Cap 15(2/2)

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Después se levantan y lavan los platos, se aparta la comida y llevan a la abuela a su casa. Les digo a mis padres que estoy cansada tras mi gran aventura, y los dejo sentados en la terraza, junto a la piscina, mientras una vela parpadea suavemente junto a los dos vasos de vino, en la mesita, y la noche cae, suave y azul, a nuestro alrededor. Cuando ya estoy dentro de casa, hago una pausa y obsevo sus siluetas a través de la ventana. Están asintiendo y hablando, y mi padre estira la mano por encima de la mesa para apoyarla sobre el brazo de mi madre. Ella se inclina hacia él y ríe. Verlos juntos de esta forma me trae uno de esos momentos que surgen de la nada.
No puedo recordar la última vez que Trent y yo nos sentamos así. No puedo recordar la última vez que estuvo en nuestra casa para la cena del domingo. Venía casi todos los domingos, así que debió de ser menos de una semana antes de morir. Pero no puedo recordarlo. Todas las noches que pasó en nuestra mesa con nosotros se habían vuelto borrosas, se habían desvanecido. Recuerdo la felicidad con la que charlaba con mis padres, alabando las comidas de mi madre y ofreciéndose a ayudar a mi padre con el cuidado del jardín. La manera en que siempre bromeaba con la abuela sobre las damas del sombrero rojo y sus antigüedades, y como molestaba a Ryan como si fuera su propia hermana. La forma en que permaneciamos en la terraza, afuera, mucho tiempo después que los demás. Con su brazo descansando en el respaldo de mi silla, con mi cabeza en su pecho, nos sentábamos a mirar como aparecían las estrellas en el cielo.
Puedo recordar todo eso. Pero no puedo recordar la última vez que estuvo en nuestra casa disfrutando de una cena de domingo.
Lo daría todo ahora mismo para regresar, aunque sólo fuera por unos momentos, para que pudiera prestar más atención. Memorizar cada detalle de él, y de los dos juntos, y guardarlos en mi corazón, donde pudiera mantenerlos a salvo para siempre. Donde ni el tiempo pudiera borrarlo.


Siento mi cuerpo pesado cuando subo la escalera hacia mi cuarto, y todo lo que quiero es echarme en la cama y soñar con Trent; pero dudo cuando llego al piso. Ryan ya está en su habitación, y puedo oír el ahogado ritmo de la música que se escapa, junto con una franja de luz, por debajo de la puerta. De pronto, en comparación, mi cuarto parece demasiado oscuro, demasiado callado. Quiero estar bajo la luz, la energía y la música de la habitación de mi hermana. Como una bienvenida ante la inquietud que ha imperiado en la mía durante los últimos nueve meses, mientras ella estaba en la universidad.
Llamo con cuidado, como a ella le gustaba. No estoy segura de que deba continuar aplicando las mismas reglas. Ella sigue siendo la misma, pero ha cambiado en algunos aspectos. Ryan tiene un nuevo aire, como si estuviera por encima de la vida que llevaba aquí, lo que supongo que es cierto después de estar lejos.

--¡Adelante! --grita desde el otro lado de la puerta.

Lo abro apenas lo suficiente para asomar la cabeza.

--Eh --digo, me doy cuenta de que en realidad no tengo una razón concreta para estar aquí.

--Eh --repite, lanzandome una mirada divertida --pasa, ¿que hay de nuevo?

Abro más la puerta, pero permanezco en la entrada, sintiéndome todavía un poco insegura.

--No sé, sólo... --sonrío y trato de pensar en algo más que decir --me gusta que estés en casa.

--a mi también --dice, y baja el volumen de la música.

Pasa la mirada sobre mi con cuidado has que sus ojos desnacnzan sobre los puntos de sutura en mi labio. Junta las cejas.

--¿como estas? Pero de verdad. No como le responderías a mamá, sino como estas en realidad.

Da una palmada a la cama, junto a ella, y me doy cuenta de que es exactamente lo que estaba esperando desde que he llamado a su puerta. Doy un paso y cierro la puerta hasta que oigo el goloecito de la cerradura.
Quiero hablarle sobre lo que he hecho hoy, sobre Fernando, la cueva y la sensación de estar en el océano. La sensación de estar con él. Pero no sé si debo ;ella hará preguntas, demasiadas, y no quiero tener que mentirle para responder. No digo ni una palabra.
Ella aparta una pila de revistas que estaban en la cama, para hacerme sitio.

un corazón para dos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora