Los dos nos ponemos tensos cuando las puertas de la sala de urgencias se abren y, en cuanto traspasamos la entrada, vualvo a la realidad. La realidad de Fernando que, según las publicaciones en el blog de su hermana, ha vivido entrando y saliendo de hospitales, tomando una gran cantidad de medicamentos, largas estancias y viajes urgentes, miedos que lo llevan a él y a su familia a cruzar esta misma puerta, temiendo lo peor. Este pensamiento hace que quiera cogerlo de la mano mientras caminamos hacia el mostrador de la recepción.
Sentada allí hay una mujer pelirroja con una bata de color verde menta frente a un ordenador, golpeando las teclas. Permanecemos de pie por un momento antes de que ella levante la vista y me mire a la cara con indiferencia. Se detiene, por un breve segundo, en las servilletas llenas de sangre que mantengo apretadas contra el labio ;luego coge un formulario de su escritorio y me lo tiende por encima del mostrador, para después volver a teclear sobre su ordenador.--toma asiento y rellena esto --dice sin mirarme -- te atenderemos lo antes posible.
Su voz es monótona, como si hubiera dicho esas palabras un millos de veces, y me lleva a preguntarme qué tendría que entrar por esa puerta para que ella no hablara de esa forma. Pero no tardo mucho tiempo en averiguarlo.
--gracias --digo, y ella vuelve a levantar la vista, pero esta vez se queda mirando a Fernando y parece sorprendida.
--¡Fernando, cariño! Lo siento, no te había visto --se levanta de la silla y pasa por la puerta junto al mostrador y le da un abrazo --¿va todo bien? ¿Necesitas que le de un mensaje al doctor Wilde?
--no, no, estoy bien --dice -- en realidad, me siento muy bien. Es mi amiga quien necesita atención médica. Tiene un buen corte en el labio. Creo que le hace falta algunos puntos.
La enfermera se lleva la mano al pecho, visiblemente aliviada.
--que bien --me mira disculpándose -- lo siento. No quiero decir que me alegre de que tu estés herida, solo que Fernando aquí...
--solía venir con frecuencia --la interrumpe -- lo siento, ha sido una grosería no haberlas presentado -- sonríe y hace gesto en dirección a la enfermera -- Lucero, te presento a Mary. Mary, mi amiga Lucero.
Mary lo mira a los ojos un momento antes de volverse hacia mi. El tiempo suficiente para que se intercambie algo entre ellos, una pregunta, quizá, o una opinión. Enderezo los hombros cuando vuelve a prestarme atención.
--bueno Lucero, es un placer conocer a cualquier amiga de Fernando-- me extiende la mano. Es pequeña pero firme.
--el placer es mío --le digo apretandole la mano.
--¿hace mucho que se conocen?
Miro a Fernando
--nos acabamos de conocer --dice él con una rápida sonrisa.
Afirmo con la cabeza. La situación se vuelve un poco tensa ;los tres seguimos allí de pie mientras Mary aún sostiene mi mano entre las suyas.
Fernando se aclara la garganta, luego hace gestos en dirección al documento que tengo en la mano.--¿por qué no nos sentamos para que puedas rellenarlo?
--si, si --aprueba Mary, soltandome por fin la mano. --sentaos allí. En cuanto hayas terminado, te llevaremos a una sala.
Me sonríe amablemente, y siento una clase de aprobación que quizá no merezco
-- gracias --digo de nuevo, y me doy la vuelta para buscar un asiento ;pero la voz de Mary hace que nos giremos de nuevo.
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un corazón para dos
Fanfiction"Mil fuegos artificiales explotan en mi interior, y lo siento también en él, en sus labios contra los míos. Y en sus manos en mi pelo, y en la manera en la que nos acercamos. Todo lo demás se desvanece y, en ese momento, cuando nos tocamos, somos lu...