle daños internos a lo poco orgánico que le quedaba. Estaba tan preocupado en llegar pronto a su hogar que no se percató de lo que había al frente. Poco antes de llegar a casa, un tropezón lo hizo caer a la fría acera. Tras unos zumbidos de disgusto. Manuel se puso de pie y se sacudió los rastros de nieve de su ropa. Después giro hacia atrás a ver con que se había tropezado. Era una caja, estuvo a punto de ignorarla y proseguir con el poco tramo que le quedaba para llegar a su casa. Pero una serie de sonidos lo hicieron parar.

Como si hubiese algo adentro de esa caja.

Se aseguró que nadie estuviese a la redonda, un poco inseguro si debía revisar, pero su curiosidad fue más poderosa. Encontró un felino encorvado en una esquina. Estaba en los huesos y no tenía pelo en algunas partes de su cuerpo. Por si el claro y deplorable estado del animal no fuese suficiente. Tenía manchas negras en la nariz, orejas y cola. Señales de congelación. Sostuvo al gato en sus manos y se dirigió a casa. Al llegar, lo primero que hizo fue buscar algún tipo de tela que le ayudase al felino a conservar calor. Fue un poco difícil encontrar algo para usar, no tenían precisamente muchos cambios de ropa casuales. Finalmente termino juntando unos cuantos trapos que usaban para limpiar los muebles

—Vas a estar bien —Guy le susurró.

Fue ahí cuando se dio cuenta que esto no solo se trataba de mantenerlo caliente. El pobre estaba famélico y probablemente deshidratado. Podía proveerle agua, pero dudaba que tuviesen algo que el animal pudiese comer. Sin pensarlo. Volvió a salir de casa con la intención de darle algo de comer. Terminando por comprar una pequeña cartera de jamón, al estar de vuelta, fue recibido por Thomas.

—¡Ah, Guy, ya llegaste, iba a salir a búscate, la tormenta se está poniendo fea y.... ¿Qué traes ahí? —Thomas le quito la cartera, Guy ya estaba sudando frio, seguro que no lo escucho venir la primera vez—. ¿Y este jamón?

—... Se me antojó —Guy dijo de la nada.

Los ojos de Thomas se iluminaron de mera preocupación.

—¿Estas comiendo otra vez? Guy. Sabes que no puedes, la ingesta en grandes cantidades nos perjudica.

El dorado le quitó la cartera, la abrió, sacó una rebanada y lo partió a la mitad.

—Solo una probadita ¿Si? No exageres.

Thomas alzó una ceja pixelada en duda.

—Hummm —Thomas murmuró—. Bien, te espero en la habitación.

Guy asintió y dejo salir su imaginario aliento de alivio, regreso al cuarto donde había puesto al gato, le dejo el pedazo de comida diciéndole.

—Estas a salvo, se fuerte. Aguanta esta noche.

***

El duo estuvo encerrado en su habitación, planeando lo que eventualmente seria, un supuesto regreso al escenario, si es que el rumor de que sobrevivieron a su accidente ya estaba circulando por ahí. La verdad es que no lo sabían. Desconocían si la gente a su alrededor tenían algún conocimiento de quienes eran. Pero un relanzamiento con sus nuevas apariencias seria todo un reto. Si iba a regresar, lo harían bien.

Resistir, ser, actuar, amarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora