Las palabras de Fernando flotan alrededor en mi cuarto mientras me siento frente al ordenador, viendo la primera publicación del blog que leí sobre él. Hacen eco, como lo hacía cualquier otro conjunto de palabras antes de que supiera donde encontrarlo: <<hombre,veintitrés años, California >>
La familia de Trent sólo había recibido la información más básica acerca de los receptores de los órganos, y esas tres cosas era lo que yo sabía acerca del receptor de su corazón. Era lo único que yo sabía cuando le escribí. Y, más tarde, eso fue lo que conserve cuando él no respondió.
Una serie de palabras, separadas por comas, que escribí en la casilla del buscador, agregándole "trasplante de corazón" y obtuve 4,7millomes de resultados en 0,88 segundos.
Los resultados que pude ordenar por fecha y relevancia se redujeron más por ubicación geográfica, pero, aún así, surgieron interminables enlaces, piezas que podían pertenecer siquiera al mismo rompecabezas.
Lo seguí noche tras noche, dando vuelta a las piezas bajo el pálido brillo de mi ordenador, hasta que encontré las que parecían encajar.
Habían muchos centros de tranplante en California, pero sólo uno había realizado un trasplante de corazón el mismo día que murió Trent. Lo encontré en las publicaciones de un blog que escribía una muchacha que estaba increíblemente asustada ;pero trataba de conservar la esperanza por su hermano menor, que había estado allí en la sala de terapia intensiva. Ya le habían puesto un corazón artificial, pero estaba debilitandose con cada día que pasaba esperando uno nuevo.
Había visto una foto de Fernando en el blog de su hermana, aquella sonrisa cansada y los pulgares arriba, saludando a la cámara, mientras sus padres y su hermana lo rodeaban sonrientes, pero con los ojos llorosos. Su hermana escribió que, en esa foto, acababan de decirle que habían conseguido un corazón adecuado y que, de acuerdo con todas las pruebas, era una coincidencia perfecta. Esto debió de ser en el momento en que, a kilómetros de distancia, a Trent se le estaba extirpando el corazón ;mientras nuestras familias se mantenían juntas en la sala de espera, derramando otro tipo de lágrimas.
En el minuto en que se extripa el corazón de n donante, el reloj empieza a correr, y los doctores se encuentran en una carrera contrarreloj para llevarlo al receptor. Se deposita el corazón en una bolsa de plástico que está llena de un líquido estéril y se sella. Luego, para el transporte, que normalmente es en helicoptero, se envuelve la bolsa con hielo. Así habrá pasado con el de Trent. Y mientras volaba al centro de tranplante, se preparaba a Fernando para la cirugía. Su familia rezó y le pidió a sus amigos que hicieran lo mismo. Lo que para ellos era una cuestión de vida o muerte, para los médicos era un procedimiento rutinario. Solo unas horas después de haber extirpado en corazón de Trent, se cosió en el de Fernando. Los vasos sanguíneos se unieron y, cuando el corazón se juntó con la sangre de él, empezó a latir de nuevo por su solo. Justo mientras mi mundo se detenía por completo.
Recorro la pantalla hacia abajo, sobre palabras que he visto tantas veces que podría recitarlas de memoria, hasta la siguiente fotografía de Fernando, tomada justo cuando despertó de la operación. Estaba recostado en la cama del hospital y llevaba puesto en las orejas los auriculares de un estetoscopio. Mientras un doctor presiona el otro extremo contra el pecho de Fernando, quien escucha sus nuevos latidos.
La primera vez me resultó difícil mirar la fotografía. Tantos meses después de la muerte de Trent, era difícil no sentir de nuevo la aguda garra de la pérdida. Pero era imposible no conmoverse por lo que vi capturado en esa foto y por la emoción que reflejaba el rostro de Fernando Colunga. Aquello hizo que quisiera conocerlo. Y, después de meses sin recibir una respuesta a mi carta, fue a través de las palabras y las fotografías del blog de su hermana que empecé a hacerlo.
Recorrí todas las publicaciones del sitio web de Shelby y, con ellas, construí líneas de tiempo paralelas. El día que enterramos a Trent, Fernando tuvo la primera biopsia de su nuevo corazón y no mostró señales de rechazo. Nueve días después, tenía la fuerza suficiente para salir caminando del hospital y regresar a casa con su familia; y yo me sentía demasiado débil para asistir sin Trent al último día del instituto.
Pasé ese verano, y el tiempo que ha pasado, suspendida en una niebla de dolor. Fernando durante este tiempo se volvió más fuerte e impresionó a los doctores gracias a sus avances. Sanando. No lo sabía entonces, pero, meses después de la muerte de Trent, cuando escribí mi carta anónima al hombre anónimo, de veintitrés años de edad, de California, él estaba haciendo todo lo que estaba a su alcance para salir adelante y superarlo. Y, entonces, decidí que yo necesitaba verlo para hacer lo mismo.
Ahora no sé qué pasará.
Recorro la pantalla hasta la publicación más reciente en el blog de Shelby, escrita semanas antes, en el día trescientos sesenta y cinco. El aniversario de la muerte de Trent y de la segunda oportunidad de vivir de Fernando. El punto de partida de nuestras líneas de tiempo paralelas. Las junté ayer, aunque eso tendría que haber sido el final. No debería haber "alguna vez", pero entonces pensé en él de pie, en el pórtico, sonriendome, con el sol cayendo y brillando sobre nosotros como una invitación, y sin importar como debería ser, no lo sentí como el final.
Un golpe en la puerta interrumpe mis pensamientos. Reconozco los rápidos y punteado toques y sé que es la abuela. También sé que sólo llamará una vez más antes de usar su llave para entrar y subir la escalera, para ver por que no he respondido. Ella es sorprendentemente rápida para sus tantos años, así que cierro deprisa el ordenador, me peino el cabello con los dedos y me levanto del escritorio justo cuando oigo los segundos pequeños golpes. Cruzo corriendo la habitación, pero cuando veo la flor de Fernando en mi armario me detengo por un momento. Se encuentra justo debajo de la fotografía en la que salimos Trent y yo, y de la flor, ahora marchita, que me dio el primer día.
Mis ojos van directo al rostro de Trent, y su sonrisa me congela el cuerpo. Me pongo tensa mientras reflexiono y espero que llegue la familiar rigidez en mi pecho. Pero no llega, y miro otra vez la nueva flor.
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un corazón para dos
Fanfiction"Mil fuegos artificiales explotan en mi interior, y lo siento también en él, en sus labios contra los míos. Y en sus manos en mi pelo, y en la manera en la que nos acercamos. Todo lo demás se desvanece y, en ese momento, cuando nos tocamos, somos lu...